En el lamentable, triste y caótico episodio de la Dana, lo
primero que falló fue la gestión de la logística. Tengo la sensación de que los
servicios de protección civil disponen de medios, pero no de unos detallados
planes de apoyo logístico. Cuando oigo decir que por qué la UME no envió más efectivos
desde el primer momento, me doy cuenta de que quien se expresa así no tiene
idea de lo que significa mover hombres y mujeres sobre un terreno totalmente
destruido, sin más medios a su alcance que los que pudieran llevar al hombro en
sus mochilas. ¿Dónde iban a pernoctar? ¿Qué iban a comer? ¿Cuál sería la
responsabilidad de cada una de las unidades en la ingente tarea que tenían por
delante?
Se habla, se habla y se habla sin tener en cuenta el
contexto real. Los primeros auxilios tenían que haber surgido de los propios
municipios, como conocedores de la realidad de la catástrofe, apoyados por una
ciudadanía bien dirigida y aleccionada. Pero ese primer escalón falló por falta de
preparación y de protocolos.
Como segundo escalón estaba la administración de la comunidad, que tardó mucho en
reaccionar, supongo que por ineptitud de algunos de sus responsables y
seguramente por no tener previstos planes de contingencia debidamente
coordinados con los municipios afectados. Debería haber puesto en marcha un
despliegue de primeros auxilios y otro de orden público, para evitar la
patética escena de los ciudadanos barriendo el barro sin saber dónde ponerlo y
para impedir los previsibles saqueos que podían producirse. Pero tampoco tenía
planes establecidos y ensayados.
El tercero escalón es el Estado, con toda su capacidad de protección
civil. Lo que sucede es que cuando fallan el primer y segundo escalón, el
tercero tarda en movilizarse, eso sin tener en cuenta en este caso los remilgos
del gobierno autonómico a la hora de pedir ayuda al central, un auténtico
sinsentido. Que la petición de ayuda dependa del color político de unos y otros
constituye un auténtico esperpento, cuando están en juego las vidas de los
ciudadanos. Porque si no te dicen cuál es la situación exacta y por tanto qué
hay que hacer y dónde, es imposible ayudar.
Supongo que los responsables a los tres niveles habrán sacado sus propias conclusiones, aunque mucho me temo que se pueda estar gastando pólvora en salvas de disculpas, en detrimento de la eficacia. Lo mínimo que debemos exigir ahora es que se definan inmediatamente unos planes de emergencia viables e indiscutibles. No creo que sea el momento de las acusaciones y sí el de prever el futuro. Aunque parece imposible evitar que la indignación ciudadana exija responsabilidades, como está ocurriendo en las calles de Valencia mientras escribo estas líneas.