9 de julio de 2025

Menos mal que no somos eternos

 

Nunca pude llegar a imaginarme que el paso de los años pudiera llegar a crearme tanta inquietud y desasosiego. No me refiero a los aspectos físicos o mentales, para cuyo deterioro siempre he estado preparado, sino a la evolución de las costumbres, a los cambios de mentalidad de las nuevas generaciones, a la transformación continua del escenario que nos rodea. Recuerdo que cuando era joven y observaba el desacuerdo de los mayores con los cambios que se producían a su alrededor, me prometía que a mí eso no me sucedería jamás, porque al fin y al cabo se trataba de un problema de actitud que había que combatir con inteligencia. Pero me equivocaba, porque cada vez me cuesta más adaptarme a eso que se llama progreso tecnológico.

Esta reflexión no es más que un vano ejercicio de introspección, una inútil forma de pasar el rato. El mundo continúa por donde lo conduce la inercia social y a los pobres supervivientes de otros tiempos, a los que nos ha caído en suerte haber vivido aquella experiencia y tener que soportar ésta, no nos queda más salida que la resignación. También, por qué no, aportar una pizca de regodeo a tanto frenesí, a tanto control y a tanta tecnología. En la vida siempre hay varias maneras de enfrentarse a lo inevitable y una de ellas es no perder nunca el sentido del humor.

Cuando uno ha vivido siempre apoyándose en la interrelación con los que te rodean, en el contacto personal, en la palabra y hasta en la imagen, todos estos filtros tecnológicos que nos imponen los nuevos tiempos nos resultan cortapisas a la relación social, una deshumanización de lo humano y un lastre para la convivencia. Las personas ahora ya no hablan, se mensajean, ya no gestionan, meten datos en un tubo, ya no viven, sobreviven. Es verdad que como es lo que conocen no sufren. Las cosas son así y no cabe otra que aceptarlas.

Pero los que hemos vivido otros tiempos, los que resolvíamos nuestras cuitas mediante la colaboración entre personas y no alardeando en redes sociales o apoyándonos en robots y en inteligencias artificiales, nos quedamos sorprendidos de hasta dónde hemos llegado y, como decía arriba, o no los tomamos con cierto sentido del humor o corremos el riesgo de que nuestras mentes se desequilibren.

Mi optimismo me obliga a no tirar la toalla y mantenerme alerta para no quedarme demasiado rezagado. Pero el esfuerzo es tal que no estoy muy seguro de que merezca la pena. Cuando ahora consigo que en un centro de atención telefónica me conteste una persona y no un robot, cuando logro entablar una conversación de mire usted señorita lo que me sucede, en vez de pulsar un número y luego otro y más tarde el que a mi juicio corresponda, me entran ganas de cruzar a la floristería de enfrente y enviarle un ramo de gladiolos a la persona que me ha atendido. La euforia en esos momentos me embarga y sería capaz de regalarle mi patrimonio entero y dejar a mis hijos sin herencia.

Pero entonces me acuerdo de que no somos eternos y me tranquilizo.

6 comentarios:

  1. Es cierto. Yo temo cada vez que tengo que hacer cualquier gestión telefónica y ser atendido por una voz humonoide. Es descorazonador, me produce mucha ansiedad.

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  2. La super tecnología en medios de comunicación (telefonía , internet .....), la Inteligencia artificial, etc han traído como consecuencia un aumento de decenas de miles de estafadores y delincuentes que prácticamente eluden a la justicia muy fácilmente y que las autoridades (gobiernos, bancos, grandes empresas de servicios .........) de todo tipo, poco a poco va echando la culpa al pobre estafado por no saber que no se podía hacer clic )
    A los mayores nos espera un suplicio ante la duda de si puedo o no puedo hacer algo......y lo que es peor ¿a lo mejor tengo yo la culpa?
    Esta transformación de la sociedad es muy peligrosa y no me gusta nada ..................!! me quedo con lo antiguo y lo seguro!!

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  3. Para concretar mas lo expuesto anteriormente , incluyo lo que dice la prensa (fácil de encontrar este asunto en google)
    "Un estudio realizado en forma de encuesta realizado a 1.000 personas residentes en España con edades entre 16 y 60 años ha concluido que el "89% ha sido objetivo de fraude o estafa". En él se revela cuáles son las estafas normalizadas en España, es decir, aquellas prácticas que, aunque legales, resultan cuestionables para muchos, pero que se han integrado de manera ya habitual en nuestra vida cotidiana".

    Nos espera pues en un futuro cercano que esto será legal , o sea "no delito" porque "nadie te ha obligado a darle al clic correspondiente"
    Moraleja ..."el que quiera aprender que vaya al colegio"

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    1. Uf, es verdad, a mí me da miedo cada vez que hago una gestión por internet que implique un desembolso económico importante, a no ser que conozca ya muy bien el asunto que tengo entre manos, pero en general puedo decir que la banca electrónica y muchos otros negocios funcionan perfectamente por internet y es un lujo, una comodidad y hasta un placer operar por internet.

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    2. El problema no es que la banca por internet no funcione bien (que si que lo hace) , el problema es que hay miles de delincuentes esperando a que te equivoques al abrir un archivo o a darle a un fatídico clic ...........y si lo haces ¿Que pasa? pues no pasa nada , la culpa es tuya
      ¿ y sobre lo estafado?......!! Solo Dios lo sabe!!

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    3. Como los comentarios anteriores tienen una cierta similitud, contesto a todos. Mi artículo se centra más en los "inconvenientes" que en los fraudes. A mí lo que me preocupa de verdad son las dificultades de todo tipo que ahora uno se encuentra a la hora de establecer un contacto, cuando lo que pretende es que se entienda bien su problema y sin embargo se encuentra ante una fría locución en vez de con una voz humana que sea capaz de entender los matices.
      El peligro de las estafas es real, pero también es cierto que se nos advierte por activa y por pasiva para que no caigamos en las trampas que nos tienden.
      Como dicen ahora, "el progreso es lo que tiene".

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