En los partidos, la discrepancias no sólo son
aceptables sino además recomendables. Pero ciertas deslealtades, como la de airear
las discrepancias fuera de los cauces organizativos, son una traición a los
lazos de confianza establecidos y, por tanto, absolutamente reprochables.
Me estoy refiriendo a los voceros socialistas que
últimamente salen a la palestra con cierta frecuencia, para censurar públicamente
determinadas decisiones de su partido. En vez de encauzar las discrepancias dentro
de los procedimientos establecidos por la organización a la que pertenecen,
utilizan sus tribunas personales para convertir aquellas en manifiestas deslealtades, estrategia
que normalmente persigue objetivos electoralistas personales, sin importarles
el daño que hacen al conjunto de su partido. No doy nombres, porque de todos son conocidos.
Este fenómeno se da también en las numerosas tertulias
radiofónicas y televisivas a las que tenemos acceso los ciudadanos de a pie.
Militantes socialistas con un buen prestigio ganado a lo largo de los años, que
de repente utilizan los micrófonos para lanzar desaforadas discrepancias,
sabiendo como saben perfectamente que están convirtiéndolas en deslealtades.
Creen que con esa actitud se ganan la consideración de independientes, pero en
realidad lo que están haciendo es minar los cimientos del partido al que
pertenecen.
No censuro las discrepancias, porque las considero legítimas,
pero sí su espuria utilización. En el primer caso, el de políticos en activo,
porque al perseguir objetivos locales, perjudican en su conjunto al partido al que pertenecen. En
el segundo, porque si han elegido una actividad supuestamente independiente
como es la de analista político, deberían abandonar el partido que los acoge. No
se puede nadar y guardar la ropa.
El ahora muy nombrado por la oposición Alfonso Guerra, dijo
en una ocasión que el que se moviera no salía en la foto, expresión que venía a
decir que o estabas en el compromiso político con todas sus consecuencias o
abandonabas el partido. Cuando ahora le oigo hablar en contra de Sánchez, me
pregunto si se habrá dado de baja como militante. Es posible que se haya
olvidado de su famosa frase y que no se dé cuenta de que está convirtiendo la
legítima discrepancia en deslealtad imperdonable.
No, no es lo mismo discrepancia que deslealtad.
Luis, esta vez no estoy de acuerdo con el punto de vista del artículo.
ResponderEliminarSi partimos de la idea de que la lealtad debe ser al partido y no a Sánchez, me pregunto quien es mas desleal si el que publica sus desacuerdos con Sánchez, o el que en espera de favores se cuida de criticarle.
Lo de la crítica interna, seamos serios ... si se hace una crítica interna es seguro que el que la hace es defenestrado, aunque no físicamente, y no pasa nada mas.
Otra cosa, la interpretación de la frase de Guerra es muy respetable, pero hay otras algo menos drásticas.
Quizá no me haya expresado bien. Cuando escribía el artículo tenía en la cabeza a determinados socialistas que expresan sus discrepancias con el gobierno en beneficio propio, sin tener en cuenta que están alimentando las expectativas de sus rivales. La lealtad a la que aludo no es a Sánchez, sino al proyecto progresista. Los secretarios generales pasan, pero el objetivo de trabajar en beneficio de la igualdad de oportunidades permanece.
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