A mí la corrupción me preocupa venga de donde venga y aquí
en este blog ya lo he manifestado en varias ocasiones. Pero, permítaseme la
distinción, no es lo mismo que proceda de mangantes desaprensivos a que se
arbitre a través de la manipulación fraudulenta de las instituciones del
Estado. En el primer caso hay que poner a los delincuentes en manos de los tribunales y desear que éstos hagan justicia. Pero aprobar leyes para obtener dinero como contraprestación a los
beneficios obtenido por los más poderosos del país es corrupción institucional, cuya categoría sobrepasa a la individual porque afecta a un partido en su conjunto. No, no es lo mismo el caso Cerdán y
compañía que el de Montoro con la colaboración de un gobierno y de un
grupo parlamentario completo, los dos en este caso del PP.
Dice Feijóo que él no ha nombrado a nadie que haya
delinquido y que esa es su tarjeta de presentación. Pero parece ignorar que es
el presidente de un partido que había amparado la corrupción en grado
superlativo durante años y en consecuencia que está al frente de personas que colaboraron en las políticas anteriores. Lo han encumbrado aquellos que ya estaban en el partido cuando se produjo la “megacorrupción” de Montoro. Ha subido al
estrado del último congreso del PP rodeado de los presidentes Aznar y Rajoy, que le han arropado con su "autoridad".
Le guste o no le guste, no puede escurrir el bulto como pretende. Muchos
electores no le van a perdonar el escándalo.
Pero es que además esto no ha hecho más que empezar y queda mucha
película por delante. Vox se debe de estar frotando las manos y la izquierda ya prepara
las armas políticas que nuestro ordenamiento constitucional pone a su
disposición: comisión de investigación en el Congreso y respuestas contundentes
cada vez que algún portavoz popular pronuncie la palabra corrupción. Porque ya no se trata de "y tú más", sino que se ha puesto de manifiesto que han perdido la condición necesaria para dar lecciones de decencia.
A mí me parece que lo sucedido marca un punto de inflexión
y, aunque los calores estivales aminoren de momento la repercusión de las
tropelías de Montoro y de los gobiernos del PP, el verano pasará y el otoño llegará.
"La condición necesaria para dar lecciones de decencia" hace mucho que la perdió el PP. Comparto con el artículo el rechazo moral y ético a las actuaciones de Montoro. Otra cosa va a ser probar que se ha producido delito y a quien le es LEGALMENTE imputable; tal vez, pero no es seguro. Montoro y aquel gobierno presentaron leyes que luego fueron aprobadas por el Parlamento y además habría que probar que esas leyes perjudicaron los intereses generales (rebajar un impuesto puede ir contra la redistribución de la riqueza, pero puede ser positivo para su creación).
ResponderEliminarRespecto a la atribución de responsabilidades a Feijoo, no parece tan claro, aunque evidentemente todo esto le va a hacer daño con su electorado ... o no, porque los del PP son muy fieles en su voto. Véase el caso Bárcenas.
Alfredo, coincido contigo en que el electorado del PP aguanta lo que le echen. Pero este escándalo le va a hacer daño, no porque Feijóo tenga responsabilidad directa, sino porque su partido sí la tiene. Además, le quita fuerza a su estrategia de descalificaciones continuas.
ResponderEliminarRespecto a si hay delito, en mi opinión no por aprobar leyes que reduzcan impuestos, pero sí por recibir dinero a cambio. En cualquier caso, la investigación no ha hecho más que empezar.