25 de septiembre de 2025

Mis novecientas ocurrencias o reflexiones

 

Quienes leen estas ocurrencias o reflexiones mías -las dos palabras me sirven porque de todo hay- saben que me gusta celebrar las centenas. Este artículo hace el número novecientos –no me atrevo a escribir el ordinal, noningentésimo- de los que hasta ahora he publicado en el blog. Cuando digo celebrar, en realidad a lo que me refiero es a que estos hitos me sirven para meditar en voz alta sobre lo que aquí hago o pretendo hacer. Alcanzar metas numéricas sólo tiene la importancia de la constancia, porque cuando escribí el primero, hace ya unos cuantos años, estaba convencido de que tiraría la toalla muy pronto. Pero no ha sido así y me alegro.

Lo he dicho en varias ocasiones, este blog es la válvula de escape de mis inquietudes. No me explico cómo me deshacía de ellas antes de empezar a escribir aquí, porque ahora, lo confieso, cada vez que termino un artículo y pulso el intro siento un gran alivio, como si me hubiera quitado un peso de encima. Por supuesto que en el momento de publicar me pregunto si gustará o no; pero teniendo en cuenta que se trata de opiniones y no de dogmas, tampoco me preocupa demasiado. No todos tenemos las mismas ideas ni nadie está obligado a leer las mías ni mucho menos a compartirlas.

Voy a explicar un poco, porque alguno me lo ha preguntado, la génesis de cada ocurrencia o reflexión. Suele empezar cuando oigo o leo o veo algo que llame mi atención por algún motivo. Acto seguido elijo un título y lo apunto en el que yo llamo mi cuaderno de bitácora. Como es fácil suponer, esta primera acción puede suceder a cualquier hora del día, porque para recibir impresiones del exterior no hay horarios.

En lo que sí mantengo una cierta disciplina es en  la tarea diaria de ponerme frente al ordenador y empezar a teclear. Suele ocuparme un par de horas al día, entre las seis y media y las ocho y media de la tarde. En esto soy bastante cumplidor, aunque naturalmente al no ser una obligación inexcusable cualquier otra actividad puede obligarme a desertar de mi autoimpuesta obligación.

En la primera sesión escribo de un tirón un artículo entero, aunque evidentemente a falta de corregir la forma y el fondo, sobre todo la primera. Digo esto, porque cuando me siento frente al ordenador ya he madurado el mensaje que quiero dar y rara vez me aparto de la idea original. La redacción es otra cosa, porque uno de mis muchos defectos es un inútil perfeccionismo y, como consecuencia, nunca estoy totalmente satisfecho con las palabras elegidas.

En la segunda sesión remato la idea. Pero por lo general no publico el artículo recién acabado hasta unos días después, porque durante los siguiente lo vuelvo a leer y releer hasta que mi criterio me dice que adelante. Mientras tanto el artículo con su foto permanece como borrador en el blog. Por cierto, la elección de la foto requeriría alguna explicación, pero me limitaré a decir que Internet me ayuda mucho a escoger lo que pretendo. Hay imágenes para todo, incluso para las ideas abstractas.

Confesado lo anterior, hoy sólo voy añadir que mi intención es continuar escribiendo aquí. Dada las circunstancias, no me planteo un nuevo objetivo numérico -el millar de artículos- porque las neuronas se van perdiendo día a día y puede que llegue un momento en el que ni siquiera me acuerde de como acceder a la nube para encontrar en ella “El huerto abandonado”. Eso sí, la contraseña la tengo apuntada en un cuaderno. Otra cosa será que se me olvide en cuál.

Suma y sigue.

6 comentarios:

  1. Seguro que tus neuronas se renuevan cada día, Luis.
    Es una terapia mental excelente escribir un poquito cada día, no importa de qué.
    Y leer y compartir los pensamientos es fenomenal para el espíritu.

    ResponderEliminar
  2. Mi más sincera admiración, no tanto por el número cuanto por la calidad de los artículos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Pedro. Respecto al número, ya sabes lo que dicen por ahí (con la boca chica), que el tamaño no importa.

      Eliminar
  3. Luis, gracias por escribir y por contarnos la géneis de tu escritura.
    Un abrazo.
    Angel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ángel, muchas gracias a ti. Supongo que no te he descubierto nada con lo de la génesis, porque lo hemos hablado en más de una ocasión.

      Eliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.