19 de abril de 2017

Culto a la personalidad. Las primarias del PSOE

Ya he confesado en alguna ocasión que los periodos de vacaciones, cuando uno cambia de domicilio para pasar unos días fuera de su entorno habitual, son ricos en contactos con personas distintas de las del día a día y, por tanto, también una magnífica ocasión para recibir opiniones completamente diferentes a las acostumbradas.

En uno de estos encuentros, me decía el otro día un militante socialista, proclive a la candidatura de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE, que si no ganaba éste las primarias dejaría de votar a su partido. Me quedé pensativo ante una manifestación tan categórica, que mi interlocutor basaba en la necesidad absoluta de establecer un cambio de rumbo, ya que, en su opinión, el aparato ha llevado a la formación socialista a desviarse de los principios de izquierda renovadora que hasta ahora la caracterizaban.

A la vista de esta opinión, se me ocurre pensar que aunque la militancia sea conveniente e incluso necesaria para sustentar un partido político, los militantes nunca deberían olvidar a los que verdaderamente consiguen que se ganen o se pierdan las elecciones, es decir a los electores. Se podrán dar de baja aquellos que quieran, pero numéricamente su abandono poco representaría comparado con el efecto devastador que causaría un candidato con unas ideas no aceptadas por la gran masa de votantes socialistas. Ahí es donde está el quid de la cuestión y no en las preferencias internas.

La misma persona me aseguraba en otro momento de nuestra conversación que la elección de Pedro Sánchez representaría el regreso o la permanencia de muchos jóvenes en las filas socialistas, porque es un candidato que representa a la juventud, mientras que a Susana Díaz sólo la apoyan las viejas guardias del partido. Discrepo de esta opinión, que me parece poco rigurosa, porque son muchos los jóvenes de mentalidad progresista que rechazan un excesivo giro hacia la izquierda radical y antisistema, que en estos tiempos identifican con Podemos; y Pedro Sánchez con algunas de sus declaraciones ha dado motivos para despertar dudas al respecto. No creo en absoluto que las preferencias hacia uno u otro candidato tengan que ver con la edad. Insisto en que desde mi punto de vista ese planteamiento resulta demasiado simple.

Por mi parte estoy más pendiente de lo que se proponga en el próximo congreso, es decir del programa político que surja del debate congresual, que de las primarias propiamente dichas. Tengo la sensación de que hay mucho ruido, el correspondiente a un periodo electoral, pero que las aguas no amenazan con desbordarse, porque doy por hecho que el sentido de la supervivencia política se impondrá. Para ser más preciso, estoy a la espera de que se clarifique la posición que mantendrá el PSOE con respecto a Podemos, puesto que las diferencias con el PP las tengo claras. Y esa clarificación afecta a dos aspectos a cuál más importante, en primer lugar marcar las diferencias con la radicalidad populista de la llamada por algunos nueva izquierda, y en segundo definir las condiciones que se exigirían ante una hipotética alianza poselectoral con ésta. Ni me gustan las proclamas rupturistas de los "podemitas" ni me fio de ellos como aliados políticos. No pierden la ocasión de insultar, denigrar o calumniar al PSOE, como si el partido socialista fuera su verdadero enemigo. Aunque se trate de una formación de factura muy reciente, ya cosechan suficiente historia como para que se pueda predecir su comportamiento futuro.

Después dependiendo del programa votaré o no al PSOE, con independencia del candidato que resulte elegido en las próximas primarias. Al fin y al cabo me interesan las ideas mucho más que las personas.

2 comentarios:

  1. Con motivo del golpe del 1 de octubre pasado (buena fecha para un golpe) fue Susana Díaz la que dijo «No somos ni buenos ni malos, ni de izquierdas ni de derechas». Para mí esto bastaría para definir a esa candidata, si no fuera porque es tan evidente su ignorancia y su garrulería que ya ni precisa abrir la boca. Eso no es moderación, eso es otra cosa bien distinta.

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  2. Respeto tu opinión. Sólo un comentario por mi parte: las frases aisladas y fuera de contexto son muy poco indicativas de la verdadera intención de quien las pronuncia. Se podría interpretar que quiso decir que no eran momentos para poner etiquetas, que había cosas mucho más importantes que discutir. Pero no dejaría de ser una interpretación más.
    En lo de la garrulería y la ignorancia no voy a entrar.

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