27 de julio de 2022

Milite en la utilidad, señoría

He sacado el título de este artículo de una de las muchas frases que le espetó Pedro Sánchez a Gabriel Rufián durante la última sesión parlamentaria sobre el Estado de la Nación. Después de oírle soltar una serie de ambigüedades y de circunloquios inútiles a lo largo de su intervención, y tras comprobar con estupefacción como el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya sacaba de sus bolsillos una serie de casquillos de bala y los colocaba sobre el atril con lentitud pasmosa y mirando a la bancada con aire retador, mientras aseguraba  al mismo tiempo que se trataba de las pruebas fehacientes de la represión contra los inmigrantes, el presidente del gobierno, visiblemente contrariado por el derroche de demagogia del diputado separatista, le dijo: “señoría, aplíquese el cuento y milite en la utilidad”. Le faltó decir, “déjese usted de estupideces que no vienen a cuento y vaya al grano”.

He empezado mencionando al político catalán, cuya intervención me pareció desastrosa y falta de sentido de la oportunidad, pero podía haberlo hecho por cualquiera de las tantas que hubo esos días en el parlamento, cuyas sesiones seguí con interés paso a paso. A Alberto Núñez Feijoo, que no intervino porque no tiene escaño en el hemiciclo, se le fue poniendo a medida que avanzaba la sesión cara de esto no va a ser tan fácil como me imaginaba. Estaba comprobando poco a poco la unidad del llamado bloque de la investidura, al que llevaba un tiempo tratando de desacreditar por su desunión. Se le vio hablar varias veces con Cuca Gamarra, la siempre malcarada portavoz de su grupo parlamentario, supongo que advirtiéndole de que había que cambiar de estrategia. Aunque eso es algo que ya estaban haciendo ese día todas las derechas del país, basando sus ataques al gobierno en el recuerdo de ETA. Pedro Sánchez, en una de sus intervenciones les dijo: “Señorías, tengo una mala noticia para ustedes, porque ETA ya no existe”. Contundente denuncia del uso torticero que estaban haciendo de la triste historia del terrorismo etarra.

“¿De qué museo salen?”, le contestó el presidente del gobierno a Santiago Abascal en una de sus réplicas, después de que éste, una vez más, paseara su retorica por la historia de España. En otro momento,  cuando le acababa de acusar de falta de coraje para defender a nuestro país de los peligros del llamado flanco sur, le contestó: "Señoría, la defensa de las fronteras es un asunto muy vidrioso”. Creo que aquí el presidente del gobierno fue poco contundente, porque yo le hubiera dicho, “déjese usted de patriotismo de hojalata y coopere en los asuntos de Estado, entre ellos las políticas de defensa. Pero claro, yo no tengo responsabilidades públicas y me puedo permitir llamar al pan, pan, y al vino, vino.

De la sesión de ese día se pueden sacar muchas conclusiones. Yo entre ellas destacaría que este gobierno ha decidido no andarse con circunloquios en las políticas sociales y hacer honor a su tan repetido eslogan de ante todo hay que ayudar a los más necesitados. A mi juicio, aunque ya lo está haciendo, le falta en ocasiones el coraje necesario para llegar a las últimas consecuencias, quiero decir a obligar a los que más tienen a que contribuyan con su aportación económica a paliar los efectos de la crisis originada por la guerra de Putin. El impuesto a la banca y a las eléctricas demuestran este cambio de rumbo. Por eso, en la sesión parlamentaria de ese día los progresistas cerraron filas alrededor del gobierno y por eso Alberto Núñez Feijoo se ausentó del hemiciclo.

No quiero acabar sin hacer mención a la reestructuración de la cúpula del PSOE que se ha producido estos días, precisamente nada más terminar la referida sesión parlamentaria. Es pronto para sacar conclusiones, pero yo me atrevería a decir que en el fondo de la decisión subyacen dos principios, primero, aquí cabemos todos los que seamos capaces de aportar algo útil, segundo, hacen falta caras distintas y enviar algunas de momento a los cuarteles de invierno.

21 de julio de 2022

Becas para los ricos


Los inventos sociales de la ínclita presidenta de la Comunidad de Madrid no dejan de sorprenderme. Uno de los últimos ha sido el anuncio de becas para estudiantes adinerados, si por adinerados entendemos a los hijos de familias con ingresos anuales por encima de los cien mil euros. En una extravagante maniobra por la defensa de los intereses de las clases medias-altas, ha propuesto becar a estos chicos siempre y cuando, claro, “se lo merezcan”. Algo así como reeditar la lucha de clases, pero al revés, porque si aquella nació para defender a los humildes de los abusos de los privilegiados, ahora doña Isabel propone defender a los ricos de las tropelías de los pobres, no vaya a ser que, con tantas prestaciones sociales como los gobiernos progresistas conceden a los necesitados, los niños ricos se queden sin poder estudiar.

Lo que no explica la señora Díaz Ayuso es de dónde va a sacar el dinero para este dadivoso menester, porque seguramente sus contables le habrán advertido de que, como el dinero no es de goma, cuando se dota económicamente un proyecto, se desprovee otro. Es decir, que cada beca concedida a un chico listo y rico, dejará a otro menos listo y más pobre sin la que le hubiera correspondido. No lo dice, porque son detalles que mejor que ni se hable de ellos.

En algunos países con avanzados sistemas de protección social, como son los escandinavos, la enseñanza es gratuita para todos, ricos y pobres. Son sociedades que se lo pueden permitir, porque la presión recaudatoria se sitúa por encima del cincuenta por ciento de la renta, con lo que los beneficios sociales llegan a todos. Pero la presidenta de la CAM no se caracteriza precisamente por su ambición recaudatoria, hasta el punto de que, si por ella fuera, se eliminarían todos los impuestos.

A nadie se le escapa que se trata de una medida injusta, que hasta ahora no se habían atrevido a anunciar ni los más carcas del país, y mira que en la actualidad abundan. Porque una cosa es defender ideologías conservadoras y otra proponer becas para los ricos. Lo primero, con un poco de astucia dialéctica, se puede argumentar; pero lo segundo es tan burdo, tan fuera de la realidad, que levanta ampollas hasta en los suyos. Algunos de éstos han intentado remediar el despropósito de la presidenta madrileña con paños calientes, pero los más sensatos están procurando que los estragos de tamaña estulticia no les alcance.

La señora Díaz Ayuso no es sólo de derechas, va mucho más allá. Convencida de que los ricos son ricos por méritos propios y que los pobres lo son porque no hacen nada para remediarlo, desvaría por los senderos de la incoherencia. Yo creo que ni Trump ni Le Pen ni Abascal se hubieran atrevido a proclamar algo así.  Quizá lo hubieran intentado, no digo que no, pero procurando disfrazar la iniciativa con artilugios que disimularan un poco la atrocidad social que supone, ni más ni menos que dar dinero procedente de los impuestos que pagamos todos, ricos y pobres, para enriquecer aún más a los privilegiados.

Doña Isabel está tan convencida de que sus votantes la volverán a elegir diga lo que diga y haga lo que haga, que no le importa ir por el mundo soltando disparates, aunque estos hieran las sensibilidades ajenas. Lo último que le he oído decir es que, prueba de que su iniciativa sobre las becas es muy buena, el gobierno de Sánchez pondrá ciertos trayectos de tren gratis, sin distinguir si los viajeros son pobres o ricos. ¡Toma ya!

13 de julio de 2022

¿Cañones o mantequilla?

Empezaré diciendo que yo soy uno de los que en su momento votó SÍ a la entrada de España en la OTAN. No tuve ninguna duda en aquel momento, aunque confesaré que me guiaba más la intuición que la razón. La idea de pertenecer a un “club” formado por países democráticos, para defendernos juntos de la amenaza soviética, no me planteaba grandes dudas. En un mundo polarizado, como era el de la guerra fría, o estabas con unos o estabas con otros. La equidistancia “neutral” en política exterior nunca me ha convencido, porque en mi opinión no es más que una ingenua utopía que no tiene en cuenta el inevitable juego de la geoestrategia. No veo a mí país formando parte de los no alineados.

Han pasado muchos años desde entonces y la Unión Soviética ya no existe. Sin embargo, la bipolarización continúa. Es cierto que ha habido muchos intentos de acercamiento entre las dos partes, entre Rusia y el llamado mundo occidental, que nunca han llegado a buen puerto, porque la desconfianza mutua es ancestral. No es de ahora, viene de la Historia, que como se sabe es tozuda. Rusia mira a Europa con recelos mal disimulados y, por su parte, a la Unión Europea le preocupa la presencia de una gran potencia en sus fronteras que nunca ha disimulado sus tendencias expansionistas.

La vieja frase de cañones o mantequilla siempre me ha parecido una falacia, porque no hay mantequilla si no evitas que te la quiten por la fuerza. La neutralidad, por otra parte, no es otra cosa que intentar mirar para otro lado y procurar que no te vean, algo imposible en un mundo globalizado donde las dependencias son inevitables. Cuando los polos existen, si estás en uno no puedes estar al mismo tiempo en el otro. Y España está imbricada en el llamado mundo occidental, dentro de la Unión Europea y con férreos lazos económicos con Estados Unidos. Ésta es una realidad que, si no se tiene en cuenta, cualquier otra consideración se tambalea.

Algunos dicen que la OTAN es un instrumento al servicio de Estados Unidos, lo cual desde mi punto de vista no es del todo cierto, porque, aunque es evidente que a USA le interesa mantener sólidos vínculos con los restantes miembros de la organización para asegurar mejor su defensa frente a las amenazas rusas, eso es algo que les sucede también a los demás países miembros. Se trata por tanto de una necesidad mutua, donde todos somos instrumentos de los demás. Hay países en Europa en los que no se han olvidado de que, si no fuera por la intervención de los americanos en la Segunda Guerra Mundial, es muy posible que nuestro continente hubiera terminado bajo las botas de los “nacis” de Hitler o de los comunistas de Stalin.

La OTAN ha pasado por muchas situaciones. El presidente Trump, llevado por su ultranacionalismo, estuvo a punto de cargarse la organización. Sus delirios megalómanos le aconsejaban una política exterior independiente de sus aliados europeos, a los que menospreciaba sin disimulos. Pero Trump ya no está, y confío en que no vuelva, y la actual administración americana le ha dado un vuelco a la situación, consciente de que, en el plano defensivo, necesitan tanto a Europa como Europa a ellos.

Yo también soy pacifista, pero no idiota. La mejor paz es la que, gracias a los cañones disuasorios, te permite seguir comiendo mantequilla. Todo lo demás son ingenuidades, cuando no malas intenciones. La paz sólo se consigue si tu capacidad defensiva impide a tus enemigos atacarte. Porque enemigos, que nadie lo olvide, haberlos haylos. El mundo es como es y no como nos gustaría que fuera.