En el asunto del Sahara y del consecuente rebote del gobierno argelino, me gustaría que don Alberto nos explicara que haría él si llegara a ser presidente del gobierno. Debería andarse con mucho tiento, porque la jugada de Sánchez, aunque haya levantado inevitables ampollas, tiene mucho sentido desde el punto de vista de la seguridad nacional. Tener un vecino a tiro de piedra, o si se prefiere a tiro de patera, con el que las relaciones diplomáticas sean tan tensas como lo eran, no es una buena recomendación, y eso lo saben hasta los alumnos de primero de la carrera diplomática. El señor Núñez Feijoo con sus declaraciones está poniéndose en la tesitura de que en Marruecos se le tache de antimarroquí y, si llegara a gobernar, volvamos a la situación de máxima tensión en la que hemos vivido en los últimos meses.
Las relaciones con el Reino de
Marruecos siempre han sido difíciles de manejar por la diplomacia española.
La proximidad geográfica de las dos naciones, unida a la gran distancia
cultural y económica entre sus sociedades, propicia desencuentros. Por eso España, con gobiernos de todo tipo, siempre ha procurado
tender lazos en vez de realimentar conflictos. Pero por una serie de
circunstancias la tirantez había aumentado en los últimos años, poniendo incluso en peligro la seguridad de nuestras fronteras, algo que por razones obvias no está al alcance de la opinión
pública, pero que sí conoce perfectamente el gobierno y, concretamente, su presidente y los responsables de Exteriores, de Interior y de
Defensa. La última reorganización del ejército español, en la que se ha creado un mando
de Canarias que agrupa a todas las unidades encargadas de la defensa inmediata
de las fronteras con Marruecos, atestigua la preocupación del gobierno con la
seguridad.
Que esta situación no la conozca la opinión pública, porque al tratarse de un asunto que afecta a la seguridad nacional se debe manejar con la máxima discreción posible, es perfectamente comprensible. Pero que los responsables de la oposición la utilicen como argumento político para desgastar al gobierno demuestra una falta de sentido de la responsabilidad muy preocupante. Se trata de un asunto de Estado, del que deberían abstenerse de opinar en público, entre otras cosas porque lo único que consiguen es tensar la cuerda y poner a España en peligro. Lo último que necesitamos en estos momentos es realimentar las tensiones con nuestros vecinos del sur. Un político en activo, con pretensiones de llegar a ser presidente del gobierno, como es el señor Núñez Feijoo, debería saberlo y no ir echando leña al fuego de la discordia.
El nuevo residente del PP lleva poco tiempo en el cargo. Pero en tan poco tiempo ha puesto de manifiesto su desconocimiento de los parámetros macroeconómicos más elementales y su falta de tacto en asuntos tan delicados como son las relaciones exteriores y la seguridad de nuestro país.
PD. Cuando ya había terminado de redactar estas líneas, nos ha llegado la noticia del trágico intento de asaltar la valla fronteriza de Melilla. Es posible que de esto escriba más adelante. Sin embargo, anticipo que, en mi opinión, una vez más la oposición, en vez de analizar con objetividad los pros y los contras de los acuerdos con Marruecos para el control de fronteras, carga las tintas contra el pacto con nuestros vecinos, con el único propósito de desgastar al gobierno. Ya se han olvidado de las pelotas de goma que lanzaron contra un puñado de nadadores que se acercaban a las costas de Ceuta, con el saldo de varios muertos. Cosas veredes.
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