Lo de arriba sería sólo una pieza más de la picaresca de doña Isabel, si no fuera porque ese estilo de populismo “trumpista” arraiga con facilidad en las mentes de tantos y tantos ingenuos, más deseosos de oír críticas a Sánchez que de elegir a la ínclita. Lo que sucede es que, como en el cuento de la lechera, tanta repetición de la chabacanería puede acabar mal, algo que evidentemente debe de tener muy preocupados a los estrategas del PP. No se atreven a ponerle coto a la presidenta por aquello de que consigue votos, pero son conscientes de que sus dardos pueden convertirse en peligrosos boomerangs.
Eso sí, el estilo de IDA tiene una ventaja que no debemos olvidar, la de que entre tanta falta de noticas importantes sus pataletas dialécticas destacan con rotundidad. Como cuando acusa al gobierno de actuar de mamporreros con ella, sin darle tregua. Digo yo que la presidenta de Madrid no debe de saber que significa exactamente esta palabra, que la RAE define como “persona que guía el miembro del caballo en el acto de cubrir a la yegua”. Bueno, doña Isabel, no es para tanto, a no ser que sea ésta una noticia que no ha trascendido.
Puede ser, no lo puedo negar con rotundidad, que su verborrea incontrolada y continua se deba a ese conocido principio de “me gusta que hablen de mí, aunque sea mal”. Según esta filosofía, lo importante para un personaje público es estar en candelero, no por la calidad de lo que diga, sino por la reiteración de lo dicho. Teniendo en cuenta que las ideologías populistas establecen en las mentes de sus seguidores unos filtros impermeables a la crítica, gracias a los cuales hasta las sandeces más grandes resultan genialidades, es posible que la estrategia que le dictan a Díaz Ayuso sus asesores sea efectiva entre los suyos. En cualquier caso, yo me andaría con mucho cuidado, sobre todo cuando me acuerdo de la derrota del todopoderoso Trump. No he conocido a un político tan vulgar y chabacano como fue el anterior presidente de los Estados Unidos, y eso que llevo ya muchos años, muchísimos, siguiendo con cierto detalle los movimientos de los mandatarios de este país, a los que, me guste o no me guste, considero los dirigentes de hecho del espacio geoestratégico en el que se mueve Europa y por tanto España.
Todavía no he oído por parte de los partidos de medio derecha, derecha y ultraderecha una sola propuesta para aliviar la crisis energética que estamos sufriendo los europeos. Pero mientras que la mayoría de los líderes conservadores acusan al gobierno de improvisador y de autoritario, la presidenta de la Comunidad de Madrid se refiere a la luminosidad de los escaparates, como si todas las calles de España estuvieran iluminadas gracias a la decoración de las tiendas. Yo le recomendaría que mirara un poco más allá de la calle de Serrano de su ciudad, porque quizá así se diera cuenta de lo ridículo de sus argumentaciones.
Miren ustedes, señores de la ultraderecha oficial o vocacional, necesitamos medidas efectivas para no derrochar energía y todo lo demás son pamplinas.