3 de agosto de 2016

¿Nos deben interesar las elecciones en USA?

A pesar de que algunas de las cosas que suceden en Estados Unidos de América no me gusten, siempre he sentido un gran interés y cierta admiración por aquel país. No voy a decir que me considere un entusiasta de sus costumbres, de sus comportamientos sociales o de su política en general, pero lo que sí es cierto es que nunca he perdido de vista la actualidad de este país, porque lo que allí suceda tiene siempre una enorme repercusión en el resto del mundo, incluida por supuesto Europa y más concretamente España. Negarlo sería algo así como negar la evidencia.

Estados Unidos es además un país de contrastes, con lo que cualquier juicio de valor que se haga sobre él nunca debería generalizarse, ya que lo que pueda ser cierto en California, quizá no lo sea tanto en la costa este,  y lo que acontezca en Alabama, puede que no sea reconocido como propio por los ciudadanos de Minessota o por los de Ohio; de la misma manera que los latinos diferimos de los escandinavos o los centroeuropeos de los franceses. Las generalizaciones suelen adolecer de falta de rigor intelectual y más que nunca cuando se aplican a lo largo y ancho de un enorme subcontinente.

En las próximas elecciones presidenciales se enfrentarán dos fuertes personalidades, que al menos tienen la virtud de no dejar indiferente a nadie, sea o no ciudadano de aquel país. No sé lo que les sucederá a mis compatriotas, pero yo ya he hecho mi propia elección, aunque no sea más que a título de preferencia comparativa. Prefiero que triunfe Hillary Clinton en vez de hacerlo Donald Trump,  no sólo porque desde siempre haya entendido mejor a los demócratas que a los republicanos, sino además porque en este caso el perfil del segundo me produce un enorme desasosiego, por no decir espanto.

No es que Hillary Clinton me parezca el mejor candidato posible para dirigir los destinos de aquel país y en cierto modo los del mundo; lo que sucede es que la verborrea incontrolada de su rival, en cuyos discursos se unen la xenofobia, el racismo, la misoginia, el machismo, la homofobia, la defensa del club del rifle y tantas otras cosas a mi juicio deleznables, me parece verdaderamente peligrosa en boca de quien aspira a la presidencia de aquel país.

No son nuestras elecciones, no, y por tanto es lógico que no pongamos en ellas el mismo interés que en las propias. Pero no deberían dejarnos indiferentes, porque, nos guste o no, lo que suceda en ellas repercutirá en nuestras vidas, quizá no de una forma directa y evidente, pero sus efectos siempre acabarán haciéndose notar. Por eso, no es lo mismo que gane uno o que gane otra.

Yo ya he cruzado los dedos y tocado madera, y no dejaré de hacerlo hasta el próximo mes de noviembre.

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