16 de septiembre de 2018

No saben qué hacer

Pero lo peor no es que no sepan qué hacer, lo peor es que se les nota demasiado. La rabia apenas contenida que se apoderó del alma de ciertos políticos de la derecha cuando el voto de censura a Mariano Rajoy los desalojó del poder, empezó a manifestarse nada más suceder lo que la corrupción descarada les había traído. Lo que sucede es que al principio estaban demasiado confusos y sus mensajes resultaban monotemáticos: triple alianza con los populistas, con los independentistas y con los terroristas. Ahora, una vez superado el amargo trance de la derrota, recompuesta la figura y afinadas las lenguas, han ampliado el espectro de las acusaciones y la forma de manifestarlas. En definitiva, la cólera virulenta ha reventado.

Pero no es sólo rabia, también es miedo. No tienen claro que puedan echar de la Moncloa a Pedro Sánchez a corto plazo con procedimientos democráticos y han empezado a dispararle dardos envenenados para derribarlo cuanto antes. Lo de los supuestos pactos inconfesables con unos y con otros no parecía que estuviera haciendo mella en la opinión pública y quizá si se le acusara de haber plagiado la tesis doctoral se conseguiría hacer más sangre. Calumnia que algo queda, dice el proverbio, y para qué andarse por las ramas pudiendo ir directamente al tronco. Se aprovecha una pregunta parlamentaria sobre Cataluña y se lanza otra de esas que siembran duda. Lo de la unidad de España puede esperar, pero acabar con el malvado no admite demasiadas dilaciones.

Lo que sucede es que estas estrategias ramplonas sólo convencen a unos cuantos, concretamente a los que ya estaban convencidos de que el actual presidente del gobierno es una especie de fiera Corrupia; mientras que los que en cada elección se plantean a quién elegir porque no tienen prejuicios partidistas –una franja del electorado que suele decidir el resultado de cada votación- ven en estos ataques una chapuza política de dimensiones colosales, una artimaña torticera que descalifica a sus autores. Por tanto, mucho cuidado, no vaya a ser que el tiro les salga por la culata.

Aliados para seguir adelante con estas maniobras de acoso y derribo no le faltan a esos líderes de la derecha ultramontana, periódicos simpatizantes con todo lo que huela a reacción y poderes fácticos que temen perder la situación de bonanza que paradójicamente les ha traído la crisis. Cuentan con medios de comunicación manipuladores de la opinión pública y con dinero para pagar a quien haga falta, a quien sirva a sus intereses.

Estamos asistiendo sólo al principio de la lucha rastrera, abyecta y miserable que se avecina, la  que están decididos a dar los derrotados. Es la única que se les ocurre, porque mucho me temo que se hayan quedado sin ideas, si es que alguna vez las tuvieron.

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