Supongo que detrás de esta dicotomía se ocultan los propios
valores del progresismo y del conservadurismo. Mientras que para los progresistas
las variaciones del comportamiento ciudadano no son más que consecuencia de la
propia evolución de la sociedad, para los conservadores cualquier cambio se
convierte en ruptura del estatus quo establecido y por tanto lo interpretan como un
deterioro de la educación ciudadana.
Yo tengo la sensación de que lo que de verdad ha cambiado en
el mundo y sigue cambiando día a día es el aumento de lo que me gusta llamar permeabilidad
social, es decir el incremento de la capacidad de relacionarnos cada día con un mayor número de personas
procedentes de entornos distintos al nuestro. Mientras que hace años nos
movíamos en un estrecho círculo de amistades, casi todas pertenecientes al “ambiente social” de cada uno, ahora lo hacemos con multitud de personas que proceden de
distintas capas sociales y con distintos grados de formación. Antes, me refiero para no ir más lejos a la primera mitad del siglo XX, era raro que alguien interactuara fuera de su entorno social
más allá de lo imprescindible. Como consecuencia, convivía sólo con individuos procedentes del suyo y, si se salía de él, era por lo general bajo el prisma de la sumisión de unas clases frente a otras. Lo que en
sociología se conoce como síndrome del amo o del siervo, según sea el caso.
Por tanto, la visión de lo que se consideraba educado o
maleducado, refinado o chabacano, fino o grosero se percibía siempre en comparación con los
estándares del grupo al que se pertenecía. Ahora, sin embargo, como consecuencia de la
permeabilidad social se vive inmerso en una sociedad diversa, en la que las diferencias de educación entre capas sociales tienden a desaparecer. Debido a ello, comportamientos que
siempre han existido se ven por algunos como nuevos, como signos del deterioro
de las costumbres, cuando no son más que la manifestación exacta de la sociedad
en su conjunto.
Dije yo el otro día en un determinado foro, muy uniforme en su extracción social y en su nivel educativo, que sigue habiendo gente bien educada en la sociedad como siempre ha habido. Alguien, de indudable mentalidad conservadora, me contestó: puede ser, pero deben de estar muy escondidos. Lo dicho, los hay que preferirían seguir encerrados en sus burbujas, en las que la mala educación, al menos como ellos la entienden, no tiene cabida.
En lo que hay que confiar es en que la mejora de la permeabilidad social enriquezca el conjunto de la educación social y no lo deteriore, aunque ahora las varas de medirla sean distintas a las de antes.
Luis, entre tanto ruido y tanta furia, un artículo sensato.
ResponderEliminarFelicidades.
Ángel
Gracias, Ángel.
ResponderEliminarA esa permeabilidad ¿la podríamos llamar también tolerancia?
ResponderEliminarFernando.
Fernando, por permeabilidad social, expresión que me he inventado, me refiero al contacto entre las distintas capas de la sociedad, un avance que permite que nos conozcamos mejor entre nosotros. Creo que la tolerancia es otra cosa, aunque es cierto que gracias a ella la permeabilidad social va aumentando día a día.
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