En el trágico caso de las inundaciones en la Comunidad de Valencia
de octubre de 2024, además de ponerse de manifiesto la incompetencia del presidente de su gobierno
autonómico, se vio con claridad la falta de una mínima estructura de
protección civil. En una región de España en la que las inundaciones originadas por
fenómenos de gota fría son muy frecuentes, no se han tomado medidas que atenúen
los efectos de estos destructivos fenómenos meteorológicos. Se sigue
construyendo en los barrancos, no se desvían los arroyos peligrosos ni se
canalizan los ríos. Es cierto que esto cuesta dinero, pero si los presupuestos
se derivan hacia otros destinos y los impuestos se bajan, las catástrofes originadas por los fenómenos medioambientales se seguirán sucediendo.
Lo de los cribados en Andalucía clama al cielo. Están bien las
iniciativas de medicina preventiva contra el cáncer de mama, pero si después se
archivan los resultados y no se informa a las afectadas, no sólo no sirven de
nada, sino que además se quedan en mera propaganda política sin resultados
positivos. Lo que sucede es cuando se desmantela la sanidad pública poco a poco, después pasa
lo que pasa, que no hay medios suficientes ni para atender a las mujeres que han dado un diagnóstico positivo ni para informar a las demás. De la posible alteración de datos
prefiero no hablar hoy. La fiscalía ha intervenido y esperemos sus conclusiones. Ya habrá tiempo para reflexionar.
Vayamos a los incendios de Castilla-León, cuyo relato sería idéntico si nos refiriéramos a los de Galicia. Según explican los afectados,
las brigadas contraincendios estaban desmanteladas, porque mantenerlas activas
en invierno cuesta dinero. Fueron los propios vecinos los que tuvieron que
hacer frente a las llamas que los cercaban con los escasos medios a su alcance,
hasta que con lentitud pasmosa pudieron intervenir los pocos bomberos forestales disponibles.
Después, como esto resultaba insuficiente, apareció la UME. Lo que sucede es
que cuando se pusieron en marcha los recursos necesarios, los montes ardían por
los cuatro costados y no había manera de controlar la catástrofe. Una vez más,
escasez de medios como consecuencia de la precariedad presupuestaria.
Por último, Madrid. Tengo en mi entorno familiar a varios universitarios estudiando unos en la universidad pública y otros en la privada y a través de ellos voy conociendo la actual situación en la primera -escasez de medios, aulas hacinadas y profesores desmotivados que se limitan a recitar la lección del día-, mientras que al parecer en la segunda no suele haber más de treinta alumnos por clase, lo que permite un sistema educativo basado en tutorías frecuentes. Está claro que en unas están están a dos velas y en las otras hay dinero.
En pocas palabras, una política ultraconservadora en todas estas comunidades, donde prima la privatización y poco a poco se va abandonado lo público. Pero es que además, por si fuera poco, todo ello bajo el paraguas neoliberal de reducir impuestos.

¡ Ay pena, penita, pena !
ResponderEliminar