6 de febrero de 2019

Carta abierta a don Pablo Casado

Muy señor mío:

me dirijo a usted para explicarle que, en mi modesta opinión, se está equivocando con la estrategia que ha elegido para ejercer la acción opositora. No voy a darle consejos, porque ni me los iba a aceptar ni creo que los necesite, ya que cuenta con un gabinete de asesores de renombre –como el señor García Egea, campeón de lanzamiento de hueso de oliva en 2008 entre otros méritos-, pero sí mi punto de vista, el de un demócrata que entiende que la crítica política es legítima, pero no el insulto rabalero ni la falta de rigor.

Está en su perfecto derecho –hasta ahí podíamos llegar- en sacar a relucir cuantos defectos quiera de la política que lleva a cabo el presidente del gobierno. Al fin y al cabo desde el último congreso del PP ejerce usted el liderazgo de un partido conservador, cada vez más alejado de la línea progresista que marca el rumbo del gobierno actual, y no puede sorprenderme que sus puntos de vista discrepen. Por tanto no seré yo quien ponga pegas a su contestación política, porque, entre otras cosas, entiendo que sus seguidores no se lo admitirían. Pero en lo que no puedo estar de acuerdo es en esa mezcla de mentiras de bulto y de tergiversaciones de la realidad que utiliza para desgastar la labor gubernamental. Se le ve tanto el plumero de la falsedad, que hasta sus más fieles defensores, aunque lo aplaudan a veces, en no pocas ocasiones se quedan perplejos ante su osadía.

Yo comprendo que cuenta con pocas armas políticas para desgastar al gobierno, porque la prudencia y contención con la que Pedro Sánchez está llevando a cabo su política le deja poco margen. Pero eso no justifica que recurra usted a la demagogia populista y a la falta de rigor con las que adorna continuamente sus proclamas. Lo que dice es tan exagerado, tan falto de coherencia, que da la sensación de que estuviera a la defensiva de los posibles ataques que le pudieran llegar. Al fin y al cabo no en vano ha sido usted partícipe, en su calidad de miembro de la cúpula del PP, de los manejos del gobierno anterior, y todos sabemos las causas que motivaron la moción de censura al señor Rajoy.

Las encuestas no le están yendo demasiado bien. Supongo que las causas son varias, pero no le quite importancia a una de ellas, el estilo que está utilizando. A los ciudadanos no les gustan las malas formas ni mucho menos la reiteración del insulto canalla. El español es un pueblo maduro, que sabe distinguir muy bien la crítica política del tremendismo surrealista, que no confunde la discrepancia con la pelea barriobajera. Yo le recomendaría, aunque ya le he dicho al principio que sé muy bien que no me hará caso, que se acordara de lo que le enseñaron los Hermanos Maristas de su ciudad natal. Haga caso a sus recomendaciones de entonces, por lo menos en lo que se refiere a la educación ciudadana.

Supongo también que su deriva hacia posiciones ultraderechistas le esté pasando factura, porque le flanquean dos compañeros de viaje muy peligrosos para sus intereses. Alguno de sus antiguos votantes le recriminará ese viaje hacia la extrema derecha que ha emprendido desde el principio de sus labores al frente del partido y mirará hacia Ciudadanos, algo más edulcorado; y otros, por el contrario, lo harán hacia Vox, pensando que al fin y al cabo qué más da uno que otro.

De todas formas, le deseo mucha suerte en lo personal.

Atentamente

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