19 de junio de 2021

Los manipuladores de la Constitución

Qué lejos estaba la intención de los padres de la Constitución Española de 1978 del mal uso que algunos políticos, al cabo del tiempo, están haciendo del texto legal. Digo intención, porque toda norma legal dispone de una letra, pero sobre todo de un espíritu. La Carta Magna que sucedió al largo periodo de la dictadura franquista es un compendio de normas dictadas para la concordia, un conjunto de disposiciones pensadas para el encuentro y el entendimiento. No fue una improvisación -a pesar de la urgencia del momento-, sino la consecuencia de haber tomado conciencia de que la ruptura social anterior había sido tan profunda que se necesitaba un acuerdo de gran alcance que pusiera fin al enfrentamiento entre las llamadas dos Españas.

La manifestación del otro día contra los indultos a los condenados por el procés fue una más de las exteriorizaciones del torticero uso que algunos hacen de la Constitución. Aunque resultara un evidente fracaso, lo que cuenta es la intención desestabilizadora de sus promotores, unos partidos conservadores, hoy en la oposición, que no reparan en daños a la hora de atacar al gobierno legítimo de la nación. Les da lo mismo quebrantar la paz social, porque no es un asunto que forme parte de sus preocupaciones. Eligen a una tránsfuga profesional de la política española -la señora Rosa Díaz- como portavoz, exhiben banderas nacionales y entonan cánticos patrióticos, proclaman desde la tribuna de oradores sus odios y sus fobias, pero no hacen ninguna propuesta alternativa a las iniciativas que el gobierno ha decidido poner en marcha para desatascar el profundo quebranto de la unidad de España que supuso la declaración unilateral de independencia de 2017. Se limitan a repetir machaconamente que lo que pretende Pedro Sánchez es seguir ocupando la Moncloa.

Cortedad de miras, dirían algunos. Sin embargo, a mí me parece que detrás de esta parodia de defensa de la unidad de España se encuentra algo mucho más preocupante, el intento de recuperar el poder perdido caiga quien caiga, sea éste el gobierno, la concordia entre los españoles o el futuro de la nación. Lo importante para ellos es volver a manejar los hilos políticos, algo que deben de ver muy lejos de conseguir sin retorcer al país, sin exprimir las conciencias de los ciudadanos, muchos de los cuales se preguntan que a cuento de qué tanto grito. Se trata, que a nadie le quepa duda, de una acción programada y estimulada por los que consideran a España de su exclusiva propiedad, por aquellos que por convicción ideológica nunca han tolerado de buena gana el juego democrático, porque en el fondo de sus conciencias no son demócratas.

El asunto que está en juego es la unidad de España, de la España de todos, no sólo de la suya. Sus torpezas, su inactividad y su falta de visión política propiciaron una situación de inestabilidad política como nunca habíamos conocido los españoles de la posguerra. Se encontraron de repente con una deriva política que nunca se hubieran imaginado y para cuya solución a corto plazo tuvieron que contar con el partido socialista. El 155 hubo de aplicarse porque la inoperancia de los que gobernaban en aquel momento había permitido que los independentistas se crecieran y decidieran forzar al Estado. La responsabilidad fue de éstos últimos, pero la causa fue la torpeza del gobierno conservador que presidía el señor Rajoy.

Lo que pretende el gobierno ahora es abrir un diálogo que permita alcanzar un gran acuerdo de convivencia. Los indultos, que son unas herramientas absolutamente legales, persiguen disminuir en lo posible la tirantez existente en la actualidad. No son un fin, sino un medio. Es cierto que los indultados podrían volver a las andadas, pero no lo es menos que, si no sé intenta un arreglo, la situación continuará en vía muerta, con el consiguiente desgaste institucional, político y social. Porque no se puede olvidar nunca que en situaciones de conflicto el tiempo juega en contra, hasta convertir lo reversible en irreversible.

Ojalá el gobierno acierte en su política de concordia, a pesar de los palos en las ruedas que les arrojan aquellos a los que lo único que les importa es recuperar el poder, aun a costa de manipular la Constitución.

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo. Y lo peor es que ese comportamiento del grito y el insulto arrastra a muchos.

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  2. Lo curioso es que ese comportamiento tenga éxito. Hay muchos a los que les encanta oír gritos e insultos. Lamentable.

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