7 de julio de 2016

Negociar no es rendirse, sino todo lo contrario

Ignoro que posición adoptará la Ejecutiva Federal del PSOE en su reunión del próximo sábado respecto a la investidura de Mariano Rajoy como presidente del gobierno. Los gritos de ni por acción ni por omisión (prefiero esta expresión a la de ni por activa ni por pasiva) no deberían llevarnos a engaño, porque  no son más que proclamas en periodo de negociación, cuando no es recomendable dejar ni un milímetro del cuerpo al descubierto, no vaya a ser que el contrincante en algún descuido te pinche con el florete. En cualquier caso, decidan lo que decidan los del aparato socialista, yo voy a dar mi propia opinión sobre lo que deberían hacer, aun a riesgo de no coincidir con sus resoluciones internas. En peores jardines me he metido y aquí estoy.

Es cierto que el ejecutivo neoliberal que nos ha gobernado durante los cuatro últimos años ha dejado la casa patas arriba y sin barrer. Pero no lo es menos que acaba de recibir un respetable respaldo, tanto en votos como en escaños. Por si fuera poco, el PP ha avanzado con respecto a las elecciones del pasado 20D y, junto con la otra derecha, la que representa Ciudadanos, supera a la suma de los electores del PSOE y de Podemos y sus adláteres. Por tanto, desde un punto de vista estrictamente democrático, no se le puede negar al señor Rajoy el derecho a gobernar. Que hayamos llegado a esta situación es algo que ahora no toca discutir. Ya he señalado culpables en varias ocasiones.

Llegados a este punto, y teniendo en cuenta que el candidato no dispondría en principio de apoyos suficientes para ser investido ni después para gobernar con comodidad, lo que a mi juicio procede es negociar, expresión que no significa ni rendirse ni mucho menos firmar cartas en blanco. Tampoco, y esto a veces se pierde de vista, gobernar con ellos. Abocados como parece que estamos a una nueva legislatura conservadora, cuyos manejos nada proclives a las políticas sociales conocemos muy bien, lo que debería hacer el PSOE, porque es el único que puede hacerlo, es atar en corto al PP, lo que en román paladín significa obtener garantías de que se restituyen determinadas políticas sociales, cercenadas o suprimidas en la legislatura anterior, y el compromiso de que se llevarán adelante otras nuevas que ni por asomo están en el programa del Partido Popular. Es evidente que al tratarse de una negociación, no todo lo que solicitara el PSOE se le concedería, pero siempre será mejor algo que nada.

Que a nadie le quepa la menor duda de que los socialistas disponen de suficientes resortes democráticos para amortiguar en cierta medida las políticas neoliberales a las que nos tiene acostumbrados los gobiernos del PP. Eso siempre ha sido asi y espero que lo siga siendo en el futuro. Si lo consiguiera, y además fuera capaz de transmitir a la sociedad su aportación en forma de contrapeso de la derecha rampante, este apoyo a la investidura sería bien aceptado por la mayoría de los ciudadanos, no por todos, porque ya se sabe que los de Podemos aprovecharían la ocasión para poner el grito en el cielo y acusar a los socialdemócratas de lo habido y por haber. Pero con eso hay que contar, porque esta nueva izquierda desorientada, que no sale de su asombro por el resultado obtenido en las urnas, no cejará en su estéril y antisocial política de acoso y derribo al PSOE, mientras le queden fuerzas para ello.

Después, si el señor Rajoy incumpliera sus acuerdos de investidura con el partido socialista, ya se vería qué hacer. No olvidemos que, de acuerdo con la Constitución, un voto de censura puede acabar con cualquier gobierno en minoría, situación en la que estaría el PP si gobernara gracias a los acuerdos con el PSOE.

Pactar no es rendirse, sino todo lo contrario. Significa seguir luchando desde la oposición en defensa de tus principios, con las armas democráticas que te han dado los electores.

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