11 de enero de 2017

Abyección e infamia galopantes

Estos días me he acordado con cierta frecuencia de aquel viejo chascarrillo que decía algo así como, su madre será una santa pero usted es un hijo de puta. Un mensaje, creo yo, que solicita que se establezcan responsabilidades claras y no se diluyan éstas en un  totum revolutum. Una cosa es la madre y otra el hijo de puta. Cuando reflexiono sobre el señor Trillo-Figueroa y el accidente del Yak-42, se me ocurre pensar que quizá el político conservador sea una persona honorable, ¿por qué no?, pero de lo que no cabe la menor duda es de que se ha comportado y sigue comportándose como un auténtico abyecto. Resulta inexplicable a estas alturas su obstinación en no pedir perdón a los familiares de las víctimas y en eludir la responsabilidad que le corresponde en los dramáticos hechos que acabaron con la vida de 62 militares españoles, el 26 de mayo de 2003.

Que el gobierno lo premiara nada más y nada menos que con la más alta representación diplomática de España en el Reino Unido, siempre resultó ante los ojos de los españoles un auténtico esperpento, un insulto a la dignidad colectiva. Pero tras conocerse el dictamen del Consejo de Estado, el insulto se ha convertido en una grave injuria. Que Dolores de Cospedal, haciendo de la necesidad virtud, haya demostrado tener cintura política reuniéndose con los familiares de las víctimas y prometiendo una investigación exhaustiva sobre las circunstancias que concurrieron, alivia en cierto modo la tensión anímica, pero no redime en absoluto las responsabilidades de su antecesor en el ministerio de Defensa ni la de los que han estado encubriéndolo durante todos estos años.

Un país digno no puede ocultar infamias. Si lo hace, estará contribuyendo al envilecimiento de su sociedad, sentará unas peligrosas bases sobre las que fomentar todo tipo de comportamientos inmorales, permitirá que se confunda el vicio con la virtud. Los dirigentes de turno -el gobierno- no pueden mirar hacia otro lado. Si continúan haciéndolo como hasta ahora conseguirán el desprecio de los españoles de buena fe, categoría transversal que nada tiene que ver ni con la derecha ni con la izquierda, porque la decencia es independiente de las ideas políticas. Incluso a veces, me atrevería a decir, del código penal.

Sin embargo, algunos de los más preclaros representantes del actual ejecutivo están dando estos días un espectáculo bochornoso, tratando con muy poca fortuna de ocultar las que creen sus miserias, entre ellos su presidente, el señor Rajoy, que dijo no haberse enterado del dictamen del Consejo de Estado, para añadir a continuación que ese asunto ya estaba solventado. El señor Catalá, titular de Justicia, se lleva la palma de los despropósitos cuando pregona a la ciudadanía que pedir perdón es reconocer la culpa. Pues sí, don Rafael, así es. Pero, ¿no cree, ministro, que los familiares de aquellos militares que fueron víctimas del despropósito y de la iniquidad de algunos se merecen ese reconocimiento? Seguramente sea éste un aspecto que le importe a usted un bledo y su preocupación se centre exclusivamente en mantener el estatus político que goza.

Esta mañana he oído a la hermana de uno de los fallecidos decir algo así como nuestros muertos no dieron la vida por España, España se la quitó. Aplastante. Doloroso.

4 comentarios:

  1. Luis, dos observaciones (y media):
    1. Tu frase de "quizá el político conservador sea una persona honorable" y el resto de tus apreciaciones sobre el "Excelentísimo Señor Embajador" me parecen un oxímoron.
    2. Lo que aseguras de la Sra. de Cospedal de que ha prometido “una investigación exhaustiva”, me lo creo porque lo dices tú pero yo a ella, ni a ningún miembro del gobierno les he oído algo semejante. Claro que hace cuatro años y como secretaria general del Partido Popular también empleó una frase así para referirse al reparto de sobres de dinero no declarado en dicho partido.
    Aprovecho para aclararte que a la Sra. de Cospedal habría que ponerle entre paréntesis “née Sra. Cospedal García” (como decían las crónicas de sociedad cuando Franco) que no solo algunos político catalanes se cambiaron de nombre. Porque mira que a los madrileños os molesta llamaros García o Pérez o tener el primer apellido de una sola palabra.
    Angel

    ResponderEliminar
  2. Ángel, dos contestaciones (y un cuarto).
    1. Por mucho que reviso mi texto no encuentro ningún oxímoron, salvo que consideres que conservador y honorable son dos palabras de significado opuesto. Yo no. Digo simplemente que quizá sea una persona honorable, porque aplico el caritativo principio de "in dubio pro reo"
    2. Este articulo no trata de Dolores de Cospedal (nombre por el que se la conoce en los medios de comnicación). Me limito a decir que ha prometido una investigación exhaustiva. Que lo haga o no el tiempo lo dirá.
    Aprovecho para recordarte que yo no soy madrleño, con lo que tu acusación sobre la predilección de los apellidos debe de tener otros destinatarios.
    Por cierto: ¿qué tienen que ver los catalanes con todo esto?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues es que Josep Antoni Duran i Lleida nació en la provincia de Huesca y no creo que en el 1952 se llamase "Josep Antoni", ni tuviese la elegante y catalana "i" entre sus apellidos. Y es solo un ejemplo entre otros muchos.
      El oxímoron es por los epítetos con los que le calificas al Sr. Trillo (aka "Tillo") después de llamarle "persona honorable".
      Un abrazo
      Angel

      Eliminar
  3. Yo podría ponerte ejemplos de otras muchas regiones. De ahí mi sorpresa en la insistencia "catalana".

    Por otro lado, por eso no encontraba yo ningún oximorón. Tu aprecias contradicciones, que ya he tratado de explicar en mi respuesta anterior. La amable presunción de inocencia nunca contradirá a las sospechas o incluso a las evidencias.

    ResponderEliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.