24 de septiembre de 2020

Si lo sé no entro

 


En varias ocasiones, aquí y en algunos libros de viajes que escribí hace ya algún tiempo, he confesado la decepción que siento cuando un guía turístico no está a la altura de las circunstancias. No me refiero a los generalistas, a los que te acompañan día tras días durante un viaje organizado, porque mi experiencia me dice que por lo general suelen conocer bien su oficio y responden a las expectativas. Estoy pensando en los que te enseñan lugares concretos, de los que se supone, porque para eso están, que dominan en profundidad el lugar y su historia.

Acabo de volver de un viaje con mi mujer por los montes de Toledo, un recorrido sin plan prefijado por la España interior que me ha dejado impresionado por la belleza de los paisajes y, sobre todo, por la amabilidad de sus gentes. Uno de los lugares que visitamos fue el monumental monasterio de Guadalupe -patrimonio de la humanidad- de la mano del correspondiente guía local, un hombre de unos cuarenta y muchos años que, con una voz monótona y monocorde, se dedicó durante la escasa hora de la visita a contarnos anécdota tras anécdota y leyenda tras leyenda. Ni una mención ni media a la historia del conjunto monuental, sin apenas alusiones ni a la impresionante arquitectura que recorríamos ni a las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo del tiempo tan extraordinario lugar.

En lo que sí se entretuvo, hasta la saciedad, es en explicarnos la riqueza de los distintos mantos de la virgen de Guadalupe. Además, no escatimó palabras para elogiar la riqueza de las vestimentas sacerdotales que se exhibían en algunas vitrinas, ni mucho menos para contarnos los festejos que se organizaron cuando, hace ya un siglo, Alfonso XIII acudió a Guadalupe para nombrar a la virgen de Guadalupe reina de la Hispanidad. Mucha música monocorde y poca lírica. Pero, sobre todo, ningún dato histórico, ninguna fecha que centrara la cronología, ninguna referencia que ayudara a entender mejor la extraordinaria arquitectura del conjunto de dependencias que visitábamos.

Siento que las cosas sean así. Es cierto que ahora cualquier información que uno quiera la encuentra con facilidad en Internet; pero no lo es menos que el momento más adecuado para recibirla es cuando se visita el escenario concreto. Lo que sucede, supongo, es que como a la mayoría de los visitantes no les interesa más que lo anecdótico y lo superficial, los guías profesionales no hacen ningún esfuerzo en profundizar. Eso unido a que carecen de la formación que debería exigírseles. Un círculo vicioso que nadie intenta solucionar.

Sin embargo, en este viaje visité también el centro de interpretación del geoparque de la comarca de las Villuercas, concretamente en el municipio de Cañamero, muy próximo a Guadalupe. Allí, una jovencita veinteañera, auténtica vocacional, nos explicó durante casi dos horas los fundamentos de una materia tan desconocida para el común de los mortales como es la geociencia. Pero no sólo los aspectos científicos, también las políticas nacionales e internacionales que se han ido poniendo en marcha para proteger “las piedras”. Insisto: una maravilla. Lo cuento por aquello de hacer justicia.

En cualquier caso, me impresionó tanto el entorno que recorrimos que me he propuesto volver allí en primavera. No volveré a entrar en el monasterio para no llevarme otra desilusión, pero volveré a recorrer una comarca que me ha parecido fascinante. Un viaje que recomiendo a los entusiastas del turismo rural.

3 comentarios:

  1. Alfredo Diez Esteban25 septiembre, 2020 09:36

    Debajo de todo subyace la poca cultura del ciudadano medio español. Duele decirlo, pero es así.
    Creo que se pueden hacer cosas para mejorar la situación.

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  2. Por eso creo que los guías turísticos deben contribuir con sus expliaciones a fomentar la cultura, en vez de comportarse como si fueran sacristanes meapilas, dicho sea en el sentido figurado de la expresión.

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  3. Yo opino que ese petardo debería salir de ahí, no lo puse en su sitio por respeto al grupo con el que visité en Monasterio de Guadalupe. No sé quién se cre que es!!

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