24 de abril de 2022

Impuestos y chiringuitos

Siempre he pensado que cuando para criticar una iniciativa del adversario político se recurre a argumentaciones marginales al fundamento de la decisión, la razón estriba en que no se encuentran otras de más peso y se necesita acudir a circunloquios. Sucede con frecuencia, como con los ataques a la decisión de Pedro Sánchez de apoyar las tesis de Marruecos sobre el futuro del Sahara. Han sido muy pocos los que han reprobado el meollo de la cuestión (integridad territorial, seguridad, terrorismo, economía, ...), aunque sean muchos los que han pretendido deslegitimarla resaltando la manera de comunicarla que eligió el presidente, lo que, a mi entender, pone de manifiesto que la idea de restablecer la normalidad diplomática con Marruecos no les debe de haber parecido tan mala.  

En otro orden de cosas, con esta murga de la derecha de bajar los impuestos, la gran obsesión de siempre de los partidos conservadores, sucede algo por el estilo. Cuando se les pregunta que de dónde sacarían el dinero para mantener los gastos del Estado si se recaudara menos, contestan que suprimiendo chiringuitos y gastos innecesarios, como el que según ellos representa la existencia de algún ministerio que otro.

Por chiringuitos quizá entiendan oficinas tales como la de defensa del idioma español que la señora Díaz Ayuso creó de la noche a la mañana para acomodar al señor Toni Cantó, un lingüista de renombre, como de todos es conocido. No creo que con suprimirla se puedan acortar las colas en la sanidad pública, pero por mí que la supriman. En cuanto a qué ministerio habría que cerrar, ahí hay mucha variedad en las opiniones, porque algunos se refieren al de Igualdad (¿por qué será?), otros al de Cultura (¡qué curioso!), aunque no faltan los que desmantelarían el de Defensa y nos dejarían en bragas frente a las amenazas externas. En esto hay muchas y muy distintas opiniones.

Hablaba yo hace tiempo con un funcionario de alto nivel, un profesional de la administración central, no uno de los que se nombran a dedo por aquello de la confianza política del ministro, sino de los de oposición y larga trayectoria profesional al frente de sus responsabilidades, con gobiernos tanto de un color como de otro. Me explicaba que las remodelaciones ministeriales no suponen supresión de gastos, porque los funcionarios de los ministerios eliminados se trasladan junto con sus competencias a otros departamentos de la administración central, los edificios que ocupaban siguen en manos del Estado y las dotaciones presupuestarias pasan de un ramo a otro. Si acaso, se suprimiría el sueldo de un ministro para crear el de un secretario de estado en otro ministerio. ¡Ya ve usted que ahorro para compensar la disminución recaudatoria!

Pero la oposición solicita la bajada de impuestos a voz en grito porque carece de otras razones o porque quiere ocultar las verdaderas, que en mi opinión no son otras que las de reducir gastos de carácter social. Para qué tanta sanidad pública -dicen-, tanto colegio, tanta protección al desempleo, tanto ERTE, tanto despilfarro en asuntos que se pueden conseguir en el sector privado. Hágase usted un plan de pensiones, un seguro médico y deje de chupar de la teta del Estado. Es decir, le vamos a bajar los impuestos en 50 euros al mes, pero tendrá que gastarse 200 o más si quiere que sus prestaciones sociales se mantengan como hasta ahora. Estas teóricas reducciones de impuestos terminan favoreciendo a los que más tienen y perjudicando a los menos favorecidos. Suponen un retroceso en las políticas de redistribución de la riqueza, del todo injusto. Y, aunque no voy a entrar en consideraciones de carácter macroeconómico aunque se me ocurran muchas, sí mencionaré que la Comisión Europea ha llamado la atención sobre esta propuesta, que redundaría en un aumento de la inflación, precisamente en un momento muy delicado para nuestras economías. 

Tengo la sensación de que Pedro Sánchez no va a ceder ni un milímetro en sus políticas sociales, y por tanto en las fiscales, lo que significa que la copla del señor Feijoo de reducir los impuestos le va a entrar por un oído y salir por el otro sin causar mella. Sin embargo, creo que ésta sería una buena ocasión para hacer pedagogía y explicar a los ciudadanos qué hay en realidad detrás de estas propuestas conservadoras, para que no se dejen engatusar por tanta demagogia.

5 comentarios:

  1. Es verdad que las críticas a las medidas que toma el Gobierno son en la inmensa mayoría de los casos infundadas. Pero este es juego habitual de la política con "p" minúscula.
    Ahora bien en Política los gestos son muy importantes y definitivos a la hora de conseguir votos.
    La presentación por le Gobierno del cambio de actitud en lo relativo al Sahara es impresentable y hay que decirlo.
    Y sería muy bien visto por la opinión pública una reducción del número de ministerios y asesores. El consiguiente ahorro en los Presupuestos sería insignificante, pero para la opinión pública sería una señal de que los sacrificios son de todos, no sólo del pueblo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alfredo, he contestado a tu comentario más abajo. Un error de edición.

      Eliminar
  2. Creo que hay veces en las que los que gobiernan deben de ovidarse de los votos y actuar de acuerdo con el interés general. En el caso del complicado asunto del Sahara, es posible que los vericuetos diplomáticos obligaran a ser muy cautos. No tenemos toda la información. En el de la reducción de ministerios, si no hay ahorro, para qué satisfacer a la oposición.

    ResponderEliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.