8 de abril de 2022

Los conservadores se renuevan. ¿O no?

El señor Casado cometió bastantes errores políticos durante su presidencia del partido, pero curiosamente el "establishment" popular lo ha enviado al ostracismo nada más y nada menos que por denunciar irregularidades en las contrataciones de la comunidad autónoma que preside la señora Díaz Ayuso. Todo hace suponer que la cúpula del PP estaba esperando un pretexto para quitárselo de encima y que sacar a la luz una posible corrupción interna fue el detonante que necesitaban para actuar. Lo cierto es que Casado y su segundo, García Egea, ya no están donde estaban y que como consecuencia podría pensarse que el estilo de oposición vaya a cambiar. El de hasta ahora era nefasto desde un punto de vista democrático, una especie de cantinela continua sobre las “maldades” del gobierno de Sánchez, una letanía que por exagerada y fuera de contexto carecía por completo de credibilidad. Nada más que insultos y críticas de lo anecdótico, absoluta carencia de una auténtica oposición al estilo europeo.

Este cambio ha coincidido con la guerra de Ucrania, de manera que nos quedaremos sin saber cómo habría reaccionado el señor Casado ante una situación tan complicada como es ésta. La señora Gamarra, doña Cuca, hasta hace poco portavoz del PP en el Congreso y desde hace unos días secretaria general de los populares, no ha cambiado el estilo que mantenía cuando se sentaba al lado de su jefe anterior. El apoyo a las medidas adoptadas por Pedro Sánchez frente a la crisis duró tan sólo unas horas, porque ya ha empezado con las viejas cantinelas de usted se aprovecha de la guerra de Ucrania para justificar sus fracasos. Habrá por tanto que esperar para ver cómo actua Núñez Feijoo. Pero don Alberto, el flamante nuevo presidente de los populares, ya ha empezado a justificar la injustificable alianza de Mañueco con Vox, culpando a los socialistas de haberlo obligado, y a justificar la última condena por corrupción al PP diciendo que hay que tomárselo con deportividad. Mire usted: la sinvergonzonería no es un deporte. Mal principio.

El latiguillo de que España necesita una derecha equilibrada, alejada de los populismos extremistas, se ha convertido en un tópico en los últimos días. Yo estoy totalmente de acuerdo con esta necesidad, la de una oposición civilizada y democrática que sirva de contrapunto al actual un gobierno. La de hasta ahora servía de muy poco, sólo para alejar a los votantes conservadores de la derecha tradicional, algunos hacia la abstención y otros hacia las filas de la ultraderecha. El crecimiento de Vox sólo se explica por la inoperancia del equipo de Casado. Pero mucho me temo que los recién llegados sigan cayendo en los mismos errores. No sé si serán capaces de comprender que la ultraderecha se los va a comer con patatas, permítaseme la comparación gastronómica.

El señor Núñez Feijoo viene acompañado de buenas credenciales, no sólo por el éxito electoral en su comunidad, también por un supuesto talante moderado. Pero España no es sólo Galicia, por lo que  habrá que esperar para ver qué sucede. Ese respaldo incondicional que le ha dado a la señora Díaz Ayuso, una auténtica “trumpista”, con más osadía que conocimiento, inquieta a muchos. Está bien que deje de momento a un lado las acusaciones de corrupción que investiga la fiscalía hasta que ésta se pronuncie, pero debería ser más cauto con las alabanzas a una líder populista que no le hace feos a los de Vox.

Me gustaría que el Partido Popular volviera a la senda de la centralidad o, al menos, que abandonara la algarabía parlamentaria y la oposición inútil. No sé si será capaz de hacerlo, porque en los momentos actuales, desaparecido prácticamente Ciudadanos, puede que continúe con la tentación de ir del brazo de la ultraderecha que representa Vox. Haría bien el nuevo equipo en rectificar el rumbo que seguían en los últimos años, porque, no lo olvidemos, sus anteriores victorias electorales se han debido siempre más a los votos del centro conservador y moderado que a los de los extremistas de derechas. Ellos verán lo que hacen; yo me limito aquí a señalar el peligro que corren, el de que Vox los devore.

Casado ya no está y de Núñez Feijoo sabemos poco. Sólo queda esperar y ver.

5 comentarios:

  1. Yo creo que en Galicia se vota PP esté quien esté, no por mérito de Feijoo.

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    1. Es cierto que en Galicia predomina el voto conservador. Sin embargo, hay precedentes de gobiernos progresistas. Habrá que ver qué pasa cuando Feijoo desaparezca de la escena.

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  2. Le diría a Feijóo que sugiriese una bajada de impuestos cuando no hubiese largas listas de espera en la Sanidad y el informe PISA mostrase que la enseñanza en España estaba a la altura que le corresponde. Porque para mejorar eso hacen falta los medios económicos que se consiguen con los impuestos.
    Si yo fuese Feijóo y tuviese intención de arrancar votos, preguntaría al Presidente por el número de ministerios y asesores que pensaba reducir. No representa una cifra importante en los Presupuestos, pero la gente lo vería con simpatía.

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    1. Lo que sucede es que a la derecha no le debe de importar ni las colas en Sanidad ni la calidad de la enseñanza ni las prestacionrs por desempleo ni los ERTE. Por eso, recaudar menos impuestos no es su preocupación. Sin embargo, cuando se trata de apoyar un aumento en los presupuestos de Defensa aplauden con entusiasmo, un sinsentido que resulta paradojico.

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  3. La derecha creo que siempre fue más guerrera en la historia

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