20 de mayo de 2022

Escepticismo y superstición

Explica el diccionario de la Real Academia Española que la palabra escepticismo, en una de sus acepciones, se refiere a la desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo. Pues bien, de acuerdo con esta definición, yo soy escéptico en casi todo. Mi método analítico de cualquier asunto que no tenga demostración científica empieza por poner en duda las aseveraciones que se hagan, darle una y mil vueltas al asunto intentando encontrar otras posibles explicaciones, para, por lo general, acabar manteniéndome en la desconfianza, cuando no negando su veracidad. Me pasa con todo, desde las llamadas cuestiones metafísicas, hasta las más ordinarias de andar por casa. Le oí decir una vez a la escritora Elena Soriano que, por negar, ella negaba hasta la eficacia de la Cafiaspirina, una simpática hipérbole que se me quedó grabada.

Admitir afirmaciones que no tienen fundamento racional es superstición, se trate de simplezas o de grandes doctrinas teológicas. Algunos a esto último lo llaman Fe, escrito así con mayúscula. Pero creer en lo que no se puede demostrar, se trate de la mala suerte que otorga pasar por debajo de una escalera o de atribuir milagros a divinidades, santos y profetas no deja de ir contra la razón. Ni lo primero ni lo segundo es demostrable científicamente, por lo que admitirlo entra dentro de lo que se entiende por superstición. El ser humano es libre para escoger lo que quiere o no quiere creerse, y en eso nada tengo que objetar. Pero, precisamente en función de esa libertad, yo he escogido el escepticismo como norma de conducta, que no significa negar por negar, sino no admitir lo que no esté debidamente demostrado por el conocimiento.

Si somos seres racionales, si tenemos capacidad para analizar cada suceso con detenimiento, pero sobre todo si vivimos en el siglo XXI, cuando los descubrimientos científicos arrinconan día a día las viejas teorías y nos enseñan la pequeñez de nuestro conocimiento en comparación con el mundo por descubrir, ¿cómo se puede vivir sin ser escéptico? Sólo hay una forma, la de negarse a razonar y sustituir el discernimiento por la superstición, una postura sin duda cómoda, pero desde mi punto de vista engañosa. Cómoda, porque evita pensar, y engañosa, porque se admite sin pruebas. No olvidemos que creer significa dar algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado.

No se trata por tanto de negar, como he dicho antes, sino de razonar, de utilizar nuestra capacidad intelectual. El escéptico ni niega ni afirma, simplemente analiza y, ante la duda, no acepta la afirmación. Leí una vez una reflexión de Unamuno, cuyo mensaje me impactó: "no es lo mismo creer que Dios no existe que no creer que exista”.  Don Miguel quería decir que afirmar la no existencia es al fin y al cabo una creencia, tan indemostrable como la contraria. Sin embargo, no creer es no dar por buena la afirmación si no hay demostración racional.

Las creencias, no sólo religiosas sino todas en general, se basan en la aceptación sin condiciones de algo que gratifica al creyente, unas veces por la costumbre heredada y otras por la necesidad de sentir amparo ante el desconocimiento del mundo que nos rodea, donde las magnitudes tiempo y espacio sobrepasan nuestra capacidad mental. El universo puede que no tenga límites y ni haya tenido origen ni vaya a tener final. Pero esa teoría colisiona con nuestra limitada capacidad intelectual, acostumbrada a manejar magnitudes finitas. Por eso se acude a veces a interpretaciones sobrenaturales, es decir, a creer en lo que no se puede demostrar.

Ante lo desconocido, los escépticos utilizamos la reflexión en vez de aceptar lo indemostrado.

4 comentarios:

  1. Personalmente soy escéptico, pero para ser riguroso intento pensar que la experiencia y la lógica tal vez no sean las únicas fuentes de conocimiento, aunque lo sean para mí. Al fin y al cabo ha habido y hay muchas personas, mucho más sabias que yo, que no son escépticas y otro gran número de personas que sí lo son.

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  2. Alfredo, es cierto que ha habido y sigue habiendo personas sabias que no son escépticas. Allá cada uno con su escepticismo y con sus supersticiones. En cuanto a las fuentes del conocimiento, no veo claro a qué te refieres. Supongo que no a las revelaciones sobrenaturales. ¿Hay alguna otra fuente que no sea la lógica y el conocimiento?

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    1. Me refiero a eso tan difuso que llamamos intuición.

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    2. Como tú bien dices, la intuición es tan difusa que yo procuro no guiarme por ella. Debe de ser porque soy un escéptico.

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