20 de septiembre de 2022

Ni se despeina

Ni que decir tiene que vi en directo, sin perderme ni un detalle, el último debate en el Senado, aquel en el que, según los medios de comunicación, Pedro Sánchez y Alberto Núñez iban a tomarse el pulso. Cuando digo sin perder un detalle, no exagero, porque me tragué hasta las intervenciones de algunos senadores de los que no conocía absolutamente nada, ni siquiera su nombre. Pero es que me había propuesto sacar una impresión general de cómo se respira en todos los estratos políticos del país después de las vacaciones, para lo cual no basta con oír y ver sólo a las primeras figuras, sino que conviene hacerlo con el conjunto de la representación senatorial. ¡Y vaya que si lo conseguí!

El título de este artículo (¿sería mejor decir crónica?) lo he sacado de una de las frases del presidente Sánchez, cuando le dijo al jefe de la oposición: “usted pasa en un instante de insultar a negar que insulta sin ni siquiera despeinarse”. Después de reconocer este último que había comparado al primero con el personaje de la novela de García Márquez “El otoño del patriarca”, un dictador sanguinario y despiadado, negó que eso fuera un insulto. Incluso llegó a insinuar que debería considerar un honor que lo relacionase con el genial escritor.

A mí no me gustó el debate, en el que en vez de propuestas sólo hubo descalificaciones. Pero entiendo perfectamente que el gobierno, ante la furibunda estrategia de acoso y derribo que está ejerciendo la oposición, plagada de falsedades, de acusaciones que nada tienen que ver con la realidad y de insultos a cuál más grueso, haya decidido cambiar de estilo. Si el PP no juega limpio, Sánchez no va a seguir con el guante blanco al que en principio le obligaría su condición de presidente del gobierno de la nación. En la guerra como en la guerra. Parece claro que está dispuesto, a partir de ahora, a denunciar las maniobras poco democráticas del señor Núñez, como, entre otras cosas, la terca oposición a renovar el Consejo General del Poder Judicial, en el que la mayoría conservadora da un plus de comodidad a la oposición, algo que están decididos a no perder, aunque sea poniéndose la Constitución por montera.

Además, después de unos meses en los que ha quedado de manifiesto la falta de conocimientos de Núñez en política nacional e internacional, parece claro que Sánchez no le va a disimular los numerosos errores que comete, como puso en evidencia cuando durante el debate empezó a enumerar las frecuentes y abultadas equivocaciones que, una tras otra, fue desgranando a lo largo de varios minutos, preguntándose detrás de cada mención si eso era incompetencia o mala fe. Un rosario de acusaciones muy duro, que demuestra que el gobierno ha decidido cambiar de estrategia, algo que por otro lado le estaban pidiendo a voces sus votantes.

Después de oír, como he dicho arriba, a uno y a cada uno de los intervinientes, me reafirmo en algo que ya he escrito aquí en más de una ocasión, que el Partido Popular sólo contaría, tras las próximas elecciones, con el apoyo de la ultraderecha, lo que es muy posible que permita la formación de un nuevo gobierno progresista durante cuatro años más. La expresión “con tal de que no vengan éstos” se repitió en varias ocasiones durante el debate, aunque fuera con palabras distintas. 

Todavía falta un año, de manera que ya veremos qué sucede de aquí a entonces.


3 comentarios:

  1. Yo sería incapaz de tragarme un debate entero en el senado. Además, no soporto esa forma de hacer política consistente únicamente en descalificaciones, insultos y mentiras, me pone nervioso. Otra cosa sería si en los debates se cruzaran propuestas y alternativas sensatas.

    ResponderEliminar
  2. Todos los políticos dicen que los otros insultan; por supuesto, ellos no. Es algo abominable, pero habrá que vivir con ello. Lo que tiene mayor transcendencia, como dice el artículo y recoge el comentario de Fernando, es que en ambas cámaras se pierda el tiempo en atacarse entre los partidos en lugar de proponer los propios proyectos y perfilar los propuestos por los demás. Pero temo que, en lo más hondo de su corazón, la inmensa mayoría de nuestros políticos antepongan su permanencia en el puesto - y su salario - al interés del país.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alfredo, hace ya tiempo que yo dejé de escandalizarme por el comportamiento de los políticos, cuando comprendí que al fin y al cabo se trata de una profesión como otra cualquiera, con sus pros y con sus contras. No espero de ellos que sean santos, sino simplemente útiles. Por eso sigo la política de cerca y también por eso estoy convencido de que no todos son iguales. Meterlos en un mismo saco, es, en mi opinión, hacer un favor a los inútiles.

      Eliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.