Como vivimos en un país sometido a una disparatada tensión política, con agoreros apocalípticos en un lado y pregoneros de las bonanzas económicas en el otro, uno a veces no sabe a qué carta quedarse. Sin embargo, lo cierto es que todo indica que, aunque estemos en medio de una gran tormenta desestabilizadora, la economía del país en su conjunto aguanta las embestidas. El empleo mejora, el consumo no disminuye, las exportaciones se mantienen y el comercio, aunque volátil, no parece sufrir en su conjunto demasiado las consecuencias de una guerra que está cambiando por completo la forma de vivir de los europeos.
El puente de la Constitución ha sido un ejemplo muy claro de que las cosas no deben de ir tan mal como algunos dicen. Millones de españoles se han desplazado arriba y abajo, al este y al oeste, a pesar de que la climatología no ha acompañado. Pero no sólo se han movido impulsados por las ganas de salir de su cotidianidad, sino que además han gastado al parecer mucho más de lo que se podía esperar en mitad de una crisis. En cualquier caso, ha sido un movimiento que demuestra lo que The Economist sostiene, que la economía de nuestro país resiste.
Lo que sucede es que algunos, llevados por sus deseos de derribar como sea al gobierno actual, ya no hacen caso ni siquiera a las estadísticas. Cuando nadie en nuestra historia democrática ha dudado nunca de la veracidad de las cifras del paro, ahora se ponen en tela de juicio, como si no existieran controles y auditorías y como si en un mundo con modernas tecnologías puesta al servicio de las estadísticas se pudiera dar gato por liebre de un plumazo, a gusto del gobierno de turno.
Yo creo que la oposición debería pensar mejor sus estrategias, porque las exageraciones suelen volverse en contra de los exagerados debido a que a las mentes sensatas no les entran en la cabeza. Puede que una o dos sí cuelen, pero cuando la hipérbole se repite un día sí y otro también, son muchos los que terminan pensando aquello de menos lobos, Caperucita. Es cierto que hay quienes, deseosos de comprobar el fracaso del gobierno, aplauden con frenesí al oír pregonar las hecatombes, pero es gente que ya estaba ganada para la causa. Sin embargo, la ancha franja de electores moderados, que se mueve en el centro político tratando de encontrar la verdad sobre la situación, cierra los oídos cuando oye ponderaciones melodramáticas y pone a los autores en tela de juicio..
Lo dice The Economist y lo palpamos día a día en la realidad social que nos rodea. Por supuesto que hay tensiones, cómo negarlas, porque los precios se han disparado y los intereses de las hipotecas han subido. Pero como en este tipo de juicios es preciso recurrir a la comparación, resulta que España es en este momento el país de la UE con menos inflación, lo que demuestra una buena base económica para resistir. Negarlo es simplemente mentir.
En cualquier caso, aunque yo no me he movido de casa porque en esta época del año prefiero no “hacer mudanzas”, he contemplado con prudente satisfacción cómo lo hacían millones de nuestros conciudadanos, porque ha aumentado mi confianza en el futuro.
Otra cosa es que se hayan calado hasta los huesos. Aunque ya sabemos que sarna con gusto no pica.
Feliz regreso a todos.
Creo que la gestión económica del Gobierno es razonablemente buena y desde luego otro gobierno no lo hubiera hecho mucho mejor, o simplemente mejor. Admito sin embargo que no veía tan claro que las cosas fuesen a ir tan moderadamente bien como están yendo; las previsiones del BCE y del Banco de España, normalmente serias, eran mas pesimista. Pero no todo van a ser sorpresas negativas. Me apunto a las políticas sociales, pero soy consciente de que suelen pasar su factura en términos económicos y esta vez parece que otros factores han sido capaces de compensar esa factura. Ayer vi que la diferencia de la prima de riesgo de España respecto a Francia y Alemania se mantiene estable; así que no se ve por ninguna parte el impacto negativo de las medidas sociales.
ResponderEliminarAlfredo, supongo que entre los factores que han sido capaces de compensar los posibles efectos negativos del gasto social está la estabilidad del país. Porque, aunque algunos se pasan el día vociferando las maldades de este gobierno, lo cierto es que en el parlamento hay una mayoría, la de la invrestidura, que permite avanzar sin grandes convulsiones. Posiblemente eso sea lo que tiene a la oposición alborotada, el temor a que la situación se repita tras las próximas elecciones.
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