Como no existe esta carrera, todos los días asistimos a dislates espectaculares. El último, y nos es el único que ha protagonizado el señor Núñez, nos lo ha brindado éste a raíz del atentado terrorista de Algeciras, una ligereza que podría ser incluida en el libro de texto correspondiente a ese hipotético primer curso, como ejemplo de lo que no se debe decir nunca, y menos cuando se aspira a tan alta magistratura, nada menos que a dirigir durante un tiempo el rumbo de una nación, incluidas las relaciones internacionales. No sólo ha señalado al Islam como responsable del asesinato del sacristán, sino que además ha comparado la religión musulmana con la católica.
El hecho en sí no sólo es grave desde un punto de vista político, sino que, además, cuando dice que los católicos no han cometido atentados desde hace siglos, demuestra falta de información. Es posible que ese desconocimiento de la Historia sea perdonable en un ciudadano de a pie, pero no se puede pasar por alto en todo un candidato a presidente del gobierno español. El conocimiento de nuestro pasado y del universal es imprescindible para ejercer como presidente.
Por si lo anterior no fuera suficiente para recomendarle prudencia, sus consejeros deberían informarle de que en España residen en la actualidad dos millones de musulmanes, muchos de ellos con derecho a voto. Aunque no fuera más que por eso, un candidato a presidir el gobierno debería andarse con pies de plomo, porque es posible que a muchos de ellos no les haya hecho demasiada gracia las aseveraciones de don Alberto. Esos asesores deberían explicarle que no es lo mismo ser musulmán que ser terrorista.
Yo me imagino que en sus propias filas debe de haber cundido la preocupación, porque el patinazo no es pequeño. Aunque también es posible que algunos se hayan frotado las manos, ya que en el fondo de sus mentes permanece soterrado el deseo de quitárselo de encima y sustituirlo por otro o por otra. Cualquier fallo cuenta en esa carrera para desbancar al líder.
A mí me entristece esta falta de cautela, no sólo porque pone en evidencia la poca capacidad de un significado líder político, sino además porque si llega a gobernar nuestro país se corre el riesgo de entrar en conflictos permanentes con un entorno, el norte de África, en su mayoría musulmán. No me lo imagino en una cumbre en Rabat con el gobierno marroquí promocionado un entente cordiale entre las dos naciones vecinas, porque si se acuerdan de sus declaraciones lo mirarán con desconfianza; y la memoria para ciertos asuntos suele ser de elefante.
No, no existe una facultad universitaria para formar a los presidentes de gobierno, ni siquiera un master. Pero, si la hubiera, el señor Núñez se habría atascado en esta elemental asignatura, la de no diga usted aquello que, además de innecesario, provoca conflictos.
Asignatura de primero de carrera y de primero de primaria, diría yo, pues hay asuntos que recuerdo me los inculcaron, ya fueran mis padres o en el colegio, a muy temprana edad, y era el de la elegancia, las buenas formas, la educación en el decir y en el hacer, y recuerdo una vez que escuché: “aunque te insulten, tú no entres en ese juego, no pierdas tu educación y tus buenas formas”. Esas enseñanzas infantiles creo que marcan nuestra forma de ser durante el resto de nuestras vidas.
ResponderEliminarEn el caso de Feijoo, no crea que sólo sea por ineptitud política (que también), sino por echar un guiño a sus potenciales socios y votantes de la extrema derecha.
Si nos vamos al otro extremo del enredado político, hay otra expresión o refrán que aprendí en la ya lejana infancia, que me permitirás recordar y traer a colación, aunque tal vez el comentario me quede un poco largo, y es el siguiente: “Se dice el pecado, pero no el pecador”. No sé si sabrás ya por dónde me quiero meter, y es con las palabras que dirigió la Secretaria General de Podemos, Ione Belarra, al dueño de Mercadona. Como puedes observar, menciono el nombre de la dirigente política, por ser un personaje público, pero no el del dueño de Mercadona, por ser, en teoría, un personaje privado (no sé hasta qué punto esto es así, sería otra cuestión a discutir); mas el caso es que la primera de los citados, por ser un personaje público, y para más inri, perteneciente al gobierno, no debería mencionar pecadores, sino sólo pecados, y más teniendo en cuenta que pertenece al Gobierno de la Nación, es decir, que tiene en sus manos controlar la situación que pretende criticar. Parece que las cuestiones se invierten y en vez de ser el sector privado el que critique las políticas gubernamentales, es el gobierno (en este caso uno de sus miembros) el que critica la forma de hacer del sector privado, cuando lo pertinaz sería proponer al gobierno del que formas parte soluciones para que las tropelías que achaca al criticado no se produjeran; pero en fin, a lo que voy: que se dice el pecado, pero no el pecador: asignatura-refrán de primero de primaria.
De acuerdo. También en lo que dices de Ia ministra. Por cierto, hoy le he oído decir a la de Igualdad algo así como ..."por lo que no paso es por"..., como si las discusiones de carácter político fueran algo personal.
ResponderEliminarSí, son muchos los que no aprobarían un curso como el que digo.