Por “uno más uno, a veces no suman dos”, me refiero a que una coalición siempre presentará fisuras y disfunciones, porque se trata de formas distintas de contemplar la realidad social y en consecuencia de criterios diferentes para resolver los problemas. Si estas diferencias se presentan incluso entre miembros de un mismo partido, mucho más sucederá cuando los ministros procedan de dos familias políticas distintas. No parece que este asunto ofrezca demasiada discusión.
En cuanto a “pero siempre más que uno”, es una manera de expresar que si la coalición no se hubiera producido no gobernaría ninguno de los dos, sino posiblemente el adversario político. Las coaliciones se forman para evitar el mal mayor, el de que gobierne "el otro". Tampoco parece que sea necesario insistir sobre esta idea.
En las democracias occidentales son frecuentes las coaliciones gubernamentales, porque los partidos con solera se han ido dividiendo en otros más pequeños, debido a muchas causas, aunque éste sería un asunto que, como decía el ínclito, hoy no toca. Lo importante ahora es que la fragmentación es una realidad con la que los españoles tendremos que contar de ahora en adelante, nos guste o no. Por tanto, las coaliciones estarán presentes en los gobiernos futuros, sean del signo que sean.
Que en el seno del gobierno de Sánchez surjan con frecuencia diferencias de enfoque no debería extrañar a nadie. No representan la misma ideología y por tanto lo lógico es que se produzcan discrepancias en la manera de resolver los problemas. Lo que hay que tener en cuenta aquí son dos cosas, la primera, si esas diferencias son en lo sustancial o en lo circunstancial, entendiendo por circunstancial la oportunidad, el momento y la intensidad. Desde mi punto de vista, los problemas a resolver son los mismos para uno que para otro, pero la manera de intentar resolverlos no siempre coincide
La segunda consideración sería la voluntad de llegar a entendimientos que resuelvan satisfactoriamente las discrepancias. En este sentido, aunque en muchas ocasiones el ruido haya sido innecesario, las discrepancias se han ido limando y en consecuencia los proyectos saliendo adelante. Es cierto que con mucho desgaste frente a la opinión pública, porque a los ciudadanos no les gusta el alboroto innecesario.
Lo importante, quiero decir lo inteligente, es intentar que uno más uno se acerque a dos, algo que, aunque parezca una utopía, es un objetivo que nunca debería perderse de vista. Decía arriba que el PSOE y Podemos no representan la misma ideología, porque aunque hay coincidencia en muchos puntos de sus programas, también existen grandes diferencias. Poner el foco en las primeras y consensuar soluciones para que las segundas no sean un obstáculo para el entendimiento es fundamental. Pero para ello no hay que perder de vista nunca que la política debe estar al servicio de los ciudadanos y no al de los personalismos egocéntricos, que existir existen.
No. Hoy no voy a hablar del innecesario y torpe espectáculo que se ha montado a cuento de la ley del sólo sí es sí.
Es bastante evidente que para que un gobierno de coalición funcione las discusiones entre sus miembros deben permanecer en el seno del gobierno y no hacerse públicas por uno de los partidos del gobierno para sacar ventajas electorales.
ResponderEliminarAsí debería ser. Pero está claro que el minoritario olvida con frecuencia una recomendación tan evidente para intentar sacar ventajas electorales a su exclusivo favor. Eso siempre ha ocurrido, aunque en España no estemos acostumbrados, y lamentablemente seguirá ocurriendo.
EliminarCreo que la política es el arte de entenderse en las diferencias y saber transmitir sabiamente a la ciudadanía esas diferencias y los acuerdos correspondientes.
ResponderEliminarAparte de lo anterior, creo que mucho del ruido proviene de los medios, por consiguiente, también eso lo ha de tener en cuenta el político hábil.
Estoy de acuerdo. Sin embargo, llama la atención el ruido innecesario que se ha montado, muy perjudicial para los intereses electorales de los partidos progresistas. La derecha y la ultraderecha se están frotando las manos.
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