21 de mayo de 2016

¡No os enteráis!

Tomo el título prestado de una fotografía que he podido contemplar esta mañana en un debate en televisión, en la que Javier Sardá, el conocido periodista, mostraba al mismo tiempo una bandera “estelada” catalana y un cartel con el lema de no os enteráis. Más tarde, he tenido la oportunidad de ver y oír con atención unas declaraciones, en las el propio Sardá explicaba el motivo que lo había impulsado a enviar a las redes sociales su grito de protesta, bajo esta forma de apariencia algo estrambótica. Teniendo en cuenta que el protagonista de la anécdota es un catalán, al que nadie puede acusar de separatista, sino todo lo contrario, su testimonio me ha parecido muy interesante.

Inmediatamente después de lo anterior, cuando había decidido abrir el ordenador y ponerme a escribir una entrada sobre este asunto, he conocido a través de los noticiarios que determinado juez de Madrid ha dictado un auto, en el que declara que la utilización de símbolos como la "estelada" en los estadios de futbol no es ilegal, contradiciendo lo que había decidido la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, doña Concepción Dancausa, con el respaldo -esta mañana en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros- nada menos que de la vicepresidenta del Gobierno. Menos mal; aunque el daño –uno más en este largo enfrentamiento entre separatistas y no separatistas- ya está hecho.

En mi opinión, la protesta  de Sardá responde a la sensación que muchos catalanes no separatistas perciben ante la falta de cordura que impera en determinados estamentos políticos y no políticos españoles, actitudes que en vez de ayudar a resolver el conflicto que plantean los separatistas catalanes lo agudiza. El popular periodista explicaba esta mañana que a él no le gusta la utilización de la “estelada”, un símbolo de evidente intencionalidad política que no comparte. Pero añadía que prohibir su entrada en un estadio de futbol supone una enorme torpeza. Así –decía- iremos de mal en peor, sumando más y más separatistas a la ya abultada cantidad de catalanes que se inclinan por la independencia.

Los catalanes no separatistas, que si atendiéramos al recuento de votos de las últimas elecciones autonómicas catalanas supondrían algo más del 50% de la población, se sienten, ante estas situaciones, desprotegidos. No entienden que no sólo no exista una política inteligente de tender puentes, sino que por el contrario los responsables políticos se comporten como dinamiteros. Sardá los acusa de no enterarse de la realidad de la situación; pero hay quien va más allá y sostiene que estas iniciativas persiguen captar el voto de los “anticatalanes”, que, no nos engañemos, son muchos y muy nocivos para la unidad de España. Son aquellos que Unamuno llamaba separadores, más peligrosos, según el ilustre filósofo vasco, que los propios separatistas.

Decía arriba que el daño ya está hecho. Pero no me refería sólo al partido de futbol y a las consecuencias que el intento de prohibición pueda acarrear el próximo domingo por la tarde en el Vicente Calderón, sino a la repercusión que iniciativas como la que nos ocupa tengan en el pensamiento de los catalanes no separatistas. Manifestaba Sardá esta mañana, que es posible que sus paisanos sigan siendo administrativamente españoles en un futuro inmediato, pero que lo que deberían procurar todos sus compatriotas, si es que de verdad les preocupa la unidad de España, es que además se sientan como tales. Con estas políticas de avestruz, se está perdiendo lamentablemente la afección de muchos de ellos.

Pero es que, como dice Sardá, no se enteran; y así nos luce el pelo.

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