1 de marzo de 2018

Pactar el desacuerdo

De vez en vez me he atrevido a traer aquí determinadas recomendaciones de lectura, la cita de algún libro que estuviera leyendo en ese momento o hubiera leído recientemente, y la implícita -o explícita- sugerencia de su lectura. Hoy lo hago con un ensayo –Empantanados (Ediciones Península)- de Joan Coscubiela, un político catalán tan conocido que creo que no necesita presentación. Fue portavoz de Iniciativa per Catalunya el Verts en el Congreso de los Diputados y recientemente, hasta las elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017, diputado del parlament catalán, dentro de ese complejo popurrí de partidos de izquierdas que se denominó Catalunya Si que es Pot (CSQP; en español Cataluña Sí se Puede) y que se formó para concurrir a las autonómicas de 2015, a imitación y semejanza de Barcelona en Comú, la alianza bajo la que consiguió Ada Colau la alcandía del ayuntamiento de la capital catalana.

Aunque no comparto su ideología en bastantes aspectos fundamentales, lo tengo desde hace años por un político sensato y equilibrado, muy alejado de los planteamientos maximalistas hoy al uso en nuestro país. Durante los debates anteriores a la proclamación unilateral de independencia en Cataluña -real o figurada, vaya usted a saber-, despertó en alguna ocasión los aplausos unánimes de los diputados llamados constitucionalistas, junto al silencio de alguno de sus compañeros de formación, que lo tildaron de traidor a las ideas de su grupo.

En su libro repasa, con la visión privilegiada de un testigo activo y presencial, los pormenores de aquel complicado desaguisado, del intento de huida hacia adelante que sucedió en Cataluña durante los últimos meses de 2017 y cuyo coleteo aún se deja sentir hoy y nadie sabe hasta cuándo. Como consecuencia, hace un juicio pormenorizado de la ristra de acontecimientos que llevaron a los catalanes a las elecciones convocadas bajo el amparo del artículo 155 de la Constitución, visto desde la trastienda parlamentaria, desde las reboticas de los partidos y desde los mentideros de Madrid, con los que el autor mantiene sólidos contactos personales como consecuencia de su paso por la Carrera de San Jerónimo.

Sería imposible que hiciera aquí ni tan siquiera un breve resumen de su posición ante el conflicto catalán, pero sí me voy a permitir señalar tres puntos que me han llamado la atención por significativos. El primero es el hartazgo del autor ante la imposibilidad de trabajar con coherencia junto a sus coyunturales aliados procedentes de la galaxia de Podemos (la expresión es de Coscubiela), a los que tilda de falta de rigor en su posicionamiento respecto al debate independentista, aunque lo haga con otras palabras mucho más certeras que las que yo utilizo. El segundo, su indignación ante las astucias manejadas por los separatistas, ante su falta de sentido de la realidad y ante sus pocos escrúpulos a la hora de engañar a la sociedad catalana. El tercero, la acusación  al PP, y al señor Rajoy en concreto, de no haber entendido de la misa la mitad de lo que allí se cocía y de haber estado trabajando durante todo este tiempo con visión partidista y no de estado.

No me atrevo a recomendar a todos mis amigos la lectura de un libro tan pormenorizado como es éste, tan arduo por su contenido sociopolítico, algo alejado del conocimiento de los que somos meros observadores de la cosa pública, a pesar de su tono cercano y yo diría que didáctico. Pero sí a aquellos que quieran acercarse con objetividad y sin apasionamiento a las entretelas de un debate en el que, como dice el autor, ni los separatistas pueden partir el espinazo al Estado ni el Estado puede doblegar el imaginario separatista, un conflicto en el que no cabe más solución, según expresa Coscubiela, que pactar el desacuerdo.

A mí sí me ha ayudado a entender muchas cosas y, por qué no decirlo, a reafirmarme en algunas de mis apreciaciones sobre el conflicto catalán en particular y la política española en general.

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