Desde que tengo uso de razón no hago otra cosa
que oír la conocida frase de “el tiempo está loco”, una expresión que
manifiesta la sorpresa que inexplicablemente produce en algunos un hecho cierto
y bien conocido, que el clima varía constantemente, sometido como está a
infinidad de factores, todos ellos aleatorios. Los que así se expresan vienen a
decir algo así como, “si toca llover por qué no llueve”, “si en esta época
debería hacer calor por qué hace frío” o “si estamos en primavera a cuento de
qué nieva en Navacerrada". Dan por cierto que el clima debe comportarse de
acuerdo con unas leyes elaboradas con precisión matemática y que las
desviaciones respecto a la norma significan que algo raro está sucediendo.
En mis tiempos universitarios estudié una asignatura
que se llamaba Climatología. Allí aprendí, de forma estructurada y con rigor
científico, que nunca se repiten con absoluta precisión las mismas condiciones
climatológicas, porque el conocido efecto mariposa impide la duplicación exacta
de cualquier estado atmosférico que se haya dado con anterioridad. Entre los
ejercicios que como estudiante tuve que desarrollar figuraba la recopilación de
los datos climáticos de una determinada zona geográfica, a lo largo de un
periodo de varias décadas, para después realizar con ellos estudios
estadísticos. De ese análisis se deducía lo que acabo de decir, que la
previsión atmosférica no puede determinarse con gran anticipación porque el
comportamiento del clima es absolutamente impredecible.
Pero también, por medio de aquellas prácticas, supe
que cualquier situación atmosférica, por atípica que pueda parecer, ya se ha
dado con anterioridad en algún momento. Es decir, ni el clima responde a normas
matemáticas preestablecidas, por lo que no podemos extrañarnos de lo que suceda
en un momento determinado, ni deberíamos alarmarnos ante las condiciones
extremas que se den en otro cualquiera, porque seguro que en líneas
generales ya se habrán producido en el pasado e indefectiblemente
volverán a repetirse en el futuro.
No estoy hablando hoy del cambio climático debido
al deterioro medioambiental que está originando un lento, indiscutible y
preocupante proceso de cambio a largo plazo. Me estoy refiriendo a las
sorpresas que muchos ciudadanos dicen sentir cada vez que se levantan y el
tiempo no responde a sus expectativas. Estoy pensando en todos aquellos a
quienes extraña que nos entre por el noroeste una borrasca en mayo, y las
temperaturas bajen diez grados de repente, o en los que se sorprenden cuando en
estas fechas se estabiliza sobre nosotros un anticiclón y los termómetros se
disparen a temperaturas estivales.
Yo a este comportamiento ciudadano de sorpresa
diaria ante las situaciones atmosféricas lo llamo paranoia climática, porque no
deja de ser una obsesión. En primavera avanzada, cuando en general siempre ha
hecho buen tiempo, los informativos nos sorprenden con bañistas en las playas,
si las temperaturas han subido un poco por encima de lo esperado, o con los
últimos esquiadores, si ha caído alguna nevada tardía; y nos presentan la
noticia como sorprendente, como si nunca hubiera ocurrido antes. Una manera
quizá de llenar los telediarios "hablando del tiempo", pero que en
cierto modo alimenta la idea de que el clima se ha vuelto loco.
No, el tiempo no se ha vuelto loco. Lo que sucede es que tenemos muy poca memoria climática.
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