6 de febrero de 2021

La memoria de los viejos

La progresiva pérdida de memoria en los mayores es un fenómeno que siempre me ha llamado la atención, sobre todo cuando observo que algunos no se acuerdan de lo que acaban de hacer, pero, sin embargo, rememoran con precisión sus vivencias de hace muchos años. Es posible que mi interés por este tema provenga de que soy consciente de la espada de Damocles que pende sobre mí, cada día con el hilo que la sujeta más débil. Pero, como aún no he llegado a ese estadio de deterioro que tanto temo -¿estoy seguro?-, hoy me propongo reflexionar sobre la disminución de esta capacidad de la mente humana.

Lo más curioso de la pérdida de memoria es que los que la padecen no se acuerdan ni siquiera de que no se acuerdan y, como consecuencia, actúan como si sus vidas transcurrieran con total normalidad. Cuando alguien les recuerda lo que acaban de hacer, o bien niegan la mayor o su preocupación dura muy poco, sólo el tiempo necesario para que se hayan olvidado de la explicación que les acaban de dar. Viven en una especie de limbo de los recuerdos, en el que ni sufren ni padecen. La naturaleza es muy sabia a la hora de contrarrestar las carencias, al menos en algunas ocasiones.

De vez en vez hablo con un amigo con el que a lo largo de los años he compartido viajes por distintos países del mundo. Con noventa años cumplidos, su memoria flaquea de manera ostensible, aunque su salud y su capacidad mental permanezcan en muy buen estado. Por eso, cuando nos vemos disfruta rememorando los recorridos turísticos de entonces, excursiones mentales en las que le acompaño encantado. Lo malo empieza cuando, entusiasmado por el recuerdo de aquellas vivencias, ajeno por completo a la realidad que lo rodea, propone que organicemos algún viaje a algún lugar del mundo, por lejano que éste esté. A mí me basta con cambiar sutilmente de tema para que su propuesta pase rápidamente al baúl de los olvidos. Así evito tener que explicarle que aquellos tiempos ya nunca volverán.

A veces pienso que quizá esa pérdida de memoria de lo inmediato sea una defensa que la evolución ha desarrollado en los seres humanos para hacerles menos dura la vejez. La realidad del viejo, cuando alcanza cierta edad, es triste. Uno de los motores de la vida, la ilusión por el mañana, ha dejado de funcionar. Lo que le acontece ahora, el día a día, suele carecer de importancia o, lo que todavía es peor, a veces no son más que un puñado de pequeñas miserias difíciles de soportar. Por eso, si la memoria falla, mejor que mejor. Para qué acordarse de lo malo.

Sin embargo, recuperar en la memoria lo que sucedió hace años les permite refugiarse en un mundo de recuerdos agradables, porque los procesos de rememoración suelen ser muy selectivos y permiten, además, seleccionar aquellos que interesen y dejar a un lado los que no. De esa manera, el viejo practica la antigua teoría de que "me quiten lo bailao", aquella que tanto se repite en coplas y coplillas, como en el tango que transcribo a continuación.

-Qué queréis que le haga hermano, si nací pa´ morir pobre, / con un tango entre los labios y un tute entreverao. / Juego, canto, bebo, río… y aunque no me quede un cobre, / al sonar la última hora… ¡que me quiten lo bailao!

Hay artículos -ya me ha sucedido en alguna ocasión- que es mejor no alargarlos mucho. En esta ocasión sucede que me ha entrado de repente la preocupación de que quizá no me acuerde de por dónde me había propuesto continuar.

6 comentarios:

  1. Quizás es un poco tarde para opinar sobre tu anterior artículo, pero lo voy a hacer!
    Odio la palabra protocolo cuando me operaron en el 2010. Utilizaron esa palabra para hacerme un montón de perrerias. “ Según el protocolo tenemos que hacerte esto”... En vez de darme una explicación médica! 😡 Ahora, está pasando lo mismo. En vez de explicarnos las cosas, con decir, otra vez, “ según el protocolo...” y..:hala! te guste o no a seguir parlante!
    En cuanto a la memoria, uffff qué mal lo llevo! Aunque creo que todavía no he llegado a lo de no acordarme de cosas que acabo de hacer u oír. Tampoco conozco a nadie que esté en este momento. Lo que si observo que me cuentan cosas que ya me habían contado. Tiene que ver esto con la edad y la memoria? Creo que si.
    Un saludo
    Conchi

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    1. Lo de protocolo se ha puesto de moda y la Academia ha aceptado la acepción. Yo prefiero no utilizarla en este contexto, pero a veces no me libro.

      En cuanto a la memoria, debería hacer un chiste: voy a volver a leer el artículo porque no me acuerdo que escribí.

      Un beso

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  2. Siento algunos errores de puntuación, pero cuando escribo aquí no puedo verlo y por tanto, no puedo corregir

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    1. Pasa en las mejores familias. A mí me ocurre y tampoco puedo corregir.

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  3. Mientras la pérdida de la memoria reciente sea moderada, no creo que haya que preocuparse demasiado. Habrá que vivir con ello y ver qué se puede hacer para moderar el deterioro; en esto como en todo lo demás. Las excursiones mentales que cita el artículo me parecen una buen remedio, tal vez modesto, pero son sin duda algo positivo.

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    1. Cuando ya no se puede viajar, como es el caso que cito,los recuerdos antiguos son lo único que quedan. Rememorarlos es casi obligado.

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