Aunque por desgracia tengo bastante olvidado el catalán, todavía resuenan en mis oídos muchas palabras, expresiones y giros que aprendí durante los lejanos años infantiles que viví en Cataluña. Por eso, cuando el otro día oí en boca de empresarios catalanes la frase que titula este artículo, sentí un revulsivo interior, porque los resortes de mi mente la tradujeron inmediatamente por “basta ya”, aunque también podría traducirse por “dejemos de hacer el canelo” o por “seamos serios”. En esto de las traducciones no literales caben muchas posibilidades. En cualquier caso, me recordó a las llamadas al orden que nos hacían a los niños cuando nos desmadrábamos en nuestros juegos.
Ni que decir tiene que a partir de ese momento intensifiqué la atención sobre lo que estaba viendo y oyendo, entre otras razones porque la frase, tan repetida ese día, me sonó conminatoria. Y no fue la única que se repitió con insistencia, porque varios de los intervinientes en la reunión de empresarios catalanes pidieron a voz en grito, una y otra vez, que había que centrarse en la recuperación (centrem-nos en la recuperació), a cuya idea le faltó añadir “y dejemonos de veleidades separatistas”. Teniendo en cuenta que estas frases no provenían de políticos sino de preclaros representantes del sector empresarial catalán, nadie podrá negar que se trató de una dura llamada de atención a los que ahora gobiernan Cataluña y pretenden seguir haciéndolo durante los próximos cuatro años.
Ni que decir tiene que lo que les preocupa a los empresarios es la posible composición del nuevo gobierno catalán, donde para mantener una mayoría independentista se necesita el concurso de la CUP, un partido antisistema y anticapitalista. Los inversores saben muy bien que con una alianza tan variopinta como ésta no puede haber estabilidad. Se repetiría la ingobernabilidad de los últimos años, durante los cuales Puigdemont desde Waterloo y los radicales de la CUP desde Cataluña han tensionado las instituciones hasta el extremo de ralentizar la economía. Es cierto que la pandemia ha contribuido a llegar a esta alarmante situación, circunstancia que, en vez de justificar el fracaso del gobierno anterior, pone el acento en la necesidad de no repetir el error.
Dado el resultado de las elecciones, la solución no es fácil. Los comunes han propuesto un gobierno de coalición entre ellos y ERC, con el apoyo parlamentario del PSC. A mí personalmente no me parece una mala idea, ya que significaría una alianza de izquierdas, en la que no cabrían maniobras separatistas y permitiría centrarse en la recuperación económica, que en realidad es lo que le preocupa a los ciudadanos. Pero no parece que los independentistas de Esquerra estén por la labor, porque para ellos, paradójicamente, es más importante la hipotética república que el bienestar real de los catalanes. Se han metido en un callejón sin salida, del que previsiblemente no van a poder salir en bastante tiempo. Les ha entrado un complejo de “inferioridad independentista” frente a sus rivales de siempre -Junts per Catalunya- que los tiene atados de pies y manos.
Salvador Illa debería mover ficha. Es cierto que ha ganado las elecciones, pero tiene que elegir entre convertirse en el jefe de una oposición inquisitiva, aunque inútil, o favorecer la formación de un gobierno transversal de izquierdas. De la primera de las maneras su triunfo electoral habría servido de muy poco; de la segunda, al menos permitiría que se diera una cierta estabilidad política, tan necesaria para la recuperación que piden los empresarios catalanes y que anhela la mayoría de los catalanes.
Casi de forma refleja, ante un problema intento diseñar una solución, o una medida que mitigue las consecuencias negativas. Confieso que ante el independentismo y el desgobierno de Cataluña, no se me ocurre nada. El artículo tampoco la propone. Supongo que la situación será pudriendo y llegará un momento en que se vea una salida.
ResponderEliminarNo propongo ninguna solución, porque tampoco la tengo. Lo único que creo posible es un acuerdo entre las dos partes en conflicto, la de los que queremos que Cataluña se mantenga unida a España y la de los soberanistas, un pacto para definir un sistema constitucional que permita dejar "relativamente" satisfechas a las dos partes. Pero esto sería objeto, no ya de un artículo en el blog, sino de una profunda tesis doctoral. A lo único que me atrevo aquí es a denunciar que ASÍ NO.
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