Lo que está sucediendo en la Comunidad de Madrid con las vacunaciones es digno de figurar en los anales del esperpento. O, quizá mejor, en los tratados sobre la desfachatez, el descaro y la desvergüenza. Cuando nos están pregonando por las esquinas desde hace días que ya han vacunado a todos los mayores de 90 años, puedo asegurar, porque conozco a varios, que muchos de ellos ni siquiera han recibido el aviso de cuándo y dónde les tocará. En cuanto a los comprendidos entre los 80 y los 89, es completamente falso que ya se les esté vacunando. Los que todavía no hemos llegado a los 80, ni estamos ni se nos espera.
Sin embargo, llenar un estadio de futbol con bomberos, policías y otros profesionales de protección civil para que la presidenta de la comunidad se pueda hacer una foto con ellos mientras se remangan la camisa, sí se hace. Se contrata eventualmente a personal sanitario en situación de paro, se improvisan unos boxes, se llama a los medios de comunicación para que difundan la noticia y se ordena a los disciplinados funcionarios que formen en fila india y vayan pasando de uno en uno. Es una maniobra que no requiere demasiada organización, cuesta poco dinero y está destinada al éxito propagandístico. Así los ciudadanos podrán decir que el gobierno regional se preocupa de sus funcionarios.
Cuando oigo a los mandatarios madrileños echar la culpa al gobierno central de la lentitud con la que se está llevando a cabo la vacunación en esta comunidad, noto que me crecen las uñas, seguramente como consecuencia de un reflejo condicionado por la indignación que me provoca la osadía. Si en ese momento estoy solo, me tapo la boca para que no me oigan los vecinos; si acompañado, paga mi indignación el acompañante. No hay derecho a que estos personajes, además de haberse gastado el dinero en el Zendal a mayor gloria de la presidenta, tengan la osadía de sacudirse las pulgas en quien nada tiene que ver con su ineficacia.
Como por H o por B toda la población tiene algún nivel de riesgo, aquellos propósitos iniciales de empezar por los de mayor edad e ir descendiendo el listón paulatinamente se han ido al olvido. Ayer eran los bomberos, hoy los farmacéuticos y mañana los profesores o quien doña Isabel Díaz Ayuso decida. Está haciendo lo que le da la gana, pensando en su interés político. Nadie, y eso es lo chocante, se atreve a corregir la trayectoria que ha escogido.
Ya he escrito más de un artículo sobre el asunto de las vacunas y siempre me he mostrado bastante escéptico respecto a la viabilidad de los planes que se publicaban. Pero en ningún momento llegué a pensar que la condición de algunos de nuestros políticos pudiera llegar a este grado de falsedad.
Las mentiras de la CAM son absolutamente indignantes, aunque no sorprenden. No creo que el Gobierno haya actuado siempre sin fallo alguno, pero nada que ver con el comportamiento de la CAM.
ResponderEliminarDe las medidas de la CAM, sólo tengo dudas sobre si es criticable dar prioridad en la vacunación a ciertos colectivos sobre el de los mayores.
Alfredo, pero que lo digan con claridad y no nos mientan. Con esta maniobra de distracción, parece que nos estén vacunando a todos.
ResponderEliminarDe acuerdo, por supuesto.
ResponderEliminarPor cierto, hoy me he enterado de que dos de los nanogenarios a los que me refería en el artículo se acaban de vacunar. Nunca es tarde...
ResponderEliminarHe querido decir "nonagenarios". A los "nanos" todavía no los han llamado.
EliminarLuis, imagino que ese "noto que me crecen las uñas" sea una hipérbole y no que por culpa de tu presidenta te estés convirtiendo en un hombre lobo.
ResponderEliminarÁngel
Ángel, no sabría que decirte...
ResponderEliminarPues piénsatelo bien, porque creo que a los hombres lobo los van a vacunar a los últimos.
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