10 de agosto de 2021

España es una terraza

Quizá sea porque todo el monte me parezca orégano después de la angustia sufrida como casi todos los habitantes del planeta durante los meses más agudos de la pandemia, pero lo cierto es que estoy observando en nuestra sociedad un dinamismo espectacular. Como les sucede a tantos españoles, llevo unas semanas viajando, por el puro placer de viajar, a lo largo de las carreteras de nuestro país, después de una larga temporada de sedentarismo forzado; y allá donde voy veo las carreteras con mucho tráfico y las calles de los pueblos y ciudades  llenos de terrazas hasta la bandera (es un símil), con las mesas ocupadas hasta los topes (aunque las mesas no tengan topes).

A mí esto me llena de optimismo, porque es sin duda un síntoma de resurgimiento económico, de optimismo ante el futuro y de confianza en que lo peor de la pandemia ha pasado y nos enfrentamos a un futuro muy prometedor. El dinero se está moviendo y eso es bueno. El turismo exterior ha fallado por culpa de los rebrotes, pero el interior ha crecido con una fuerza que nadie, ni los más optimistas, pronosticaban. Se nota alegría, pero sobre todo confianza.

Puede ser que el optimista sea yo, pero no me importa. Prefiero creer que la ciencia está venciendo a la pandemia, que nuestra economía ha resistido el embate y que las fuerzas económicas y sociales de este país han aprendido la lección de que nuestro sistema productivo no puede basarse sólo en la construcción y el turismo, como algunos de nuestros políticos parecen seguir creyendo, quizá porque sus entendederas no den para más. La implantación de nuevas tecnologías, el desarrollo de fuentes de energía alternativas, la lucha por el mantenimiento del equilibrio ecológico, la puesta al día de nuestras industrias y tantas otras oportunidades están ahí, llamando a gritos a los inversores, a los capitales de dentro y fuera de nuestras fronteras.

Este gobierno está apostando por todo esto. Sin embargo, una oposición encerrada en sus rencores y complejos sigue hostigando con denuedo, en vez de contribuir mediante la aportación de propuestas constructivas a crear el clima de confianza que se necesita para no espantar al capital. Con un mensaje de profecías catastróficas, atacan por todos los flancos abiertos en la lucha por el progreso, contribuyendo, o al menos intentándolo, a que las intenciones de los que ahora nos gobiernan fracasen, porque de esa manera los electores los llamarán a ellos para que rediman al país.

En cualquier caso, y esa es la buena noticia, el gobierno parece no amilanarse. Sabe que no va a cambiar la estrategia de acoso y derribo que utiliza la oposición y confía en que tanta palabrería y tanta vulgaridad se queden en meros juegos de artificio, con mucha sonoridad, con alarde de fanfarrias y con espectacular cohetería, pero sin contenido. Es una pena lo que la oposición está haciendo, pero hay que contar con ello.

Sin embargo, yo estoy convencido de que, pese a lo que rezuman algunos por todos los poros de su cuerpo, nuestro país cuenta con una sólida base para salir de esta última crisis con brío y fortaleza. Y si no, al tiempo.

4 comentarios:

  1. Me alegro por tu optimismo, Luis; sin embargo, estos días vienen alarmantes noticias procedentes de las autoridades científicas sobre el cambio climático, a lo que se añaden los pavoroso incendios de Turquía y Grecia, y las autoridades gubernamentales aquí en España parece que no van en consonancia con las recomendaciones ecológicas, con esa decisión controvertida de agrandar los aeropuertos de Barajas y El Prat. Tal vez sea éste otro tema distinto, pero lo cuelo aquí para futuro debate.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fernando, es que yo soy un optimista antropológico. De todas formas, sobre progreso tecnológico y medio ambiente ya di mi opinión hace unos días en este blog. Aquí me limito a expresar mi optimismo sobre la salida de esta última crisis.

      Eliminar
  2. El artículo es refrescante, como una cerveza bien fría en una terraza después de andar un buen rato visitando los monumentos de una ciudad.
    Lo que dice Fernando es verdad, pero hoy prefiero mirar en otra dirección.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alfredo, quizá sea porque está escrito en mi huerto, a la sombra de la pérgola, antes de que nos entrara esta ola de calor, de las que por cierto ya he vivido muchas en mi vida.

      Eliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.