8 de octubre de 2021

Carta abierta a Mario Vargas LLosa

Querido y admirado Vargas Llosa:

dice usted que lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien. Parece que en su opinión la libertad no es necesaria en un proceso electoral, pero que la calidad del voto es imprescindible. Doy por hecho que para usted no vale el de cualquiera, sino el que merezca su aprobación. Porque claro, ¿quién decide la diferencia entre voto bueno y voto malo?

Supongo que habla por experiencia, porque cuando hace años se presentó a las elecciones presidenciales de su país perdió de manera indiscutible. Debió de ser porque los votos que dieron la victoria a su rival, aun siendo malos, nadie fue capaz de separarlos a un lado; y, claro, una vez metidos en las urnas se mezclaron con los buenos y así pasó lo que pasó.

Conozco a una persona que, cuando observa a alguien con credenciales de autoridad intelectual soltar sinsentidos, suele decir que se lo ha dejado todo en la carrera. Supongo que cuando haya oído su memorable recomendación habrá dicho o pensado que en este caso se lo ha dejado usted todo en su maravillosa escritura, porque el contraste entre la calidad de sus novelas y la pamplina que soltó el otro día es de los que llaman la atención. Quizá alguien debiera recordarle, don Mario, aquello de zapatero a tus zapatos.

Señor Vargas Llosa, no todos sirven para todo. Yo seguiré leyendo sus escritos, porque le confieso que soy un entusiasta “vargasllosista” desde que lo descubrí hace ya muchos, muchísimos años. Pero me abstendré de atender sus recomendaciones políticas, ya que mucho me temo que en estos menesteres no tenga usted las ideas muy claras. O puede que las tenga, pero con una clara tendencia a subvalorar la libertad en beneficio de lo que usted cree bueno. Y tenga en cuenta, porque ellos no se lo van a decir, que con declaraciones políticas tan peculiares contamina a quien lo invita a sus convenciones.

Por si fuera poco, ahora se le relaciona con los papeles de Pandora, esa lista de defraudadores fiscales que los investigadores periodísticos han sacado a relucir en los últimos días. Prefiero no hacer demasiado caso a las sospechas, porque practico a ultranza el principio de presunción de inocencia. Sin embargo, debe usted reconocer que esas conjeturas no le hacen ningún favor a quién lo invitó a bombo y platillo a su conciliábulo y recibió su incondicional promesa de voto, en este caso de voto bueno, hasta ahí podíamos llegar. Se unió usted a la presencia de Sarkozy, éste sí culpado por la justicia, nada más y nada menos que por financiación ilegal. Está claro que sus anfitriones han pasado durante los últimos días por una mala racha.

Los escritores tienen el derecho a opinar en política como cualquier otro ciudadano y usted lo hace con frecuencia en los medios de comunicación. Pero ojo con las declaraciones mitineras, porque suelen nacer de la improvisación y ampararse en el calor de unas audiencias enardecidas. Ahí se suele patinar, con la particularidad de que a un político profesional se le perdonan las tonterías porque forman parte de su oficio, pero a un intelectual lo desacreditan de manera contundente. Créame que su imagen ha quedado en entredicho, lo que sinceramente lamento.

En cualquier caso, seguiré disfrutando con la lectura de sus novelas, porque haré un esfuerzo por separar su indiscutible calidad literaria del sus opiniones políticas.

Atentamente

6 comentarios:

  1. Es verdad que unas declaraciones como las de Vargas Llosa que se mencionan en el artículo son bastante irresponsables, porque su buena fama como escritor puede hacer que algunos lectores las den por buenas. Y no lo son.
    Tal vez lo que debiera haber dicho es que, si los electores tuviesen un alto nivel de educación, los resultados sería mejores para el conjunto de la sociedad. Pero hay que ser realistas, por mucho empeño que se tenga en mejorar el nivel educativo – y todo empeño es poco - a día de hoy, en la inmensa mayoría de los países hay un gran número de votantes que siguen los eslóganes de todo tipo de políticos, sin pararse analizar lo que se puede esperar de cada uno de ellos.
    Pero no hay alternativa. Sería mucho peor que otros decidiesen por aquellos que no han tenido la suerte de una buena educación.

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  2. Alfredo, desde mi opunto de vista, un ciudadano es un voto, con independencia del nivel educativo que tenga. Es uno de los principios en los que se basa la democracia. No por haber recibido una mejor educación se tiene mejor criterio a la hora de votar. Si sólo valieran los votos de los instruidos, estaríamos en una dictadura de eruditos, que se perpetuaría en el poder. Por eso mi admirado Vargas Llosa ha demostrado que de demócrata tiene lo que yo de obispo. Nada.

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  3. Tu comentario de ayer no se opone al mío del día anterior. Naturalmente que un ciudadano es un voto. Lo que digo, y ahí si tenemos opiniones distintas, es que una sociedad más instruida votará normalmente alternativas mas beneficiosas para la sociedad en general.

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  4. Alfedo, sí, en esto tenemos opiniones distintas. Yo no creo que haya votos buenos y votos malos, sino votos que nos gustan y votos que no nos gustan. Porque, ¿qué son alternativas beneficiosas para la sociedad? Depende de a quién se lo preguntes. La que parece que defiende Vargas Llosa (lo ha anunciado en público), a mí no me lo parece.
    Pero, como siempre digo, es sólo mi opinión.

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  5. La verdad es que a mí se me quitan las ganas de leer nada de Vargas LLosa cuando escucho sus opiniones políticas, porque -me digo- ¿qué me puede enseñar a mí este señor en sus libros?
    Luego, respecto a la instrucción política que recibimos desde jóvenes, por muy claras que tengamos nuestras opciones políticas, nunca podremos evitar que el político que hemos votado fracase a la hora de gestionar el programa que predicaba. Por lo cual, en resumen, yo creo que el votante no vota mal, sino que son los responsables políticos elegidos los que, o bien engañan, o bien fracasan a pesar de sus buenas intenciones.

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    1. En cualquier caso, cualquier voto es bueno. Incluso el de los que no votan lo que uno quisiera.
      Curiosamente, las novelas de Vargas Llosa nunca me han parecido "tendenciosas", pero sí sus reflexiones en los medios. Yo leo aquellas con deleite y éstas con cautela y ojos críticos.

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