20 de octubre de 2021

Más papistas que el papa

 

Confieso que yo, desde hace mucho tiempo, no sigo las propuestas del papa si no coinciden con mi línea de pensamiento. Pero nada tiene de particular, porque no me considero inscrito en su grey doctrinal. Respeto todas las creencias de carácter espiritual, pero me defino como agnóstico. Sin embargo, no acabo de entender que los que consideran que el papa es el representante de Dios en la tierra y, por si fuera poco, proclaman su infalibilidad cuando habla ex-cátedra, muestren en público su más profundo rechazo a las recomendaciones que proceden de su persona.

Tras unas declaraciones del papa Francisco de carácter social, yo diría que genuinamente cristianas, la derecha de este país lo está poniendo a caldo. Santiago Abascal ya no lo llama papa, sino ciudadano Bergoglio, una ridiculez semejante a la de algunos republicanos cuando hablan del ciudadano Borbón para referirse al rey. Pero claro, es que en muchas ocasiones los extremos se tocan, al menos en lo del sentido de la vulgaridad.

Es curioso observar la enorme contradicción entre considerarse católico y criticar al jefe espiritual del catolicismo. Claro que, si uno lo piensa bien, no se trata de contradicción sino de considerar a la Iglesia como un instrumento más para el logro de objetivos terrenales, sean políticos o materiales. Hay enormes sectores de la sociedad católica española que se mantienen subidos al carro del Vaticano, siempre que ese carro circule por los senderos que a ellos les interesa. Pero, cuando perciben algún desajuste, critican al arriero.

También hay quienes no están de acuerdo con las recomendaciones del papa cuando propone que se pidan disculpas por los abusos que se cometieron durante la colonización de América, como ha hecho el Vaticano por la parte que le toca. En un alarde de demagogia populista, le piden al pontífice que se meta en sus asuntos, porque la conquista del continente americano fue perfecta y no se cometieron desmanes de ningún tipo. No dicen, como diría yo, que hablar de pedir disculpas después de 500 años tiene muy poco sentido, sino que defienden los métodos que se siguieron, los de la fe con sangre entra y los de aprende mi cultura y olvídate de la tuya.

En definitiva, son católicos, pero depende de para qué, si para enmascarar de espiritualidad sus afanes terrenales o para defender la justicia social, como, según el evangelio, hizo Jesucristo. Les viene bien ampararse en la autoridad doctrinal del Vaticano si sus dictámenes coinciden con sus principios políticos o con sus interese materiales, pero se rebelan abiertamente contra la doctrina cristiana cuando el viento no les favorece. Hacen de su capa un sayo o de su catolicismo una pantomima. Porque no hay nada más esperpéntico en el comportamiento humano que la falta de coherencia.

En realidad, estas actitudes anticlericales no son una novedad. Todavía me acuerdo de los tiempos de la dictadura, cuando a los curas que defendían las reivindicaciones sociales los llamaban curas comunistas.  O cuando al cardenal Tarancón, durante los difíciles años de la transición, le cantaban aquello de Tarancón al paredón, un ripio agresivo que traslucía el odio que algunos sentían hacia las proclamas de libertad. Ahora ya no sólo insultan al clero llano o a los estamentos intermedios, sino a su máxima jerarquía.

No, no hay nada nuevo sobre la faz de la tierra, al menos en lo que afecta a las incongruencias entre las doctrinas que se defienden, las ideas que se tienen y las prácticas que se ejercen.

6 comentarios:

  1. En “Preu” me tocó una asignatura de las tres complementarias que entonces había (las otras fueron “Cervantes y El Quijote” y “Los Pantanos en España”) que se llamaba algo así como “Historia de los Concilios” y según aprendí de ella, a la Iglesia solo tienen que hacerle caso los católicos cuando el Papa habla Ex-Cátedra, o cuando lo declaren los Concilios Ecuménicos Universales. Lo que pasa es que, como dice el artículo, algunos sacan conclusiones interesadas de lo que dice el Papa y dirán que hay que hacerle caso cuando les convenga y dirán que es sólo una opinión más cuando lo que diga no les venga bien.

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    1. Alfedo, lo dicho: incoherencia. Pero ni se inmutan. En cada momento hacen lo que les interesa. Si hay que sacar el santo a la calle, lo sacan, y si toca criticar al papa, lo critican.

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  2. “no hay nada más esperpéntico en el comportamiento humano que la falta de coherencia”.
    A ello añadiría hoy la selección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional en aras a despolitizar la justicia.
    Por favor, una crónica sobre estos desmanes. (Que no son del Pirineo. Sí, ya lo sé, un mal chiste).
    Angel

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  3. Ángel, la falta de incoherencia está en muchos sitios. Hoy le tocaba a la actitud de algunos católicos practicantes contra el papa. Lo del TC otro día. Pero todo llegará.

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  4. Yo sí veo que tiene sentido el que el Papa pida disculpas aunque hayan pasado quinientos o los años que fueren, pues "el reino del Papa no es de este mundo", parafraseando sin ninguna ironía las palabras de Jesucristo. Es decir: el Papa habla para la Eternidad, y la Eternidad,como sabemos, es un continuo presente. También podríamos aducir la otra frase estupenda de Jesucristo: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios", es decir, que los asuntos del Papa no conciernen a los asuntos materiales sino a los espirituales, y dentro de la espiritualidad, nunca está de más pedir disculpas, por mucho tiempo que haya pasado. Por poner un ejemplo más cercano: es como si me peleo con un amigo que tuve en la infancia y nos vemos al cabo de cincuenta años y le pido perdón y nos damos un abrazo: ¿no resulta emocionante? Pues eso.

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  5. Una cosa es reconocer que se cometieron abusos de todo tipo y otra muy distinta que, 500 años después, los descendientes de los conquistadores pidan disculpas a los descendientes de los nativos. En tu ejemplo, tú le pedirías perdón directamente a un amigo con el que te peleaste. Reconocer los agravios que se cometieron me parece hacer honor a la Historia. Pedir perdón, un anacronismo. ¡La cantidad de perdones cruzados que se tendrían que ir dando a lo largo del mundo! No pararíamos.

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