14 de noviembre de 2021

Somos europeos, aunque a alguno no le guste

Desde siempre he sido un entusiasta partidario de nuestra pertenencia a la Unión Europea. Cuando en tiempos de la dictadura los miembros fundadores no nos admitían en su club por considerar que en España no concurrían las condiciones democráticas necesarias para nuestra incorporación a la entonces Comunidad Económica Europea, yo anhelaba que las cosas cambiaran para que, entre otras cosas, se nos permitiera entrar en una de las áreas más prósperas, más libres y más cultas del planeta. Estar excluido me producía sonrojo, porque significaba falta de homologación con los valores que regían en el mundo occidental. Estaba convencido de que cuando nuestro país entrara podría aportar mucho al conjunto y, por supuesto, recibir tanto o más de él.

Tuvieron que pasar muchos años hasta que el 1 de enero de 1986 se firmara el Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, en un vistoso acto que tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid. Ha pasado tiempo desde entonces, pero recuerdo muy bien la satisfacción que sentí al ver que mi país entraba por fin a formar parte del área geopolítica que le correspondía. Los discursos que se pronunciaron aquel día, los protocolos que se siguieron durante la cremonia y las declaraciones a los medios que se hicieron después figuran en mi memoria como parte inolvidable de uno de los hitos más importantes de la Historia de España a lo largo de mi existencia.

Desde el primer momento hubo detractores del ingreso de España en la UE. Unos por ignorancia, otros por arrogancia y algunos por las dos cosas al mismo tiempo, porque sabido es que la arrogancia nace de la ignorancia. Los ignorantes nunca han entendido o no han querido entender la enorme aportación de carácter económico que Europa ha transferido a España, en gran parte causante de lo que en su momento llegó a llamarse “el milagro español”. En cuanto a los arrogantes, su altanería patriotera les dicta aquello de mejor solos que mal acompañados, ignorando que nuestro país no hubiera sido capaz de superar en solitario la inmensa cantidad de obstáculos y dificultades que la globalización está trayendo consigo. No voy a poner ejemplos, porque de todos son bien sabidos.

Es cierto que la construcción de la Unión Europea no está siendo fácil, lo que nada tiene de particular. Se trata de crear una entidad supranacional partiendo de la unión de muchas nacionalidades perfectamente definidas a lo largo de la compleja Historia de nuestro continente. Los enormes movimientos centrífugos que aparecen constantemente sólo pueden contrarrestarse mediante un complicado aparato burocrático, en el que muchos ciudadanos no ven más que intervencionismo, cuando en realidad se trata de sustituir la falta de un “alma” común europea por un conjunto de tratados y acuerdos que trasciendan los estrechos nacionalismos de cada uno de los países que integran la UE.

Pero el objetivo es muy claro, llegar a contar un día con una auténtica nacionalidad europea, de la que los Estados componentes sean una parte de un todo en el que se sientan perfectamente identificados. La tarea no es fácil, porque los nacionalismos estrechos maquinan en sentido contrario, celosos de que la visión general europea pueda menguar la particular de cada país. Si los movimientos nacionalistas  se dan dentro de muchos de los países que integran la Unión, que no sucederá con el conjunto. 

Los populismos de ultraderecha están en contra del proyecto europeo, para poder continuar haciendo dentro de sus fronteras las políticas de vía estrecha que defienden. De ahí la importancia que tiene que la UE continúe adelante con el proyecto de convertirse en una auténtica supranacionalidad, les guste o no a los neofascistas europeos.

Menos mal que contamos con Europa.

4 comentarios:

  1. La integración de Europa es muy deseable y todos debemos aportar lo que podamos para favorecerla. Pero no hay que descartar que se produzca la desintegración y hay que tomar las necesarias precauciones para que, si ello se produce, nuestro país no salga perjudicado en lo que respecta a la integridad de su territorio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La dsintegración de la UE sería un paso atrás catastrófico para todos. Espero que no suceda.

      Eliminar
  2. Si ya es difícil el tema de las Comunidades Autónomas dentro de España ¡cuánto más difícil será en Europa!

    ResponderEliminar
  3. En mi opinión, hay que seguir adelante con el proyecto Europa. Es difícil, pero no hay alternativa si queremos subsistir.

    ResponderEliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.