7 de enero de 2022

No pierda la compostura, señor alcalde

Cuando una persona con una visibilidad política tan grande como la que tiene el alcalde de Madrid pierde la compostura, los cimientos de la casa consistorial se ponen a temblar. En esta ocasión han temblado dos veces muy seguidas, la primera cuando dijo que Almudena Grandes no merecía ser nombrada hija predilecta de Madrid; la segunda, unas horas más tarde, cuando no sólo no rectificó, sino que acusó a la ciudadanía de atacarlo a degüello. Yo le he oído decir los dos despropósitos, uno detrás del otro, y si el primero me pareció una pérdida de compostura difícil de superar, el segundo me dejó perplejo por la torpe negación de la evidencia. Señor Martínez-Almeida, eso no debió de ser lo que le enseñaron a usted en el colegio Retamar de Pozuelo de Alarcón.

Es cierto que la escritora madrileña no estaba en la onda política del alcalde de Madrid, sino a mucha distancia. Mientras que Almudena Grandes militaba en una izquierda contestataria y molesta a los partidos conservadores españoles, Martínez-Almeida, sobre todo desde que lo nombraron portavoz del Partido Popular, despliega día a día un argumentario político demasiado sesgado para ocupar al mismo tiempo la alcaldía. Esas legítimas diferencias de pensamiento no pueden justificar bajo ningún concepto que un alcalde de la capital de España juzgue inadecuado otorgar la categoría de hija predilecta a una escritora madrileña de tanto renombre.

Es muy posible que exista una total y absoluta incompatibilidad entre ejercer de portavoz de un partido político de ámbito nacional y ser alcalde al mismo tiempo de una ciudad tan cosmopolita como es Madrid, en la que caben todas las ideologías, sin necesidad de que unas menoscaben a las otras. Estas dualidades políticas se repiten con frecuencia en determinados niveles del PP. No hay más que recordar a Dolores de Cospedal, cuando ocupó los cargos de presidenta de Castilla La Mancha, secretaria general de su partido y ministra del gobierno presidido por Mariano Rajoy. Por mucha capacidad de trabajo que tuviera doña Dolores, parece demasiada tarea para una sola persona. Demasiada tarea y demasiadas incompatibilidades desde el punto de vista de la lógica política.

Volviendo al señor Martínez-Almeida, podrá decir lo que ahora quiera. Pero lo que consta en las hemerotecas es la siguiente frase: “Almudena Grandes no merece ser hija predilecta de Madrid, pero para sacar los presupuesto hay que hacer cesiones”. Una frase que uno no sabe por dónde coger, si por el desprecio hacia la escritora o por la confesión de que para seguir al frente de la alcaldía hay que llegar a lo que haga falta. Eso es lo que de verdad dijo y revolverse ahora contra los que denuncian su comportamiento político es una torpe estrategia. Lo hecho, hecho está, señor alcalde.

Confesaré que a mí el señor Martínez-Almeida me parecía al principio una persona dialogante, capaz de llegar a acuerdos con la oposición sin hacer demasiados esfuerzos. Creía que se trataba de un político centrado, poco beligerante, muy distinto a sus predecesores populares. Las comparaciones con Esperanza Aguirre, con Alberto Ruiz-Gallardón o con Ana Botella lo dejaban en muy buen lugar. Sin embargo, cuando la cúpula del PP decidió otorgarle la portavocía del partido, el estilo cambió de la noche a la mañana, porque resulta del todo incompatible mantener la prudente ecuanimidad política que se requiere al frente de una ciudad y ser al mismo tiempo la voz de su amo, cuando este amo ha elegido el enfrentamiento visceral como estrategia política.

Por si lo de Almudena Grandes no fuera suficientemente significativo del giro hacia la inmoderación del señor alcalde, hace unos días nos deleitó achacando el éxito de las políticas de empleo del gobierno central a su contribución personal. Deberían tomar ejemplo de lo que hemos hecho en Madrid, dijo, y se quedó más ancho que largo. Lo mío es mío, decía un viejo chiste, y lo tuyo también.


7 comentarios:

  1. Luis, la actuación del alcalde en este tema parece que sigue la máxima de que “el fin justifica los medios”.
    Dices que estudió en el colegio Retamar donde imagino que le inculcaron esa norma de proceder y si no fue así deberían emitir una proclama de que de ellos no proceden esos discursos morales (amorales, se entiende) e incluso borrarle de la lista de exalumnos insignes e ilustres.
    Y es que en los escolapios nos decían que la doctrina de la Iglesia era todo lo contrario: “el fin no justifica los medios”.
    Lo que ya no recuerdo es a quien le achacaban la doctrina “Martínez” si a los protestantes o a los arrianos.
    Magnífico artículo.
    Angel

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    1. Gracias una vez más Ángel por tu comentario. No sé que opinarán el el colegio donde estudió el alcalde, pero no creo que vayan a tomarse la molestia de desmarcarse.
      En cuanto a lo de "el fin justifica los medios", a mí me parece más propio de Maquiavelo que de protestantes o arrianos. Aunque, vaya usted a saber.

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    2. Luis, aunque se le suele adjudicar la autoría a Maquiavelo, parece que no fue suya la frase aunque algunos de sus escritos si tengan ese fundamento.
      Quizás estudió en el mismo colegio que tu alcalde.
      Angel

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  2. Penoso. El Pp no debe de tener mucha cantera, que se dice en términos deportivos. Es como si a un jugador de baloncesto lo sacas para que juegue de base y de pivot al mismo tiempo: totalmente fuera de lugar. Un alcalde es de todos; una vez nombrado, ya no es de ningún partido, sino que se debe a los habitantes de su polis.

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    1. Fernando, penoso como tú dices. Es difícil encontrar un político que sepa distinguir entre el respeto a las instituciones que representa y la legítima confrontación política. Pedro Sánchez, mientras sea presidente del gobierno, y por tanto de todos los españoles, no podrá nunca usar el estilo atrabiliario de Pablo Casado. Pero el alcalde de Madrid parece que lo institucional se lo pasa por la puerta de Alcalá. Qué menos, tratándose de un madrileño de pro.

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  3. No creo que nadie ponga en duda la calidad de sus novelas, pero es probable que al alcalde no le gustasen sus artículos en El País. Guste o no reconocerlo, fue una muy buena escritora, y por lo que se de ella, una excelente persona. Y además, muy madrileña. Así que el Alcalde podía haberse mostrado mas generoso a la hora de nombrarla Hija Predilecta y luego haberse callado.

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    1. Alfredo, lo que yo pienso es que la concesión de la categoría de hijo predilecto de una ciudad es un trámite administrativo, no político. Doy por hecho que al alcalde no le gustaban los artículos de Almdena Grandes, pero estaba obligado a no ser parcial. Además, como tú dices, debería haberse callado, antes de tirar la piedra y después de haberla tirado. No ha estado a la altura de la institución que representa.

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