20 de enero de 2022

Volver a empezar

No, no voy a hablar hoy de la conocida película dirigida por José Luis Garci en 1982, aunque ganas no me faltan. He elegido este título un poco al azar, cuando pensaba en las ganas que tengo de reanudar mi vida cotidiana, que, como la ha sucededido a tantos otros, se ha visto alterada una vez más por la dichosa pandemia, cuyas garras me han rodeado, sin tocarme, por todas partes. Porque, aunque muchas de las actividades que desarrollo a lo largo del día hayan continuado como si aquí no sucediera nada, hay una que está en dique seco, en contra de mi voluntad, desde hace un par de meses: la de viajar. Desde noviembre no salgo de mi ciudad, lo que para mis costumbres es demasiado tiempo. Pero como casi todo tiene fecha de caducidad, y si no uno se la pone a su conveniencia, ya estoy oteando el horizonte en busca de alguna escapada que me alivie el mono o, dicho de manera menos coloquial y cheli, que me quite de encima la angustia ocasionada por la inactividad viajera.

Es curioso observar como los paradigmas van cambiando con el tiempo, quiero decir, por si no ha quedado claro, con la edad. Durante muchos años, en mis planes no podían faltar uno o dos viajes al extranjero al año, hasta donde el presupuesto diera de sí. Confieso que llegué a convertirme en un coleccionista de destinos turísticos, de manera que procuraba no repetir ni modalidad de viaje ni país que visitar. En el fondo, aunque estos recorridos adolezcan de cierta superficialidad, porque el tiempo de duración suele ser corto, lo que me guiaba era la extensión geográfica, ya que parece evidente que cuanta mayor sea la variedad de lo que se visita mayor será el conocimiento que se tenga del mundo. Porque viajar es aprender sobre el terreno.

Sin embargo, ahora me da pereza enfrentarme a largos desplazamientos, a las interminables colas de los aeropuertos, a los madrugones, a las visitas modalidad “rebaño”, que, dicho sea de paso, suelen ser las de mayor rendimiento. Sólo en grupo, con guía y a toda prisa se pueden conocer muchas cosas en poco tiempo. Lo que sucede es que los años causan estragos, y lo que hasta hace poco soportaba con estoicismo en beneficio de la pequeña aventura, hoy se me hace muy cuesta arriba. Sin embargo, como hay tantos rincones de España o de sus inmediatos alrededores -Portugal y Francia- a los que puedo llegar en mi coche -tomándome, eso sí, las cosas con calma-, he iniciado una nueva etapa, a la que denomino de las comarcas para distinguirla de la de los países. Y en esas estoy ahora.

El año pasado, forzando un poco la máquina, llegué a visitar con cierto detenimiento hasta siete comarcas españolas. Algunas de ellas eran completamente nuevas para mí, y otras, aunque ya había estado en alguna ocasión, las conocía muy superficialmente. Estos viajes, en los que fijo la residencia en algún hotel -me encantan los Paradores de España- situado en un punto estratégico, para ir visitando desde ellos de manera radial la zona en sucesivas excursiones, que para mí suelen empezar a las diez de la mañana y acabar a las siete de la tarde.

Pues en esas ando ahora, en organizar un viaje “invernal”, no me refiero a las estaciones de esquí -Dios me libre-, sino a la época. Porque para eso España es tan grande, para que se pueda ir en invierno a climas templados sin salir de sus fronteras y en verano a lugares poco calurosos. Quinientos mil kilómetros cuadrados de extensión dan mucho juego.

Ya veremos si seré capaz después de traer a este blog alguna pequeña reseña de esas excursiones, para compartir mis experiencias con mis amigos; porque, aunque ganas no me faltan, pereza me sobra a raudales. Los años no sólo modifican las preferencias del viajero, sino que además le quitan vigor al intelecto. Aunque intentarlo, que quede claro mi compromiso, lo intentaré.

 

4 comentarios:

  1. A unos mas y a otros menos, a todos nos sobra a raudales la pereza y es normal que no tú te libres de ello, pero respecto a la pérdida de vigor del intelecto, no creo que tengas problemas, Luis.
    Buena idea la de viajar por España en coche.

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    1. Alfredo, gracias por tu amabloe comentario. Dicen que las neuronas se van perdiendo poco a poco, de manera que estadísticamente todo me hace pensar que del deterioro intelectual no me libro.

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  2. Creo que lo que se pierde con la madurez es pasión, pero se gana en sosiego.

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  3. Fernando, pasión por viajar de momento no me falta. Pero, como tú dices, con sosiego. Como algunos dicen ahora, chino chano. "Piano, piano, si arriba lontano".

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