22 de junio de 2022

Se veía venir y ha llegado

Empezaré confesando que como socialdemócrata que me considero no puedo estar satisfecho con el resultado de las elecciones andaluzas. Pero añadiré que tampoco me ha sorprendido demasiado. Ciudadanos ha desaparecido del panorama andaluz y no creo que tarde en desaparecer del español. Unos cuantos líderes siguen aún aferrados a una idea que nunca tuvieron clara, y que ellos denominan liberal, cuando en mi opinión no es más que una copia del pensamiento conservador que representa el PP. 

Vox ha sufrido una gran desilusión, porque cuando sus dirigentes se creían imprescindibles para la gobernabilidad de Andalucía, las urnas los han devuelto a la realidad. El histrionismo de doña Macarena ha tenido mucho que ver, pero sobre todo la vuelta a la cordura de una parte de sus potenciales votantes que han entendido que con las políticas conservadoras de los populares tienen bastante y que no necesitan aventuras de corte neofascista.

Moreno Bonilla lo ha hecho bien, hay que reonocerlo. Su talante educado y moderado le ha ayudado mucho, porque a estas alturas de la legislatura los ciudadanos están hartos de tanto grito y de tanta bronca. El candidato popular ha sabido conjugar bien su buena imagen con la petición de aunar esfuerzos para conseguir una mayoría que le permitiera gobernar sin ataduras. Si no lo hubiera logrado, no tengo ninguna duda de que Vox estaría ahora negociando su entrada en el gobierno, lo que para el líder popular  significaría pan para hoy y hambre para mañana. Lo repito, ha jugado muy bien sus cartas, tan bien que muchos otros líderes del PP lo están empezando a mirar por el rabillo del ojo con cierta desconfianza.

En cuanto a los partidos situados a la izquierda del PSOE, los resultados que han obtenido suponen un auténtico fracaso sin paliativos. La desunión ha sido la tónica general, lo que manifiesta más preocupación por los proyectos personales de cada uno de sus líderes que por sacar adelante las reformas que prometen. Los restos de Podemos que quedan han pasado de ser poco significativos a la absoluta insignificancia, una situación que raya en el ridículo electoral.

El PSOE, que sigue siendo el único partido de la izquierda con posibilidades de gobernar en España y en cualquiera de sus autonomías, se ha visto arrastrado por la vertiginosa caída de imagen que le han causado sus alianzas. Pero además ha cometido muchos errores de bulto, desde la elección de un candidato poco conocido, hasta basar su estrategia en asuntos marginales a lo fundamental, como ha sido la machacona insistencia en el mensaje de que el PP necesitaría a Vox para gobernar, dando por hecho desde el principio que los de Moreno Bonilla iban a ganar, fomentando con ello el voto popular.

La cúpula socialista debería revisar en profundidad sus estrategias, porque de no hacerlo dentro de poco tendremos un gobierno central conservador, con mayoría absoluta del PP o con apoyos de otros. Si no lo hacen, y no percibo que lo estén haciendo, la bola de nieve irá creciendo hasta sepultar todas las esperanzas de progreso social durante años, porque los cambios de tendencia suelen traer consecuencias duraderas. Los votantes de esas izquierdas ahora marginales tendrán necesariamente que cambiar de actitud, porque cada vez está quedando más claro que la aparición de Podemos ha provocado el lento pero continuo deterioro de la imagen de los progresistas en general. En este país no gustan ni las actitudes tramontanas de la extrema derecha ni las utopías redentoras de la izquierda radical. La mayoría de los españoles se mueve en una amplia franja que se articula alrededor del centro, y que hoy, para ellos, está representada por el PP o por el PSOE. Lo demás lo consideran mucho ruido y pocas nueces, sacar los pies del plato y, paradojicamente, retrasar el progreso social y la lucha contra las desigualdades. En este mundo que nos ha tocado vivir no se le pueden pedir peras revolucionarias al olmo de la globalización.

¿Volvemos al bipartidismo? Pues puede ser que sí, porque las alianzas no funcionan en medio de tanta fragmentación.

4 comentarios:

  1. Muy clarificador.

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    1. Gracias Fernando. Todavía queda un año de legislatura y pueden pasar muchas cosas. Iremos viendo. Luis

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  2. Comparto el contenido. Buen análisis. La situación es difícil: el PSOE necesita alianzas para gobernar y esas alianzas son un lastre. Por otra parte, romper alianzas y adelantar elecciones tiene mucho riesgo. Lo dicho, difícil.

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    1. Alfredo, aunque contesto como anónimo, soy Luis. Cosas del sistema que a veces me da problemas.
      Las alianzas son un lastre para todos, no sólo para el PSOE. La de los socialistas con Podemos, aunque está funcionando en lo fundamental, provoca mucho ruido y eso quema. Mucho me temo que el resultado de Andalucía recoja, entre otras cosas, el desgaste causado por la alianza. No ha beneficiado a ninguno de los socios, pero sí al PP.

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