11 de junio de 2022

"Whatsapéa" que algo queda

Cuando hace más de treinta años leía algunos libros sobre el mundo de la intercomunicación social por medios telemáticos que se nos avecinaba, no podía imaginarme lo que con el tiempo ha sucedido. En aquella época ya empezaban a usarse algunas redes en los ámbitos corporativos, pero todavía su disponibilidad no llegaba a la población en general. Aquellas intercomunicaciones internas tenían nombres dispares, aunque muchos se referían a ellas con el genérico de intranet. El ordenador personal, aunque ya hubiera hecho su aparición hacía tiempo, era una herramienta muy poco extendida en el entorno doméstico, porque las comunicaciones eran caras y todavía muy poco desarrolladas dede un punto de vista tecnológico. Además, los teléfonos móviles inteligentes aún no habían hecho su aparición.

Desde entonces han pasado varios lustros y las cosas han cambiado por completo. Los PC se han extendido por todas partes y pocos son ya los que no llevan en su bolsillo un smartphone. De ser los móviles unos dispositivos diseñados exclusivamente para comunicarnos por voz desde cualquier lugar donde nos encontremos, se han convertido en pequeños ordenadores personales con infinidad de aplicaciones que nos aportan comodidad, independencia y en muchas ocasiones seguridad. Salvo algún reluctante -ya sabemos que hay gente “pa to”-, pocos son ya los ciudadanos que no los utilizan.

No creo exagerar si digo que no podría prescindir ahora de mi móvil inteligente. Me apoyo en él para infinidad de tareas que antes me llevaban demasiado tiempo y que ahora resuelvo en pocos minutos y de manera inmediata. Pero, sin embargo, soy poco amigo de las redes sociales, no porque no entienda su atractivo para determinado tipo de personas, sino porque a mí no me aportan nada. Quizá se trate de un prejuicio, pero me transmiten la sensación de que me obligarían a una dependencia que quiero evitar a toda costa. Además, tengo la sensación de que fomentan el exhibicionismo narcisista y la consiguiente pérdida de intimidad.

Pero sí utilizo con relativa frecuencia el whatsapp, porque se trata de un recurso de comunicación inmediato, que ayuda en muchísimas ocasiones a informar con una rapidez que de otra manera sería imposible de conseguir. Pertenezco a alguno de esos grupos que se forman alrededor de algún común denominador, de familia o de amistad o de cualquier otra índole.  Lo que sucede es que en algunos de ellos me he visto obligado a darme de baja, porque hay usuarios que los utilizan para “rebotar” informaciones que ellos consideran importantes, cuando por lo general no son más que pamplinas “culturales” o, lo que es peor, diatribas de intencionalidad sectaria.

En el caso de la supuesta divulgación cultural, sucede que por lo general estos mensajes, repetitivos hasta la saciedad, no suelen enseñarnos nada que no supiéramos o que no esté al alcance de cualquiera. En el de los mensajes sectarios, el emisor da por hecho que todos los componentes del grupo comparten su subjetivo punto de vista, cuando no tiene por qué ser así. Juegan con la ventaja de que somos muchos los que no estamos dispuestos a enviarles algo de signo contrario, porque significaría ponerse a la misma altura de su zafiedad.

Cuando leía aquellos libros hace años, me imaginaba un futuro prometedor, en el que la intercomunicación acercaría más a las personas. Siempre me ha gustado la ciencia ficción, aquella que partiendo del nivel de conocimientos del momento elucubra sobre su desarrollo futuro. Pero lo que entonces parecía muy lejos todavía se ha convertido en muy poco tiempo en una aplastante realidad, que va mucho más allá de lo que yo podía imaginar. Ha mejorado la intercomunicación social de forma categórica, qué duda cabe, pero ha puesto en manos de la sociedad unas herramientas que mal utilizadas pueden convertirse en auténticos explosivos.

Definitivamente, a mí no me gusta el uso que se hace, por parte de algunos, de las redes sociales.

2 comentarios:

  1. Yo uso el facebook y me parece una buena herramienta. Tienes por un lado tu muro con los amigos que eliges, que yo uso como un blog donde colecciono artículos de mi interés, y por otra parte tienes los grupos, que puede crear y administrar tú mismo para temas determinadas (música, cine, fotografía, literatura...) y a los que puedes invitar a los amigos de tu elección.

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    1. Fernando, como digo en el artículo, a mí las redes sociales no me aportan nada. Pero entiendo perfectamente, y también lo digo, que otros las utilicen, como es tu caso y el de tantas otras personas que forman parte de mi círculo de amistades.

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