20 de junio de 2023

Lo que natura no da Salamanca no presta

El conocido proverbio de ámbito universitario que he escogido como título de este artículo nos advierte de que, por muchos estudios que figuren en nuestro expediente académico, por extensa que sea la erudición que contenga nuestra mochila escolar y por más másteres que añadamos al currículo, si no gozamos de buenas cualidades intelectuales todo se queda en agua de borrajas o en fuego de artificios, que para los efectos cualquiera de estos símiles me sirve.

En las hornadas de líderes que llegaron a la primera fila de la política a caballo de aquellos partidos a los que pomposamente se les denominaba en su momento emergentes, había algunos con un buen bagaje académico, que como es lógico exhibían como garantía de su capacidad intelectual, una forma de ganarse la confianza de una parte de la sociedad. Después vino el día a día, la cruda realidad primero del parlamentarismo de oposición y después del arte de gobernar, y aquella condición inicial se manifestó insuficiente. Volviendo al eslogan universitario, aunque contaran con Salamanca, natura no los acompañaba.

La política, como cualquier actividad de carácter intelectual, requiere de conocimientos, pero sobre todo de intuición, de prudencia, de mano izquierda, de sentido de la oportunidad, de buen talante, de paciencia. Porque, por muchos conocimientos que se tengan de derecho constitucional, por mucha ciencia política que se haya asimilado en la universidad y por muchas horas de ejercicio de la docencia que uno cargue sobre las espaldas, si al frente de un ministerio se redactan leyes que rechinan en las conciencias de la sociedad, queda claro que mejor sería dedicarse a otra cosa.

Entre todas las virtudes que se requieren para ejercer la política, creo que la capacidad de gestión es la más importante. Un ministro de Defensa no tiene que ser militar ni uno de Sanidad médico ni uno de Educación catedrático. Lo que se les debe exigir es que sean buenos administradores de unas complejas maquinarias, en las que confluyen personas y recursos materiales, donde los presupuestos están limitados y a las que hay que sacar el máximo rendimiento. Es verdad que para ello el conocimiento ayuda; pero si no se posee la capacidad de gestión requerida, si no se cuenta con una buena natura vendrá el fracaso.

Seguramente quien lea esto estará pensando que voy a dar nombres. Pues bien, aunque son varios los que rondan por mi cabeza, como no me gusta hacer leña del árbol caído guardaré silencio. Además, así dejo que cada uno ponga los que quiera, porque en esto de mucha academia y poca habilidad política hay bastante donde elegir. Pero sí diré que tengo la sensación de que en aquella hornada de fundadores de los partidos emergentes había mucho relumbrón universitario y muy poca experiencia, escasa capacidad de gestión y ningún sentido de la prudencia.

Hace tiempo escribí un artículo en el que vaticinaba que Ciudadanos y Podemos acabarían desapareciendo. Me basaba exclusivamente en la intuición, en el convencimiento de que cuando la pólvora ya está inventada poco sentido tiene volver a inventarla. En el caso de Podemos, aunque el adormecimiento del PSOE pudiera haber justificado en aquel momento su aparición para mover el árbol y que se cayeran las hojas secas, una vez conseguido el objetivo parece que sobran. Por lo menos eso es lo que dicen las urnas. Porque lo de Sumar de Yolanda Díaz nada tiene que ver con aquellos gritos de las castas, con las diputadas dando el pecho en el hemiciclo y con los aspavientos revolucionarios propios de los tiempos del asalto al Palacio de Invierno.

2 comentarios:

  1. La Poĺitica es la más difícil de las artes, porque no sólo debes ser competente, sino que debes saber convencer al público de que tu forma de hacer y tus objetivos son los mejores para todos o, en el peor de los casos, para la mayoría.
    Yo sí citaré un nombre, porque es el aspirante a gobernar nuestro país: Alberto Núñez Feijoo. Pues bien, Alberto Núñez Feijoo blanqueaba a un socio suyo de posible gobierno, condenado por violencia machista, diciendo que era catedrático de derecho constitucional, ¡toma ya! como si los catedráticos no pudieran ser maltratadores de género.
    No sólo la capacidad de gestión es la más importante de las virtudes que ha de tener un político, sino también la honestidad, la sinceridad, la transparencia...: son cualidades indispensables para ejercer la función pública.
    ¡Qué de peligros nos esperan!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Fernando por tu comentario. Yo no menciono la honestidad, la sinceridad y la transparencia porque son cualidades exigibles en cualquier persona. Es como sucede con el valor en la mili, que se supone. Pero entrar en política para poner las cosas patas arribas es muy peligroso.
      Del blanqueo de la violencia machista que está haciendo el señor Feijoo hablaré otro día.

      Eliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.