6 de marzo de 2024

Judíos y palestinos.

 

La historia del pueblo judío es tan compleja y de orígenes tan remotos, que resulta muy difícil entender lo que está sucediendo en el Próximo Oriente desde la creación del estado de Israel. En estos momentos estamos asistiendo a la cruel y sanguinaria guerra de Gaza, que en realidad es sólo una batalla más de una larga guerra que se inició cuando occidente bendijo la independencia del nuevo estado, sobre una región que desde la época de los romanos se denomina Palestina,  y que estuvo bajo administración británica a partir de la caída del Imperio Turco, tras la Primera Guerra Mundial, hasta 1948. 

Pero para entender bien lo que está sucediendo en aquellas tierras es preciso remontarse a mucho antes. A partir de la llamada Diáspora, que en realidad fueron varias y separadas por siglos de distancia, los judíos que vivían en Palestina desde tiempo inmemorial se dispersaron por el mundo entero huyendo de las invasiones que pretendían aniquilarlos, cuando todavía, por cierto, no habían nacido ni la religión cristiana ni la musulmana, Pero a diferencia de lo que suele suceder cuando se producen migraciones masivas, conservaron su religión, sus costumbres y una especie de ilusión romántica, la de que algún día regresarían a la tierra de sus ancestros, a Eretz Israel (Tierra de Israel).

Esa falta de asimilación a su nueva realidad o, si se prefiere, esa férrea fidelidad  a su pasado, originó a lo largo de los siglos un sinfín de expulsiones, es decir, nuevas migraciones masivas. A finales del siglo XIX y durante la primera mitad del XX, aumentó la animadversión contra los judíos que vivían en los distintos países de Europa, hasta desembocar en los genocidios que todos conocemos, sobre todo el tristemente conocido como el Holocausto, en la Alemania de Hitler. He leído hace poco que un conocido pensador israelí escribió hace unos años que Europa había pasado de escribir en las paredes de las calles durante la primera mitad del siglo XX “judíos, marchaos a Palestina”, a vociferar en la segunda “judíos, marchaos de Palestina”.

Palestina en realidad es tanto la tierra de los que ahora llamamos palestinos, los musulmanes que viven allí, como la de los judíos que ya vivían porque nunca sus antecesores se marcharon o porque regresaron antes o después de que se creara el moderno estado de Israel. Se trata de dos familias con el mismo origen, cuya convivencia en un único territorio es imposible. De manera que, como propone Naciones Unidas, parece que sólo hay una salida posible, la creación del estado Palestino, que ahora no existe, y la convivencia pacífica con el de Israel

La batalla de Gaza no se puede explicar si no se entiende que los palestinos no tienen patria, porque se quedaron sin ella cuando se creó el estado de Israel, y que los judíos creen que si se les otorga corren el riesgo de que terminen echándolos al mar, como tantas veces ha sucedido a través de la Historia.

Si hacemos abstracción de las barbaridades que se están cometiendo en los últimos meses, la mejor manera de posicionarse en este complejo asunto es tratar de entender cómo se ha llegado hasta aquí. Porque de otra manera se puede caer en la fácil dicotomía de buenos y malos, cuando posiblemente todos tengan razón en sus pretensiones, pero ninguna de las dos partes esté contribuyendo a lograr un acuerdo.

Ni tampoco Occidente, sobre todo los Estados Unidos de América.

2 comentarios:

  1. Luis, no sé si a los que llamas “los musulmanes que viven allí”, no sería mejor llamarles “los árabes que viven allí”, dado que en esa población además de musulmanes también hay cristianos, aunque ya sé que el término “árabe” es, como dicen ahora, muy “líquido”, o como diría yo muy controvertido.
    Angel

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    1. Ángel, no menciono a los cristianos que viven allí porque son minoritarios y permanecen al margen del conflicto. En cuanto al término "árabe", no lo he utilizado intencionadamente, porque tiene connotaciones de raza, la de los procedentes de la península arábiga. Precisamente lo que he querido resaltar es que tanto los judíos como los palestinos proceden de la misma etnia, la semita, ya que los palestinos son descendientes de los judíos que se convirtieron a la fe de Mahoma tras las invasiones musulmanas, la de los árabes. El conflicto no es entre etnias ni entre religiones, sino, en todo caso, entre culturas religiosas que quieren tener patria propia. Son dos familias con el mismo origen, incapaces de convivir.

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