Han pasado veinte años, pero el recuerdo de los salvajes
atentados del 11 M permanece tan vivo en la memoria de los españoles, que da la
sensación de que acabaran de suceder. Fue tal la atrocidad cometida por los terroristas, que no es fácil
borrar de la memoria aquella jornada y las siguientes. Cerca de
doscientos muertos y unos dos mil heridos. Estudiantes y trabajadores, ciudadanos inocentes que se dirigían a sus centros de estudio o de trabajo. La sociedad
española se sintió por un lado consternada y por otro atemorizada. En el ambiente
flotaba la sensación de que España había sufrido un ataque indiscriminado y que en cualquier
momento podría repetirse. Había dolor, pero también miedo.
Aunque en un primer momento empezó a circular la idea de que ETA había sido la autora de la salvajada, los datos que iban llegando no cuadraban. Ni por el modus
operandi ni por los objetivos de los atentados. Desgraciadamente era ya tan
larga la historia de la banda terrorista, que en las
mentes de los españoles no encajaba esa interpretación. Además, como en el
ambiente flotaba la gran mentira de las armas de destrucción masiva en Irak que defendieron al unísono Busch, Blair y Aznar, no había que ser demasiado sagaz
para concluir que las bombas en los trenes de cercanías de Madrid tenían la
firma de Al Qaeda o de alguna de sus muchas ramificaciones internacionales. Se trataba sin lugar a dudas de una brutal represalia por la intervención militar capitaneada
por el trío de las Azores en aquel país del Próximo Oriente.
Estábamos a la vista de unas elecciones generales, en
cuya campaña se había debatido largo y tendido sobre la gran mentira que sustentó el
ataque a Iraq, una espantosa guerra que no sólo causó medio millón de muertos, sino
que además desestabilizó por completo la zona y cuyas consecuencia perduran en la actualidad. Rodríguez Zapatero, el candidato de la
oposición, había prometido que si ganaba las elecciones retiraría las tropas
españolas de Iraq; Aznar, sin embargo, mantenía la defensa de que aquel ataque
había sido necesario.
La situación para el gobierno del PP era muy comprometida,
porque todas las miradas estaban puestas en las consecuencias de la decisión de sumarse a la intervención
militar en Irak. Se sabía ya que las famosas
armas de destrucción masiva no existían, de manera que se temían las repercusiones electorales negativas que los ataques terroristas pudieran tener a la hora de elegir el voto y, como consecuencia, sus estrategas decidieron mantener la
falsedad de la autoría de ETA. Mentira burda para tapar otra descarada mentira.
Todavía hoy algunos intentan mantener la duda. FAES, la
fundación conservadora que preside Aznar, ha salido, cómo no, en defensa de su
presidente, algo que produce sonrojo. Los líderes actuales del PP, o tiran
balones fuera o defienden que no es el momento de hablar de aquello, sino de
preocuparse de las víctimas, o añaden que todavía quedan muchas cosas sin aclarar. Les pesa mucho las consecuencias de aquel triste
suceso, una despiadada masacre producida a raíz de que Aznar comprometiera a España en una
guerra en base a una mentira. Después, para tapar aquella, otra para no perder las elecciones. De mentira en mentira y tiro porque me toca.
La sociedad española todavía está esperando que los responsables de aquellas falsedades pidan perdón. Bush y Blair dieron en su día explicaciones. Aznar sostiene y no enmienda. El PP con su silencio y ambigüedad ampara la mentira.
La causa de la guerra de Irak no fue tal vez la tenencia de armas de destrucción masiva por parte de Sadam Hussein. Los iraquíes estaban dando los primeros pasos para la construcción en el complejo industrial de Al Kaim de varias grandes plantas de ácido fosfórico, necesario para la fabricación de fertilizantes (fosfatos mono y di amónico). Pero resulta que, en la ganga de la roca fosfórica, hay mucho uranio y refinándolo, es decir extrayendo el U235, se tendría la capacidad de construir armamento atómico. Eso era preocupante para muchos países y es posible que los USA decidieran evitar ese riesgo.
ResponderEliminar¿Por qué Aznar apoyó la política de USA? ¿Por la foto? Puede ser, pero también puede ser que para que los USA estuvieran del lado de España en cualquier conflicto con Marruecos (recordemos la isla de Perejil). Marruecos siempre habría tenido el apoyo discreto de Francia.
¿Las mentiras del PP para no relacionar los atentados con la posición de España en la guerra de Irak? Pues sí, unas mentiras tan torpes, como injustificables. ¿Y lo de seguir con la tabarra de que “nadie ha asegurado que no fuese obra de Eta”? Pues es una idiotez mas de las que Aznar acostumbra a proclamar de vez en cuando.
Gracias, Alfredo, por tu bien documentado comentario.
ResponderEliminarAtacar a un país, masacrar a su población y provocar una catástrofe humanitaria con más de 500.000 muertos, a mí me parece desproporcionado como medida precautoria ante la posibilidad (remota) de que el hipotético enemigo pueda llegar a disponer de uranio enriquecido. La absoluta desestabilización de la zona, consecuencia de aquella barbaridad, es mucho más peligrosa para nuestros intereses.
En cuanto a tener al lado a USA en un posible conflicto con Marruecos, mucho me temo que los intereses estratégicos de Washington serán los que determinen su actitud en cada momento, no las fotos de Aznar.
Respecto a la tabarra, no es sólo Aznar, sino también algunos de los dirigentes actuales del PP (y no me gusta señalar).