La verdad es que no sé muy bien por qué celebro los
centenarios, aunque no debería descartar que en el fondo haya una pizca de vanidad. En realidad de lo que habría que presumir si se pudiera es de calidad y no de
cantidad, pero de eso no me atrevo. Ya lo dicen por ahí, aunque siempre con la boca chica, el tamaño no
importa.
Lo cierto es que si celebro estos centenarios es para darme ánimos y no flaquear en el empeño de seguir adelante. Tentaciones de abandonar tengo muchas, porque detrás de cada una de las ocurrencias que aparecen en el blog hay un buen número de horas dedicadas, unas frente al ordenador poniendo orden a las palabras, otras reflexionando sobre el fondo y la forma y no pocas intentando contestar adecuadamente a los comentarios, tanto a los registrados en el blog como a los “off the record”, alguno de estos últimos muy incisivos con algunas de mis ideas. En cualquier caso, aprovecho para decir una vez más que agradezco tanto los benevolentes como los críticos.
Pero de momento sigo disfrutando con lo que hago, de manera que, aunque sólo sea por egoísmo, no tiro la toalla. Escribir lo que pienso sigue siendo para mí una de las mejores cosas que puedo hacer y, por tanto, cometería un gran error si abandonara, porque perdería una de mis grandes ilusiones. Dejaría además que las inquietudes que me asaltan se pudrieran en mi interior, y ya se sabe que es preciso sanear las heridas del alma para que no se infecten. Para ello, qué mejor que la letra impresa.
Temas no me faltan, porque el vertiginoso carrusel de la vida nos pone muchos
ante los ojos todos los días. Y, si se está atento, cada uno de ellos se
convierte en una fuente de inspiración. Puede ser, no lo niego, que lo que para
mí es importante para otros no lo sea. Pero cuando escribo, aunque nunca olvido que alguien lo puede leer, lo hago desde mi yo, y ese yo es
intransferible.
Tampoco eludo las polémicas, porque expresar ideas de
cualquier tipo supone contrastarlas con las de otros y no todos
afortunadamente pensamos igual. Hay quien me aconseja que no entre en temas
políticos, pero es que resulta que todo, absolutamente todo lo que sucede en la sociedad es política,
porque todo es opinable y la política no es otra cosa que el contraste de opiniones. Por tanto, si
tengo opiniones y las expongo, entro de lleno en el terreno de la política.
No sé hasta donde llegaré, depende de tantas circunstancias
que vaya usted a saber. De lo único que ahora puedo estar seguro es
que de momento continúo.
¡A por los mil!
ResponderEliminarFernando
Fernando, muy alto me pones el listón, pero se hará lo que se pueda.
Eliminar¡Enhorabuena!
ResponderEliminarY no cejes en tu empeño.
Angel
Gracias, Ángel. Ganas no me faltan.
EliminarTe felicito, Luis. Espero que sigas publicando por mucho tiempo.
ResponderEliminarGracias, Alfredo. Mientras me sigan llegando ocurrencias seguiré escribiendo. Pero con esta sequía, hasta las ideas se secan.
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