4 de agosto de 2024

La difícil tesitura. El palo y la zanahoria

 


Le oí el otro día decir a un agudo y afilado analista político en algún programa de televisión que la relación del PP con Vox solo admite una estrategia, la del palo y la zanahoria. Quería decir, supongo, que aunque debería desmarcarse de sus postulados para no contaminar su imagen, está obligado a mantener lazos amables con los de la ultraderecha. Depende de ellos en tantos lugares, que se encuentra en una diabólica situación, la de tener que  bailarles el agua, aun en contra de lo que conviene a sus intereses electorales.

La derecha tradicional española, léase el PP, lo tiene en estos momentos muy difícil. La escisión que se produjo hace ya unos años se veía venir desde mucho antes, porque en aquel partido que fundó Manuel Fraga durante la transición se habían dado refugio, junto a conservadores demócratas, muchos nostálgicos del franquismo. Las tensiones internas eran grandes y el equilibrio se mantenía a duras penas. Hasta que se produjo la explosión y nació Vox.

Las consecuencias de aquella ruptura fueron, por un lado que al PP le había surgido un duro adversario por su derecha y, por otro, que para no perder más votos estaba obligado a endurecer sus postulados, a radicalizarlos, una estrategia forzada que le ha hecho perder apoyos centristas, los de los conservadores demócratas, ciudadanos que no se sienten de izquierdas, pero están muy lejos de la ultraderecha.

En mi opinión, la dirección del PP debería cambiar de estrategia si es que quiere que su partido vuelva a ser alternativa a corto plazo. Cada día que se mantiene en este extraño maridaje los populares pierden votos, los de la derecha moderada. Puede ser que recuperen alguno procedente de Vox, pero el balance resulta negativo para sus intereses electorales. Deberían iniciar el divorcio cuanto antes, porque mantener este matrimonio de conveniencia significa pan para hoy y hambre para mañana. Creo que una posición moderada, completamente alejada de los postulados antisistema de Abascal, le daría a Feijóo un rédito electoral muy significativo, porque los centristas de derechas volverían a sus orígenes.

Pero mucho me temo que la contaminación extremista haya llegado a unos límites muy difíciles de corregir. Son ya bastantes meses mirando por el retrovisor los movimientos de Vox, de manera que los vicios adquiridos se están consolidando. Sólo hay que oír a sus más preclaros portavoces, a Cuca Gamarra y a Miguel Tellado, para comprender que su estrategia como oposición se sigue basando en fábulas y en acusaciones sobre asuntos marginales a la política. Una estrategia improvisada para ocultar que ni tienen programa ni son capaces de encontrar fisuras reales en la acción gubernamental, lo que, como consecuencia, transmite con claridad que no saben cómo combatir la acción política del actual gobierno, 

Pero Feijóo y los suyos sabrán qué hacen. Quién soy yo para dar consejos a nadie.

7 comentarios:

  1. Uno piensa que con portavoces como Gamarra y Tellado es difícil que nadie pueda votar al PP, pero luego ve que en Madrid una chillona como la Ayuso saca montones de votos y se queda perplejo. A lo mejor, si el portavoz fuese alguien como Margallo, el PP sacaría todavía menos votos.
    Está claro que la estrategia del PP para recuperar el poder pasa por destruir a Sánchez. Algunos estamos muy descontentos con la obra de Sánchez, pero no se puede ser muy optimista con la alternativa de un partido con portavoces como Gamarra y Tellado. ¿No hay en el PP gente mejor? El problema del PP, y de los partidos en general, es que no los dirigen las persona idóneas.

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    1. Alfredo, si como tu dices esos gritos y aspavientos consiguen más votos que los mensajes moderados de Margallo, es señal inequívoca de que una parte del electorado español acepta con agrado los postulados de la extrema derecha. Por tanto, nada tiene de particular que el resto de las fuerzas políticas les haga frente al unísono.

      Creo que Feijoo y los suyos se equivocan en la estrategia elegida

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    2. Gracias por el comentario. Es cierto que algunos de los aliados de Sánchez no son de fiar. También que en el PSOE existe una corriente crítica. Pero estamos en una democracia y no en un sistema de pensamiento único.
      Lo de mantenerse en el poder (a cualquier precio), una acusación por cierto muy recurrente por parte de la derecha y la ultraderecha, tiene sentido siempre que cuente con apoyos, y hasta ahora los ha tenido. Todos los políticos quieren seguir en el poder, la única forma de llevar adelante su programa. Los acuerdos a lo que ha ido llegando con las distintas fuerzas no son otra cosa que pactos políticos, por cierto sin vulnerar la legalidad. Lo normal en democracia.
      Por cierto, la alianza del PP con Vox facilita estos pactos, quizá por aquello de que para algunos es mejor "malo conocido que bueno por conocer".
      Si a eso le unimos que la situación económica es buena y que se ha avanzado mucho en el terreno de la protección social, este gobierno puede tener cuerda para rato.
      Ahora bien, es verdad que podría quedarse sin apoyos suficientes en cualquier momento y entonces tendrá que convocar elecciones. A partir de ahí, al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

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  2. Lo de mantenerse en el poder (a cualquier precio) no solo lo dicen y critican la derecha y la ultraderecha, sino personajes muy importantes del PSOE tanto antiguos como nuevos .
    A lo mejor el partido de Puigdemont (un gran aliado del PSOE, y me pregunto que es lo que tienen en común los dos partidos) es "progresista" (aunque tiene un tufillo de que está en las antípodas de como define el PSOE el progreso).
    En fin, las alianzas con Dios y con el Demonio pueden pasar facturas ....y muy caras, tanto al PP como al PSOE. Nadie quiere un PSOE roto o dividido, ya que es básico y fundamental para la alternancia democrática de este complicado paÍs, pero el "ansia de poder" puede fracturar a este partido.
    Ya lo veremos.

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    1. Acaba de producirse una votación "histórica" en el parlamento catalán, de la que ha salido investido como presidente el socialista Salvador Illa. Por cierto, con los votos en contra de los de Puigdemont. No veo esa supuesta "gran alianza". Apoyar con sus siete votos la investidura y la aprobación de determinadas leyes es dinámica política.

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  3. No Luis, no. No es solo la derecha la que dice que Sánchez ha hecho, y hará, lo que sea para mantenerse en el poder. Lo dice también mucha gente del PSOE, votantes y afiliados. Es tanto su miedo a perder el poder que negocia mal y entrega todo lo que le piden unos y otros, sin hacer valer que "conmigo tendréis algo, con los otros, nada". Nadie duda de la legalidad de su política, pero prometer una cosa y hacer lo opuesto por el vértice, no es presentable. Daña la institución de presidencia del gobierno.

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    1. Alfredo, yo hasta ahora no he visto que haya negociado mal y entregado todo lo que le piden. Lo que sucede es que las decisiones políticas se juzgan desde la óptica de cada uno y parece que en este asunto (el de Cataluña) tú y yo tenemos distintos puntos de vista. Porque de eso estamos hablando, del problema catalán.
      Vamos a ver que sucede con el nombramiento de Illa, a mi juicio una gran jugada de Sánchez, que ha deshecho el bloque independentista que se formó gracias a la inoperancia del PP.

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