19 de noviembre de 2015

Artur Mas y la incoherencia política

Una de las consecuencias indirectas de las atrocidades cometidas por los terroristas en París el pasado fin de semana, es la de haber empequeñecido, por no decir ridiculizado, las pretensiones separatistas de los señores Mas y compañía. Es cierto que en la mente de los fanáticos asesinos no estaba presente ninguno de ellos, pero la solidaria reacción del pueblo francés, en primer lugar, y del resto de Europa, a continuación, ponen de manifiesto que estamos en un mundo de sumandos y no de sustraendos. Observar las pretensiones independentistas catalanas tras lo sucedido le pone a uno ante la evidencia del absurdo.

Siempre he intentado mantener el principio de absoluto respeto hacia los que sostienen opiniones diferentes de las mías. Procuro y seguiré intentando no caer en descalificaciones personales, lo que no significa que renuncie a defender mis ideas y a criticar las que no comparto. Sin embargo, lo que está sucediendo en Cataluña en los últimos días me pone en el disparadero de saltarme esta norma, porque no puedo evitar pensar que el señor Mas está haciendo un ridículo espantoso. Se le está viendo el plumero de una ambición desmedida, que no se detiene ante nada, ni ideológico, ni social, ni legal.

Convergencia y Unión al principio, y ahora Convergencia Democrática de Cataluña, ha sido durante décadas el referente político de las clases medias catalanas, al mismo tiempo que un partido defensor de la actividad empresarial dentro de las normas de la economía de mercado. Su nacionalismo moderado nunca hasta ahora había traspasado límites que pusieran en peligro la permanencia de Cataluña en España. Se oían a veces voces discrepantes dentro de sus filas, pero como grupo político permanecía dentro de los ámbitos de la Constitución Española. Incluso, con su peso parlamentario, CIU ha contribuido a lo largo de diferentes legislaturas a dar estabilidad a más de un gobierno central español.

Se pueden entender, aunque no se compartan, las posiciones de Oriol Junqueras, separatista que nunca ha negado su condición. Oírle hablar ahora confirma lo que siempre ha sostenido ante las bases de Esquerra Republicana de Catalunya, que su objetivo es la independencia. Incluso los coqueteos que mantiene ERC con la CUP, un partido de extrema izquierda, podrían entenderse como consecuencia  de cierta proximidad ideológica.

Pero lo de Artur Mas es completamente diferente. En este caso nunca ha habido defensa a ultranza de la independencia de Cataluña, ni mucho menos una posible afinidad con la CUP, un partido antisistema que pone los pelos de punta al empresariado, a las clases medias catalanas y a la progresía moderada. Las bases de Convergencia Democrática de Cataluña no pueden estar de acuerdo con las tácticas ni, mucho menos, con los objetivos que persigue el señor Mas. Hasta la prensa afín a los convergentes, como La Vanguardia, le está dando la espalda.

Yo tenía un amigo, muy castizo él, que cuando algo le extrañaba decía “da que pensar”. Lo del señor Mas da que pensar. Lo suyo es de una incoherencia, de una desfachatez que da que pensar. Quiere ser “president” a costa de lo que sea, sin reparar en obstáculos, sin tener en cuenta la realidad que lo rodea. Ha traicionado el espíritu de su partido, catalanista por supuesto, pero nunca hasta ahora separatista. Está dispuesto a aliarse con quien lo lleve a la posición que aspira, de la mano de sus rivales políticos de izquierda y, si le hiciera falta, que le hace, de la de los que quieren abandonar el euro y salir de la Unión Europea. ¿Dónde ha dejado el señor Mas el “seny”?

Mientras tanto sus compañeros de ocasión se frotan las manos, porque ni en sus sueños más delirantes hubieran nunca llegado a pensar que un adalid de la derecha fuera a aliarse con ellos tan incondicionalmente como lo está haciendo el señor Mas. Esa lealtad a ultranza de la izquierda a su candidatura sólo se explica si se tiene en cuenta lo anterior. Oriol Junqueras, Raül Romeva e incluso Antonio Baños saben muy bien que jamás volverán a encontrar un aliado en el lado conservador con las características del actual “president” en funciones de la Generalitat. No ignoran que si pierden este tren, transcurrirá mucho tiempo hasta que pase otro parecido, si es que pasa.

Aunque es difícil predecirlo, tengo la impresión de que el señor Más acabará tarde o temprano siendo víctima de sus propias incoherencias. Algunos movimientos en la sociedad catalana, incluso en las filas de su partido, permiten aventurar el pronóstico de un estrepitoso fracaso en sus ambiciones políticas.

Lo iremos viendo, quizá muy pronto.

2 comentarios:

  1. Solo una pequeña discrepancia, el problema no es Mas, el problema es que cada vez hay mas independentistas en Cataluña y cada vez mas anticatalanistas en el resto de España. creo que vamos mal y no se toman medidas para su solución. Un abrazo de
    Fito

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    1. Querido Fito, estoy completamente de acuerdo contigo. Lo he dicho en este blog en más de una ocasión. El problema no es sólo Mas. Lo que yo llamo separadores, con intención o por desconocimiento, han logrado que el número de separatistas en Cataluña haya crecido desde cifras poco significativas hasta practicamente el 50%. Pero hoy quería hablar de la incoherencia política de este personaje.

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