Hace unos meses publiqué en este blog, bajo el título de “Virus del lenguaje”, una serie de artículos con los que pretendía contribuir, dentro de mis limitadas capacidades, en la defensa de nuestro idioma. Como, según mi percepción, aquellas entradas no tuvieron demasiados lectores, y uno escribe para compartir ideas con los demás y no como simple ejercicio onanista, decidí centrarme en otros temas y abandoné el propósito inicial de denunciar, de vez en vez, las innumerables incorrecciones de expresión oral que nos rodean, algunas que siempre han existido y otras que se van colando poco a poco entre nosotros. Pensé en aquel momento, creo que con buen criterio, que doctores tiene la Iglesia.
Pero ayer saltaron las alarmas de mi sensibilidad, siempre al acecho de las agresiones lingüísticas. Cuando estaba viendo un informativo, sorprendí de repente al ministro García Margallo, ufano como casi siempre con las declaraciones que hace ante los medios de información, con una frase memorable: la contribución en la lucha contra el “yihadismo” no pasa necesariamente por “colocar botas sobre el terreno”. Inmediatamente me levanté de mi butaca como un resorte, abrí el ordenador y me puse a escribir o, mejor dicho, a denunciar el ultraje a las buenas maneras idiomáticas que acababa de presenciar. Es uno de los pocos desahogos de la ira que me permito sin cargos de conciencia.
Los americanos utilizan una expresión, que seguramente a ellos en inglés les suena bien, “to put boots on the ground”. El otro día la leí puesta en boca del presidente Obama y no me sorprendería que se tratara de una frase hecha. Pero que un ministro de Asuntos Exteriores de España traduzca la expresión literalmente y la suelte sin recato ante la audiencia de su país, me parece un desatino impropio de su categoría política, aunque aquí en realidad la vara de medir debería ser la que se utiliza para cuantificar el intelecto y no el rango político. Se convendrá conmigo en que son cosas que a veces no coinciden.
El señor García Margallo hubiera podido tomarse la molestia de traducir la frase y explicar a los españoles que se puede contribuir en la lucha contra el terrorismo sin enviar tropas al terreno de operaciones. Los ciudadanos en general le habríamos entendido la idea y yo en particular me hubiera evitado un sobresalto. Pero, pensándolo mejor, quizá el ministro no sólo pretendiera informar, sino además sorprender a la concurrencia con una cursilada mayúscula, de esas que crean estilo.
Hace un cierto tiempo, cuando el anterior rey convalecía de una de sus caídas, le oí decir a este ministro, también en unas declaraciones ante las cámaras y los micrófonos, que había sido testigo directo del sufrimiento del ilustre paciente, porque se había quejado delante “suya”. Por tanto no debería haberme sulfurado, sino tomado la afrenta como procedente de quien procede. En aquella ocasión envié la grabación del patinazo a un buen amigo, que a su vez la hizo llegar a determinada cadena de radio para que la pusieran en antena. Así pude compartir mi sobresalto con unos cuantos miles de españoles.
Una expresión clasista, que con el tiempo ha tomado un significado muy distinto al original, declara que nobleza obliga. Cuando se ocupan determinadas posiciones en la sociedad, se debe cuidar las formas, todas por supuesto, pero me atrevería a decir que sobre todo las lingüísticas. Que un ministro de Asuntos Exteriores se exprese así, no es el mejor ejemplo cultural que se puede ofrecer a la sociedad.
Lo peor de todo es que, con botas o sin botas, los españoles no sabemos todavía hasta dónde va a llegar nuestra contribución en la lucha contra el terrorismo islamista. Pero ese es otro asunto, que hoy no toca.
Luis, si hubieses puesto "to put boots on the ground" en un traductor automático, como por ejemplo el de Google, hubieses recibido como resultado "poner las botas en el suelo", que se parece más a lo que dijo tu ministro que a la traducción que tú sugieres. O sea que seguramente el que le escribió el discurso utilizó un traductor de ese tipo pues no creo que el Sr. García desconozca hasta ese punto el inglés.
ResponderEliminarAngel
Ángel, lo que yo digo del señor García Margallo no es que no sepa inglés, ¡hasta ahí podíamos llegar! Nadie le había escrito un discurso, porque se trataba de unas declaraciones improvisadas ante los periodistas. Por eso, lo que critíco es que haga una traducción literal (como haría tu traductor Google), en vez de tomarse la molestia de explicar a los españoles lo que la frase hecha en inglés significa en español. Yo sugiero una posible traducción, pero en definitiva lo que quiso decir es "enviar tropas" a Siria, no "poner botas" en Siria. Eso, desde mi punto de vista, es una pedantería, por no decir ahora, como dije entonces, una cursilada del ministro.
Eliminar