10 de febrero de 2016

¿Podrá salir Pedro Sánchez airoso de esta coyuntura ?

En menudo berenjenal se ha metido el secretario general del partido socialista. Reconozco que hay que ser muy atrevido para haber aceptado el encargo del Rey sin más soporte que la confianza en sí mismo. Está claro que confía en disponer del amparo de los que se proclaman progresistas y de los que simplemente se consideran reformistas, dos tendencias que no necesariamente han de ser coincidentes en el alcance de sus pretensiones. Podemos y Ciudadanos, progresistas y reformistas respectivamente -o eso dicen ellos-, se me antojan políticamente incompatibles, por mucho que Pablo Iglesias y Albert Rivera casi se besaran en público en aquel programa de Jordi Évole. A este paso, decía uno de ellos al observar las coincidencias entre los dos, nos vamos a votar el uno al otro. Sarcástica expresión, que como toda ironía significa lo contrario de lo que literalmente expresa.

Sin embargo, desde mi punto de vista, el secretario general del partido socialista tenía que asumir el riesgo, porque la lógica política juega en estos momentos a favor de su iniciativa. El PP no cuenta con apoyos suficientes, y sí con un rechazo generalizado; y por si fuera poco había entrado en la dinámica de marear la perdiz, esperando a que los otros se despellejaran entre sí y le dejaran el camino expedito. Una estrategia legítima, aunque desestabilizadora  y con muy poco sentido de esa responsabilidad política que tanto le gusta pregonar al señor Rajoy, una decisión que como un boomerang al final se ha vuelto contra quien la lanzó. Rajoy, al comprobar  que su investidura era imposible con la composición actual del parlamento, debería haber retirado definitivamente su pretensión de obtenerla, si no quería asistir al espectáculo de una enorme derrota con luz y con taquígrafos. No quiso hacerlo y Pedro Sánchez aprovechó la oportunidad.

No voy a hacer quinielas, porque visto lo visto asumiría demasiado riesgo. Lo que no impide que me permita el lujo de lanzar algunas impresiones que circulan por mi mente. La primera es que a veces da la sensación de que Podemos estuviera jugando la baza de repetir las elecciones, estrategia coincidente con la del PP, pero con la diferencia de que a los populares la jugada les puede resultar beneficiosa, mientras que los de Pablo Iglesias, si acaso y como mucho -aunque tengo mis dudas-, sólo conseguirían sobrepasar al PSOE, aunque con tan poca diferencia que la izquierda en su conjunto no avanzaría absolutamente nada. Desde mi punto de vista, poner los ojos en ser la segunda fuerza en el parlamento, sin haber derrotado en las urnas a la derecha cuando se tenía la ocasión, sería una auténtica traición a las intenciones de los que los han votado, un sinsentido que perjudicaría lo que dicen defender.

La segunda impresión que ronda por mi cabeza es que a Ciudadanos no le parecería mal formar gobierno con el PSOE, pero las cuentas no salen. Si el PP y Podemos se opusieran a la investidura de Sánchez, apaga y vámonos. Incluso si alguno de estos últimos se abstuviera en la segunda sesión de investidura, ¿qué futuro le aguardaría a un gobierno en minoría, presionado por sus extremos? Nada o muy poco. La pinza en este país ha funcionado en varias ocasiones y ésta podría ser la siguiente. Por cierto, una situación idéntica a la que significaría un PP gobernando en minoría, con el único apoyo de Ciudadanos. No podría ni moverse.

De todas formas, insisto en que la baza que está jugando Pedro Sánchez es, desde mi punto de vista, la que debía jugar, aunque resulte arriesgada. Si sale bien, volvería a gobernar la socialdemocracia, ahora muy escarmentada de tibiezas anteriores, aunque debido a la situación económica limitada en su capacidad de maniobra para efectuar reformas radicales, lo que no significa que careciera de la oportunidad de devolver a nuestro país los derechos sociales cercenados por mor de las reformas del gobierno neoliberal del señor Rajoy. Ahora bien, si fracasara -y velas encendidas a San Antonio no van a faltar en los altares-, podría sumir al partido socialista en una gran crisis de confianza, de la que le costaría mucho tiempo recuperarse.

Un buen berenjenal, sí señor, del que aún confío que Pedro Sánchez salga airoso. Todo depende ahora de otros actores, a los que por fin les ha llegado la hora de la verdad. Muy pronto veremos el resultado.

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