25 de junio de 2016

Ellos sabrán lo que han hecho. Dios salve a la reina

En momentos como éstos, cuando un miembro de la Unión Europea, tan importante por su capacidad económica como es el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, decide por referendo abandonar Europa, es fácil dejarse llevar por la ira que provoca el desplante, sacar a relucir aquello de la pérfida Albión, los chistes de los hijos de la Gran… Bretaña o la vieja historia de Gibraltar y el cierre de la verja. Es cierto que somos humanos y los desaires no nos gustan, pero no creo que ésta sea la mejor de las actitudes posibles, sino todo lo contrario. Yo pediría a los estadistas europeos pragmatismo, cordura y cintura política, y recomendaría a los ciudadanos dejar las vísceras a un lado y utilizar la inteligencia, por mucho que el Ibex 35 le haya dolido a alguno en el bolsillo. Decía Graham Green que con el paso del tiempo hasta los campos de batalla se convierten en lugares poéticos, un destello de optimismo en el genial escritor, precisamente británico, que no deberíamos perder de vista nunca, y menos en estos momentos de tribulación colectiva.

Hoy he oído opinar a un analista político español que el SÍ al Brexit podría significar el final del Reino Unido. Algo exagerada me parece tal conjetura, pero es cierto que los movimientos centrífugos de Escocia y de Irlanda del Norte, donde la mayoría ha votado NO a la salida de la UE, van a ver alimentadas sus esperanzas separatistas con este resultado. Ya se están pidiendo referendos de independencia en esos lugares, ahora con el pretexto añadido de que los escoceses y los norirlandeses quisieran seguir siendo europeos y los ingleses no se lo permiten. En cualquier caso, ése es un problema con el que tendrán que lidiar los políticos de Londres y allá ellos con sus manejos.

Europa, por su parte, a pesar del revulsivo que ha supuesto el Brexit, o mejor dicho aprovechando que los británicos nos abandonan, debería, ahora más que nunca, avanzar con pasos decisivos hacia la integración política total, no sólo en los aspectos económicos, también en los sociales que son los que al final nos interesan a los ciudadanos. La meta a alcanzar, aunque suene a utopía, son los estados unidos europeos, ese gran sueño latente en la mente de ilustres europeos a lo largo de los siglos y que ahora estaríamos más cerca de alcanzar. Mucho se ha logrado hasta el momento, aunque grandes hayan sido los frenazos, porque grandes han sido también las dificultades; pero en este preciso momento, cuando el Reino Unido ha decidido apartarse de la Unión Europea, las oportunidades aumentan, ya que las exigencias británicas siempre han sido obstáculos insuperables para el progreso hacia la integración total. Avanzar todos juntos al ritmo que las oportunidades vayan marcando, será ahora, desde mi punto de vista, menos difícil.

En cuanto a las relaciones entre la UE y el RU, deberían ser las mejores posibles. Lo contrario supondría una torpeza mayúscula, un desatino imperdonable. Lo decía al principio: dejemos fuera la visceralidad, que no conduce más que empeorar las cosas, y demos paso a la diplomacia, en el amplio sentido de la palabra. Si las cosas se hicieran bien por las dos partes, a medio plazo deberían haberse eliminado las disfunciones que inevitablemente se están produciendo en este momento y que durante algún tiempo causarán bastantes desajustes, aunque menores de lo que los cenizos auguran. Pero si la inteligencia prevalece, es muy posible que al final todo esto se haya convertido en una pesadilla pasajera

Hoy no voy a opinar sobre el juicio que me merecen los referendos en general y los de independencia en particular, participaciones ciudadanas en las que no se contemplan matices y por tanto se convierten en un cara o cruz muy peligroso. En ellos, una décima de diferencia puede inclinar la balanza hacia uno de los lados y dejar a la mitad perdedora a merced de los vencedores por la mínima. Pero como opinar sobre este asunto pudiera tener connotaciones con la política actual española, y hoy es jornada de reflexión, lo dejo para otro día. Uno siempre ha sido muy respetuoso con las normativas vigentes.

Por el contrario, voy a dedicar un rato a meditar sobre el candidato idóneo para nuestro país en esta encrucijada crítica. Aunque tenga que mordrme la lengua para no seguir diciendo lo que opino. Tiempo habrá.

2 comentarios:

  1. Luis,dos comentarios:
    1. Tu admirado Graham Greene vivió sus últimos 25 años “exiliado” en Francia. Así que nos podemos imaginar cual hubiese sido su voto.
    2. Es jornada de reflexión, pero el líder de un partido político español defendía hace unos meses que España debía salir del euro y de la UE. Por supuesto eso no lo ha dicho al saberse el resultado del “Brexit”.
    Angel

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    1. Voy por partes:
      1.Utilizo la cita de Graham Green, porque me parece un canto al optimismo. Lo que hoy parece una tragedia, mañana puede ser un paraíso. Por otro lado, suponer lo que hubiera votado Green pertenece al terreno de la ciencia ficción. Me consta, porque conozco algún "exiliado", que la mayoría hubiera querido permanecer en la UE.
      2. Ese al que te refieres cada día defiende una cosa distinta. A estas alturas estoy curado de espantos.

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