Desde que Pablo Iglesias y sus muchachos decidieran presentarse a las elecciones en coalición con los comunistas de Alberto Garzón, da la sensación de que no es políticamente correcto mencionar la filiación política de estos últimos. Algunos líderes de Podemos no se cansan de repetir que en un país democrático cabemos todos, que sus nuevos socios ni tienen rabo ni tienen cuernos y que resulta un anacronismo mencionar al enemigo judeo-masónico-comunista, como hacía la propaganda franquista.
Tienen razón, desde luego, en que no son criaturas del Averno; y también en lo ridículo que resultaría resucitar a estas alturas el fantasma, mejor dicho, el esperpento del contubernio judeo-masónico; pero ninguna cuando no quieren reconocer que sus nuevos socios son comunistas. Los marxistas caben en un país democrático, cómo no, y fuimos muchos los que celebramos que Adolfo Suarez legalizara el PCE, porque no había ninguna razón para excluirlo del juego político en la España de la democracia recién inaugurada. Pero no por eso hay que dejar de llamar comunistas a los que acaban de engrosar las filas de Podemos. Cuando se menciona su filiación, no es para insultar a nadie, sino con la intención de poner los puntos sobre las íes de la ideología que defienden. Para eso está el lenguaje.
Cuando algunos dicen que ser comunista en el siglo XXI no es lo mismo que haberlo sido en el XIX o en el XX, no se sabe muy bien a qué se refieren. Quizá quieran expresar que ya no pretenden que haya Gulag, o persecuciones estalinistas, o represión política, o culto a la personalidad, o muros de la vergüenza. Pero lo que está claro, porque no sólo no lo niegan sino que lo predican a los cuatro vientos, es que son anticapitalistas, que el sistema económico que patrocinan es intervencionista a ultranza y que si gobernaran dejarían muy poco espacio o ninguno a la iniciativa privada, a la economía de mercado. A eso se refieren los que alertan sobre la reciente coalición, a que la ejecutiva de Podemos ha aceptado introducir en sus filas a los que defienden esta doctrina. La transparencia política, cuya reivindicación tan de moda está, exige que se les llame por su nombre para que nadie se lleve a engaño.
Por tanto, claro que los comunistas disponen de espacio en una sociedad democrática; y por supuesto que cualquier partido tiene derecho a pactar con ellos. Lo que sucede es que, a los que no son comunistas, esta alianza preelectoral les llama la atención, y la denuncian porque significa que Podemos va de la mano de quienes defienden un modelo de sociedad marxista, muy distinta de la que rige en los países en cuya órbita se mueve España. Por eso no se andan con tapujos y llaman a las cosas por su nombre. Lo sorprendente es que no son pocos los votantes de Podemos que ignoran o pasan por alto lo que significa esta alianza. Sin embargo, sospecho que a muchos no acabe de gustarles, pero se tapen la nariz y miren hacia otro lado; o los oídos, para no oír la palabra comunista.
Qué nadie se ofenda, por favor. Comunista no es un insulto, es un ideario con un programa económico intervencionista a la espalda, incompatible con el modelo que impera en lo que llamamos mundo occidental; y con una historia de rotundos fracasos allí donde ha gobernado o sigue gobernando. Un sistema que produce la desconfianza del mundo empresarial y financiero y que asusta a los inversores. ¿No será precisamente por eso, porque nadie ignora en qué consiste su programa y todo el mundo conoce la historia de sus estrepitosos batacazos, por lo que algunos dirigentes de Podemos se rasgan las vestiduras cuando alguien los acusa de haber pactado con los comunistas? Da la sensación de que preferirían que se utilizara otro nombre, no porque comunista no sea el correcto, sino debido a que arrastra la sombra del fracaso.
No, ni tienen rabo ni cuernos ni huelen a azufre. Simplemente son comunistas.
Luis, yo me pregunto si no deberías enviar este post tuyo con su razonamiento claro y preciso sobre este tema a periodistas y políticos para cuando hagan esa pregunta sobre los comunistas a los de Podemos, porque siempre responden con alguna simpleza y nadie les replica.
ResponderEliminar¿Es que el pensamiento político sensato está solamente fuera de los partidos y de los medios de opinión?
Angel
Gracias Ángel por el elogio implícito. Pero mucho me temo que en estos tiempos, cuando los de Podemos se autocalifican de socialdemócratas y sus votantes van y se lo creen, de poco fuera a servir lo que propones. Son muchos los que han abandonado el sendero de la razón para transitar el de la esperanza utópica, y sabido es que el camino de regreso a la sensatez es muy largo. Un abrazo.
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