Pero estos días no me sucede esto. Son tantas las noticias, tantos los temas a tratar, que tengo que contener el ímpetu. Sólo con acordarme de las frecuentes intervenciones de la ínclita Isabel Díaz Ayuso tendría materia para estar escribiendo horas y horas. La presidenta de la Comunidad de Madrid debería escuchar con atención la frase que yo acabo de oír hace un momento: hay quienes se quedan en el reproche y quienes aportan soluciones. Pero doña Isabel no es la única que se deleita en la crítica con la intención de borrar protagonismo al adversario político, ya que un coro de serafines pregoneros de apocalipsis la acompaña, es verdad que algo desafinado, pero con letras muy parecidas. Como si no tuviéramos bastante con lo que tenemos.
Esta mañana le he oído decir por la radio a la escritora Elvira Lindo que el otro día, cuando veía un programa de Ana Rosa Quintana, uno de los tertulianos, con tono chulesco y aires perdonavidas, espetó: “es que no saben ni comprar mascarillas”. Son los mismos que hace unas semanas gritaban por las esquinas que el "bolivariano" Ábalos tenía que dimitir, porque no le perdonaban su entrevista con la vicepresidenta de Venezuela, como si aquella torpeza –que lo fue- hubiera sido un delito de lesa majestad. Ahora se les ha acabado la cuerda del “delcygate” y han empezado con las culpas a Pedro Sánchez por el fallido pedido de pruebas del virus. Digo han empezado, porque todo apunta a que este "testgate" irá “in crescendo”.
Lo cierto es que los que así se expresan no se creen lo que dicen, porque es imposible interiorizar tanta majadería. Lo que sucede es que ven con preocupación que el presidente del gobierno está manejando el timón de la nación en unos momentos tan delicados con decisión y sin responder a este tipo de críticas. Está yendo a lo que tiene que ir, a gestionar la difícil situación corrigiendo el rumbo cuando así se lo indican los expertos. Y eso, el pueblo, que no es tonto como algunos se creen, lo está apreciando en su justo valor, no sólo por sus afines sino también por muchos que no le votaron.
Pero hay más. En Europa, donde algunos países ricos se llaman andana, el presidente del gobierno se está batiendo el cobre con duros enfrentamientos con los mandatarios de los países que no quieren solidarizarse con la deuda que necesariamente España y otros países del sur contraerán. Una lucha que no es fácil, un combate valiente y sin precedentes en la historia reciente de nuestras relaciones con la Unión Europea. Pero eso no está en el argumentario de los denigradores, que se han apresurado a colgar en las redes una intervención del diputado popular Esteban González Pons, un buen discurso sin duda que yo también aplaudo, pero del que no van a llegar las soluciones. Que a nadie le quepa la menor duda de que si se doblega la terquedad de Alemania, de los Países Bajos y de algunos socios escandinavos no será por lo que se diga en el parlamento europeo, sino sobre todo por la contundente defensa de la solidaridad que están haciendo algunos líderes, entre ellos Pedro Sánchez. Pero de esto último no se habla en los cenáculos ultraconservadores, no vaya a ser que el presidente del gobierno español consiga más prestigio.
Como decía al principio, también hay momentos en los que la mente no se me queda en blanco.